AP. Buenos Aires, Argentina. 31 de mayo de 2021.- En una región agobiada por la pandemia y en la que, salvo excepciones, la vacunación va a ritmo lento, la CONMEBOL buscó una salida inesperada puesto que no es habitual que el último anfitrión del certamen tenga la opción de organizarlo por segunda vez consecutiva.
Brasil es además el tercer país del mundo más afectado por la pandemia, detrás de Estados Unidos y la India, con 16,5 millones de contagios y más de 460.000 muertos. Apenas el 11% de su población ha recibido las dos dosis de la vacuna, según la organización “Our World in Data”, que lleva la estadística mundial de la inculación.
El último fin de semana se registraron multitudinarias manifestaciones contra el presidente Jair Bolsonaro, quien enfrenta una investigación por el manejo de la crisis sanitaria.
“El gobierno de Brasil demostró agilidad y capacidad de decisión en un momento fundamental para el fútbol sudamericano”, destacó el presidente de CONMEBOL Alejandro Domínguez en un comunicado. “Brasil vive un momento de estabilidad, tiene comprobada infraestructura y experiencia acumulada y reciente para organizar una competición de esta magnitud”.
En Brasil, monarca vigente del continente, se alzaron las primeras voces contraria.
“No necesitamos más circo, necesitamos más vacunas y un gobierno”, reclamó el reconocido neurocientífico, Miguel Nicolelis, en Twitter. “¿Alguien puede presentar una orden judicial en la Corte Suprema para detener otro ataque contra el pueblo brasileño? La Copa América se llevará a cabo en el momento en que lleguemos a los 500.000 muertos de COVID”.
La doctora Denise Garrett del Instituto de Vacunación Sabin, una organización sin fines de lucro que aboga por un mejor acceso a las vacunas en Brasil, dijo a The Associated Press que también se opone a que la competencia se lleve a cabo en el país.
Entre los interrogantes que plantea la elección de Brasil, también aparece la logística, dado que varios países cerraron los vuelos hacia y desde ese país a causa de las variantes de coronavirus que se desarrollaron allí. En principio las delegaciones no tendrían problemas en viajar, pero no está claro qué pasará con la prensa acreditada y demás afectados al certamen.
Por otra parte, está por verse cuál será la reacción de los clubes de Europa, que ya habían puesto reparos a ceder a sus jugadores en marzo cuando la CONMEBOL tuvo que suspender la fecha de la eliminatoria debido a la situación sanitaria en Sudamérica ante le propagación de la variante de Manaos.
Otro contratiempo es la vacunación de las selecciones. Argentina y Perú, por caso, todavía no fueron inoculadas. El primero porque las autoridades argentinas no autorizaron el uso de las vacunas Sinovac donadas por la CONMEBOL, mientras en Perú el seleccionado declinó tener prioridad de vacunación por sobre el resto de la población.
Este giro inesperado de la CONMEBOL es el más reciente episodio de una accidentada Copa América.
La entidad sudamericana había apostado por un cambio de formato con dos sedes por primera vez en la historia de la competencia, como una forma de alentar la circulación de los fanáticos de los países limítrofes y colmar los estadios.
Se definieron dos zonas de acuerdo a la cercanía geográfica, con el estadio Monumental de Buenos Aires como sede del partido inaugural y el Roberto Meléndez de Barranquilla para la final.
La pandemia que estalló en marzo de 2020 fue el primer escollo, que forzó la suspensión del evento para 2021. Ya en el nuevo año, los invitados Australia y Qatar, anfitrión del Mundial 2022, declinaron de participar.
A menos de un mes de su inicio, las calles de varias de las ciudades de Colombia se convirtieron en epicentro de multitudinarias protestas contra el gobierno de Iván Duque, que previo a la cancelación pidió a la CONMEBOL postergar la Copa América para los últimos meses de este año, pero en respuesta su país fue apartado de la organización.
Argentina entonces quedó como el favorito para asumir la organización total de la competencia, pero se dio de bruces con una escalada de contagios y un masivo rechazo de la población, que enfrenta las consecuencias económicas de las restricciones impuestas por el gobierno de Alberto Fernández.
Este fin de semana, un grupo de padres que reclaman por la reapertura total de las escuelas se movilizaron frente al predio de la selección de Argentina en la localidad de Ezeiza para expresar su repudio a la disputa de la Copa América cuando “las aulas están cerradas”.
Con voces de la oposición también cuestionando al evento, el gobierno argentino evaluó el daño político justo cuando el presidente Fernández enfrenta su primera prueba electoral con la votación legislativa de noviembre.
“En definitiva, lo que determinó la decisión, no fueron sólo los protocolos o ajustar las medidas sanitarias que se están tomando en el territorio argentino, sino la cantidad de casos: con tantos casos no podíamos llevar adelante la organización de un campeonato de estas características”, dijo el jefe de gabinete de ministros, Santiago Cafiero, el lunes en rueda de prensa.
Caída la Argentina y cuando crecían las acciones de Chile para asumir al menos una parte de la competencia, la CONMEBOL ofreció la Copa América a Brasil.
Según el detalle brindado por la propia entidad del fútbol sudamericano, Domínguez “contactó al presidente de la Confederación Brasileña de Fútbol, Rogério Caboclo, para evaluar la posibilidad de que Brasil albergue la totalidad de los partidos”.
El dirigente brasileño, a su vez, transmitió el convite al presidente Bolsonaro, quien “apoyó la iniciativa de inmediato, con el aval del los ministerios de la Casa Civil, de Salud, de Relaciones Exteriores y de la Secretaría Nacional de Deportes”.
Queda por definir ahora las sedes para la disputa de las dos zonas de la competencia. En el Grupo A están Argentina, Bolivia, Chile, Paraguay y Uruguay. En el B Brasil, Colombia, Ecuador, Perú y Venezuela.
Los cuatro mejores de cada zona clasifican a los cuartos de final.