Club Atlante, entre Franz Kafka y Groucho Marx
Por Jesús Yañez Orozco
Periodistas Unidos. Ciudad de México. 25 de abril de 2019.- Su historia podría salir, si vivieran, de la pluma de Franz Kafka o Groucho Marx. Y habría varios tomos. Nadie se pone de acuerdo en la fecha de su fundación. Ni cronistas ni historiadores deportivos. Parece hijo desnaturalizado que carece de acta de nacimiento. Ese papel que da sentimiento de existencia, pertenencia.
Con esa orfandad hay un equipo emblemático en el futbol mexicano. Uno de los más surrealistamente caricaturescos, valga la expresión, incluso, a nivel mundial. Y se puede nombrar con siete letras: Atlante. Hay quienes establecen que el pasado 16 de abril cumplió la centuria. Otros que este año cumple 103 años.
Mas eso es irrelevante.
Entraña narrar su historia que, durante décadas, fue símbolo de la mexicanidad –que arrebató el Guadalajara en los años 50s y 60s. Era la versión deportiva del mestizaje indio-español de principios del siglo pasado, poco después del triunfo, 1921, de la Revolución Mexicana. Sobre todo por las circunstancias que ha vivido dentro y fuera de la cancha. Anverso y reverso de la misma moneda. Eterno melodrama. Ha tenido seis propietarios y 59 directores técnicos se han sentado en su banquillo.
Paradoja: en la miseria toco la gloria; con dinero –bonanza– a manos llenas, descendió a los infiernos de la Liga de Ascenso Mx –Segunda División–. Algunos de sus jugadores alineaban y entrenaban descalzos en los años 20 y principios de los 30. Uno de ellos de apellido González.
Era apodado –con epítetos discriminatorios– “Prietitos”, “Morenos”, “Potros”, “Potros de Hierro”, “equipo del pueblo” –por su origen humilde— que acabó aburguesado –“Fifí”, diría el presidente de México, Andrés Manuel López Obador–.
Tiene cinco títulos en sus vitrinas. Tres en el máximo circuito y dos en Segunda División. Mas se pervirtió su historia –cuando cayó en manos del gobierno y luego de la poderosa Televisa– en lo que era entonces Primera División –ahora Liga Mx–.
En días pasados, en el torneo Clausura 2019 de la Liga de Ascenso Mx, terminó en la novena posición –de 15 clubes– con 17 puntos. Ganó cinco, empató 2 y perdió 7. Anotó 26 goles y recibió 21.
Inspiró, incluso, cuatro películas en el cine mexicano. Ningún otro equipo ha aparecido en tantos filmes. Enfrentó al poderoso Barcelona –con 11 cracks, cuando comenzaba Lionel Messi y alineaba el mexicano Rafael Márquez–, en un mundial de Clubes 2009. Y lo tuvo en un puño. Aunque cayó 1-3.
Es el equipo con mayor cantidad de mudanzas. Cambió de ciudad en 5 ocasiones: De la Ciudad de México a Querétaro en 1989-90 (descendió y regresó al DF), de la Ciudad de México a Nezahualcóyotl en Apertura 2002. De Neza regresó al DF en Clausura 2004, y finalmente de la Ciudad de México mudó a Cancún, Quintana Roo –en el sureste mexicano– en Apertura 2007.
Tocó la gloria y ahora vive un infierno.
Históricamente, hay equipos en el balompié local que van, que vienen. Y otros que han tenido que adaptarse a distintas cuestiones para evitar su desaparición. El caso más representativo es el Atlante.
Era un equipo enteramente de aficionados a inicios de los años 1930. Todos sus integrantes, apenas y dedicaban tiempo a entrenar debido a sus empleos. Entre ellos había un yesero (Fernando «Patadura» Rojas), un velador (Felipe «Diente» Rosas), un mecánico (Dionisio «Nicho» Mejía), un sastre (Manuel «Chaquetas Rosas) y un zapatero (Rafael «La apipizca” Guirán), entre otros.
El equipo dirigido por el español Miguel Tovar Mariscal en la temporada 1931-32 estaba compuesto en su cuadro titular:
Portero Luis Garfias, los defensas Paco Islas y Manuel Rosas, los mediocampistas Felipe Rosas, Rafael Guirán y Agustín Mendoza y los delanteros Felipe Olivares, Nicho Mejía, Gabriel Olivares, Fernando Rojas y Juan «Trompito» Carreño.
Varios de ellos jugadores de las selección nacional que había participado en el Torneo Olímpico de Ámsterdam 1928 y la Copa del Mundo Uruguay 1930. Fue Carreño, por cierto, el primer anotador en un torneo mundialista. Ocurrió en la goleada 1-4 ante Francia.
