Axl, un niño mexicano salvado por el fútbol americano

Foto: Arturo Salgado / EFE

Por Arturo Salgado

EFE. Ciudad de México. 20 de noviembre de 2019.- Una década después, Axl Herrera se ve a sí mismo pegado a una de las siete literas en su cuarto del albergue «El oasis», donde a los tres años la vida lo obligó a crecer de un tirón para ganarse el respeto en la casa hogar donde creció.

«No pasaba hambre, el problema era por lo chicos, los más grandes te golpeaban, te molestaban, te quitaban tus cosas. Ellos te veían como si no fueras nadie, pelear era la única manera de ser alguien», asegura el joven, quien comienza a salir adelante en la vida gracias al fútbol americano.

Axl Gabriel Herrera Higareda tiene 13 años y es el capitán y quarterback de su equipo de fútbol americano de tochito bandera Titanes. Porta el jersey con el número 15 y hace unas horas cumplió uno de sus sueños más caros.

Parado en el césped del Estadio Azteca el día del Monday Night de la NFL, el niño acarició los nudillos, no en preparación para una riña, sino por la emoción de ver aparecer por la rampa que lleva a la cancha al número 15 de los Kansas City Chiefs, el quarterback Patrick Mahomes.

«El fútbol me salvó la vida porque me inculcó muchas cosas y ahora me da oportunidad para seguir mis sueños. Los chicos que antes me pegaban hoy me saludan; me gané el respeto y ya no necesité golpes para ser alguien», asegura en entrevista a Efe.

Axl uno de los más de cinco millones de niños y niñas que participan en el programa Tochito de la NFL, junto con Indeporte CDMX (Instituto de deportes) que cuenta con más de 18.000 equipos regados por la República Mexicana. Este lunes fue uno de los invitados al partido de la NFL ganado por los Kansas City Chiefs, 24-17 a los Angeles Chargers.

«El fútbol americano te impulsa a hacer muchas cosas, te deja sacar tu coraje y frustración en los entrenamientos, acaba con tu enojo, pero creo que lo que más me gustó es que te enseña a tener y cuidar de una familia», revela.

Axl confiesa que se le seca la boca cada vez que recuerda que no podía estar con su mamá, tener una familia. «Vivía en un barrio difícil, mi mamá nos metió en una casa hogar, pero llegó el coach Luis Miguel y nos invitó a entrenar, nos gustó mucho».

Luis Miguel Pérez es seguidor de los Dallas Cowboys de la NFL y su amor por este deporte lo llevó a entrenar a los Titanes en Zapopán, Jalisco. Es el coach de Axl, no solo en el emparrillado, sino su coach de vida.

«Lo conocí con tres años en la casa hogar «El Oasis», cuando empezó el equipo nosotros nos acercamos para ayudar con juguetes y dulces, pero ellos pedían algo más», explica.

Pérez recuerda que pronto los juguetes dejaban de interesarles y él traía abrazado a un niño en el brazo, otro en la pierna o colgado del cuello. «Ahí nos dimos cuenta que lo que necesitaban los niños era cariño y atención y desde ahí nos metimos mucho con esa casa hogar», dice.

Axl Herrera era un niño tenaz, pero lleno de ira, con ganas de sacar con golpes la frustración de no tener una familia. Su padre enfrentaba problemas de drogadicción, alcoholismo y esquizofrenia y su mamá que sufría maltrato del padre.

«En la casa hogar no siempre lo podían defender los hermanos y eso lo hizo violento. Él vio un maltrato de su padre con su mamá, por eso desarrolló ese amor por querer protegerla», dice Pérez.

El entrenador detectó la habilidad del chico como quarterback. Tenía pasta de líder, con ganas de proteger a su familia y eso es un equipo de fútbol americano, una familia.

«Estos niños son guerreros de la vida, luchadores, marginados de sus casas, escuelas, lugares donde fueron abusados y maltratados. El fútbol americano les dio una familia y hoy Axl tiene la oportunidad de prepararse, aspirar a cursar una carrera y salir adelante.

Axl salta y agita los brazos cuando los Kansas City Chiefs salen a la cancha del Azteca, dice que se imagina que es él. Está en la edad de los sueños.

«Mi sueño es ser arquitecto para construirle una casa a mi mamá, para que no se sienta tan desprotegida. Si se puede también me gustaría una carrera como deportista», confiesa Axl sin perder de vista los movimientos de Mahomes en el campo.

Dice que nunca pensó estar ahí, si acaso lo vería en la televisión. Pero el milagro ocurrió.

«Me gustaría construir como se construye en el campo. Como dice mi coach, no se trata de ganar, también debes saber perder porque no importa la victoria, ni la derrota, sino aprender de ellas», confiesa.

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