Brasil y su futbol de ensueño en México 70

Foto: Especial

Por Jesús Yañez Orozco

  • Hace cinco décadas la llamada «mejor selección de todos los tiempos», liderada por Pelé
  • »Es el lugar donde jugué al que nunca olvido por todo su cariño», dice O Rei
  • A 50 años del tricampeonato mundial de la Verdeamarela

Periodistas Unidos. Ciudad de México. 21 de junio de 2020.- En el mundial de 1970  sus 11 jugadores eran poesía ante los ojos y música para los oídos. Despertaba multiplicidad de sentimientos mirarlos con el balón adosado a los botines de negra piel sobre el verde irremediable del césped. Embelesaba la cadencia de sus cuerpos. Como integrantes de excelsa orquesta tocaban por nota en cada uno de sus pases.

Nadie desentonaba. Interpretaban magistrales los cinco movimientos orquestales: largo, adagio, andante, allegro y presto. Los envidiarían Bach, Beethoven o Mozart.  Deliraba la afición con la plasticidad carioca.  Pelé era su director: portero, Félix;  Marco Antonio, Carlos Alberto, Brito, Piazza, Clodoaldo, Gerson, Jairzinho, Rivelino y Tostao.

Recordarlos enchina la piel. Prodigiosas piernas. Fábrica de mágicas, inolvidables, jugadas.

A 50 años de que la selección de Brasil –liderada por Edson Arantes do Nascimento–, ganó su tercera Copa del Mundo (de las cinco que tiene hoy en día) en México 70, O Rei confesó que nuestro país es el lugar donde jugó que recuerda con más cariño.

“De todos los viajes de mi carrera, todo el mundo me pregunta: ‘¿cuál es el mejor, en cuál te divertiste más?’”, comentó.

Respondió:

“Un país que no puedo olvidar por el cariño, por la atención que me dieron y por cómo me trataron, hasta el día de hoy, digo nuevamente, fue México”.

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(Irrepetible magia del balón hace medio siglo, final México 70, Brasil-Italia)

El ex astro brasileño en un mensaje compartido ayer por Marcelo Ebrard, secretario de Relaciones Exteriores de México, recordó además que aquella selección, que ganó el título el 21 de junio de 1970 tras vencer 4-1 a Italia en la final y que contaba con figuras como Jairzinho y Carlos Alberto, fue bien recibida por la afición tricolor desde el momento en que llegó al país. Su sede era Guadalajara.

“El pueblo mexicano fue muy cariñoso con Brasil, y digo con Brasil porque soy brasileño y ellos me trataron a mí y a nuestra selección maravillosamente”, agregó.

“Olvidando el futbol –siguió–, éramos bien recibidos en cualquier lugar al que íbamos y después con el premio que Dios nos dio de ser campeones del Mundo en México, a la afición mexicana le agradezco de corazón todo el cariño y toda la atención.”

En tanto, Roberto Rivellino, uno de los mejores volantes de la historia y pieza clave de la Verdeamarela que conquistó el Mundial de México 70, se sigue deshaciendo en elogios con el maravilloso gol de Carlos Alberto, una joya de juego en equipo que le dio la estocada a Italia en la final.

“Esa selección, que para muchos es la mejor de todos los tiempos, merecía terminar de esa forma, haciendo un gol maravilloso con la participación de casi todo el equipo”, aseguró Rivellino, 74 años de edad, en un breve video enviado a la Agencia Francesa de Noticias (AFP) desde su casa en Vinhedo, São Paulo.

Faltaban cinco minutos para que Brasil ganara su tercera Copa Mundial. Italia estaba aturdida por el futbol-espectáculo de la Canarinha, que estaba 3-1 arriba con el  inolvidable cabezazo en suspensión de Pelé, el disparo de Gerson y el gol de habilidad de Jairzinho (los italianos habían descontado por medio de Boninsegna).

El balón arrancó en la defensa y avanzó con hábiles pases, entre ellos uno de Rivellino por la izquierda. Hasta que le llegó a Pelé al borde del área grande y lo cedió a su derecha: Carlos Alberto, que venía como poderoso ferrocarril, disparó y  perforó con el empeine el arco de Albertosi.

Imagen que perdura en la memoria colectiva.

“Dios fue generoso con esa selección, nos premió con el último gol de nuestro capitán, porque ocho o nueve jugadores de Brasil tocaron el balón, mostró lo colectiva que era esa representación”, agregó el ex astro, ya sin su ondulada cabellera y con un bigote menos tupido que el que lucía en su juventud, cuando deslumbraba con sus regates eléctricos y su zurda de oro.

(Once sinfónicos del balón)

Rivellino, una de las fuentes de inspiración de Diego Armando Maradona, solía jugar de volante o de extremo, y tenía un remate tan potente que terminó recibiendo el apodo de Patada atómica.

Entre 1965 y su retiro en 1981, vistió los colores del Corinthians, el Fluminense y el saudita Al-Hilal, pero alcanzó fama mundial en la Seleçao, donde debutó con 19 años y sumó 92 partidos y 26 goles.

Reconoció además que el de 1970 fue, sin lugar a duda, el mejor de los tres Mundiales que disputó, por el ambiente de concentración, los partidos en sí, y la conquista del título.

“La Copa del 70 fue especial. Fue una selección que hasta hoy es considerada como la mejor de todos los tiempos. Tuvimos momentos maravillosos en México”, aseguró.

Y relató, emocionado, hoy dueño de una escuela de futbol con su nombre y comentarista televisivo:

“El pueblo abrazó tanto a esa selección, que cuando jugamos en Guadalajara la semifinal (victoria 3-1 contra Uruguay), en la avenida que llegaba al estadio Jalisco, los hinchas paraban nuestro autobús, vibrando con nosotros.”

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