En los años 30s, en la entonces Liga Mayor, forjó una peculiar empatía con el público de la clase baja, que lo popularizó. A tal grado de adquirir su célebre apelativo de Equipo del Pueblo. Mote debido a su escasez de recursos y problemas financieros –que caracterizan su historia– y contrastaban con su nivel futbolístico. Arrastre popular correspondido con resultados notables en los torneos de Liga y Copa.
Mención aparte merece el máximo goleador y sin lugar a dudas el mejor jugador y máximo ídolo atlantista: Horacio Casarín. Fue de los primeros mexicanos en cruzar el charco rumbo al futbol español. Tuvo un fugaz paso con el Barcelona. Narraba que desde entonces hacía goles de chilena, similares a los que encumbraron a Hugo Sánchez como pentapichichi en Atlético de Madrid y luego Real Madrid.
En la época de oro del cine nacional, Casarín, un símbolo para todo aquel azulgrana de corazón, actuó en la cinta “Los hijos de Don Venancio” (1944). Al lado del multifacético Joaquín Pardavé, (quien dirige, actúa y escribe), personifica a Horacio Fernández, un futbolista orgullosamente envuelto en la camiseta atlantista. Aquella casaca tradicional azulgrana –similar a la del Barcelona español– que tantos recuerdos trae a la mente de sus seguidores.
“Pardavé, quien protagonizaba a un padre gachupín –español– con hijos mexicanos, era fanático del Asturias, pero en la cinta descubrió su inclinación por los Prietitos (Atlante): ‘Soy mexicano puesto que le voy a Atlante’, dijo don Venancio. Había obtenido su carta de naturalización, porque ser atlantista era ser mexicano. La moraleja de la película”, según palabras de José Manuel Núñez, hijo del expropietario de los Potros de Hierro, el general Núñez, en entrevista con El Universal.
Para la temporada 1945-1946 estableció un récord absoluto y aún vigente para un equipo en la Liga Mexicana en cuanto a goles en una sola campaña. Fueron 121 anotados en 30 partidos. Un promedio de 4 por juego. No era para menos, la delantera estaba formada por: el catalán, El Maestro, Ventolrá, el argentino Nicolau, Casarín, Ángel Segura Angelillo y Rafael Meza.
Entre otros, vistieron su playera, un puñado de destacados jugadores nacionales y extranjeros, muchos de ellos ídolos de su afición:
Martí Ventolrá, Norberto Boggio, Rafael Puente, Ignacio Basaguren, Manolete Hernández, Marcos Rivas, Eduardo Moses, Grzegorz Lato, Rubén Ayala, Cabinho, Ricardo La Volpe, Félix Fernández, Daniel Guzmán, Rubén Omar Romano, Wilson Graniolatti, Sebastián González, Luis Gabriel Rey, Federico Vilar y Giancarlo Maldonado.
Origen y fundación
Aunque no se sabe a ciencia cierta la fecha de su fundación, debido a que el club nunca ha contado con acta constitutiva que hiciera oficial el hecho.
Desde 1916, Trinidad Martínez y un grupo de amigos se reunían en las calles de la colonia Condesa para jugar partidos informales. El dato más aceptado es que Martínez, líder obrero, su hermano Refugio y Agustín Pérez hicieron la fundación formal el 8 de diciembre de 1918. Otros lo establecen el 16 de abril de 1919.
La duda del génesis atlantista siempre estuvo presente pero no tuvo gran importancia. Hasta que el 2 de noviembre de 1969 se llevó a cabo una celebración por el 50 aniversario. Acto que ubicaría la fundación en 1919.
Se realizó un homenaje a diversas figuras de la institución en el descanso del partido contra Atlas. La aparición de miembros originales de la primera escuadra como Alfonso Zapata, Francisco Gutiérrez, Jesús Priedero Aguilar, Mario Chávez, Agustín Núñez y Juan Sánchez puso en cuestionamiento el festejo. Debido a que éstos aseguraba que fueron testigos de que la fecha correcta era la del 8 de diciembre de 1918.
La discrepancia incrementó cuando se supo que la fecha de 1919 correspondía a la integración del benefactor Jesús Salgado, quien también fue presidente y hombre importante en la trayectoria de los Potros de Hierro.
En 2006 renació la polémica debido a que el 18 de abril se develó en la Condesa una placa conmemorativa del 90 aniversario debido al testimonio del hijo del General Núñez, quien aseguró que la fecha exacta era el 30 de mayo, dato que tampoco es bien recibido gracias a la coincidencia con el natalicio de su padre.
Nombre
El primer nombre con el que surge el equipo es Sinaloa debido a su ubicación exactamente en donde convergen las calles de Sonora y Sinaloa en la Condesa. Después cambió en 1919 a Lusitania; posteriormente, en 1920, se convirtió en U–53 en honor a un submarino alemán de la Primera Guerra Mundial.
Para 1921 adoptó el nombre de Atlántico. Pero la pronunciación del nombre y su uso se modificó hasta derivar en el conocido Atlante.
Estadios y ciudades
Después de jugar en los llanos de la Condesa, el 31 de enero de 1931 Atlante inauguró junto a otros equipos el Parque Alianza, lugar que usó como casa hasta 1947 cuando se mudó al Estadio Ciudad de los Deportes –hoy Estadio Azul– donde jugó hasta 1957.
Los siguientes nueve años ejerció su localía en el Estadio Olímpico Universitario (CU) y de 1966 a 1983 tuvo como casa el Estadio Azteca. De 1983 a 1989 nuevamente volvió a la colonia Nochebuena en el entonces conocido como Estadio Azulgrana antes de mudarse un año al Corregidora de Querétaro. A su regreso, el Estadio Azulgrana nuevamente recibió los cotejos de los Potros como local de 1990 a 1996.
Una segunda etapa en el Estadio Azteca se presentó de 1996 a 2000 hasta el cuarto y último regreso al entonces llamado Estadio Azul por un par de años. De 2002 a 2003 el Estadio Neza fue la nueva casa de los azulgranas antes de la última etapa 2004-2007 en el Estadio Azteca.
A partir de 2007, con el cambio de la franquicia a Cancún, y hasta la actualidad, los Potros de Hierro juegan en el Estadio Andrés Quintana Roo.
Dueños
Desde la fundación a cargo de los hermanos Martínez, Atlante ha estado en manos de distintos propietarios. Uno de los primeros en ser reconocido como tal fue el coronel –luego ascendido a general– José Manuel Núñez, Jefe de Ayudantes de la Presidencia de la República. Fue benefactor y adquirió la franquicia el 30 de noviembre de 1936 ante una serie de despidos injustificados y complicaciones que se revirtieron. Llegó al cargo para regularizar los problemas económicos de la institución.
Algunos cronistas recuerdan que, durante las reuniones de dueños y presidentes de clubes, el coronel siempre llegaba armado a la sede de la Federación Mexicana de Futbol. En ocasiones, el General Núñez, cuando los ánimos se caldeaban, colocaba la pistola, calibre .45, sobre la mesa de trabajo.
Con el envejecimiento del General se presentaron nuevas dificultades financieras y se optó por vender al equipo. En 1966 fue adquirido por Fernando González Fernandón, empresario litográfico. Poco más de diez años el club permaneció en sus manos.
Bajo su guía, el equipo llegó a entrenar en el popular Deportivo Reynosa, propiedad de Promoción Deportiva de la Ciudad de México -ubicado la alcaldía Azcapotzalco. Era común que los jugadores entrenaran con uniformes desgastados. Además, ante las limitaciones económicas, se encargaban de lavarlos en sus casas.
A finales de los años 70s y principios de los 80s, en la redacción de la Revista Proceso trascendió que su director, Julio Scherer García –uno de los periodistas de habla hispana más reconocidos a nivel mundial– se interesó en la compra del Atlante. Era el equipo de sus amores. Más desistió. No maridaban futbol y periodismo.
Además, consciente o inconscientemente, sabía que no podría con la poderosa maquinaria de Televisa, que ya ejercía un feroz control sobre el balompié nacional. Además, la empresa de la dinastía Azcárraga era un eficaz vocero del Partido Revolucionario Institucional (PRI) en el poder.
De nuevo, los problemas de dinero y el riesgo de la permanencia del equipo, derivó en su venta el 19 de octubre de 1978. Fue adquirido por Instituto Mexicano del Seguro Social. Su director era Arsenio Farell Cubillas.
Pasaron de ser el Equipo del Pueblo a una época de jauja. Entrenaban en el estadio de la Unidad Cuauhtémoc del IMSS, en el municipio de Naucalpán, Estado de México.
Durante las concentraciones, previas a un encuentro en la ciudad de México, como locales, los Potros también eran privilegiados. En el Centro Médico Nacional tenían un ala del área de cardiología, con 32 camas, para su uso exclusivo. Había mesa de billar y televisores.
Pasaron de mendigos a príncipes del balón.
Eran la antítesis de Gregorio Samsa, personaje central de La Metamorfosis de Kafka.