Edgar Allan Poe y la infausta historia de Cruz Azul

  • Su cuento, la Caída de la Casa Usher, simboliza a La Noria, sede de La Máquina, al sur de ciudad de México

  • Atípico escenario –al lado de un tétrico panteón– de historias tan surrealistas como dramáticas que rayan en el terror

  • Protestas, un secuestro, el exorcismo de una bruja y un ex presidente prófugo de la justicia han marcado la sede del conjunto celeste

  • Aún conservo la rescisión de contrato, recuerda contrito, el ex futbolista Melvin Brown

Periodistas Unidos/Balón Cuadrado. Ciudad de México. 14 de septiembre de 2022.- Inspiraría –de vivir– al escritor estadounidense Edgar Alan Poe, mórbido cultivador de la literatura de terror, la patética historia del equipo Cruz Azul –uno de los cuatro equipos más populares del futbol mexicano con América, Chivas y Pumas— hace casi 25 años.

En una ubicación peculiar, junto al Panteón Xilotepec –en la alcaldía Xochimilco, una de las 16 demarcaciones en que se divida esta capital– las instalaciones de uno de los llamados grandes de la Liga Mx –que conforma 18 equipos—“ha sido escenario de momentos tan surrealistas como dramáticos en el balompié nacional”, describe en un reportaje el diario La Jornada.

Rayano en el terror.

Instalaciones que podrían simbolizar La Caída de la Casa Usher, una de las historias de terror más emblemáticas del escritor estadounidense, quien tuvo una muerte prematura a los 40 años: nació en 1809 y falleció en 1849.

El ritual de una bruja, el secuestro de un entrenador, el derrumbe de una carrera futbolística por un par de cervezas, así como un efervescente reclamo de la afición, son algunos de los episodios que tienen en común a La Noria, casa de Cruz Azul.

Y que, de manera estoica, sus seguidores han seguido siendo fieles… hasta la ignominia.

Ahí solía despachar su entonces presidente, Guillermo Álvarez Cuevas, prófugo de la ley hace casi dos años –perseguido por la Interpol— acusado de lavado de dinero y delincuencia organizada.

De ser un equipo glorioso –casi invencible, por eso el apodo de La Máquina– en la década de los años 70s, donde conquistó cinco de los nueve títulos. Para conseguir el último, en 2021, tuvieron que pasar 23 años.

Saltó de la gloria a los sótanos del infierno del balón.

Un terreno de 45 mil 600 metros cuadrados con tres canchas, gimnasio, oficinas y un Salón de la Fama del Futbol podrían deslumbrar a cualquiera, como fue el caso del ex técnico uruguayo Sergio Markarián, quien llegó a decir que un plantel con estas instalaciones lo menos que merece es ser campeón.

Sin embargo, la perspectiva de la FIFA es diferente.

El recinto que resguarda a La Máquina desde 1990 en Xochimilco fue el único de los tres equipos capitalinos de la Liga Mx en no ser considerado como campamento de selecciones para el Mundial de 2026. Que México organizará conjuntamente con Estados Unidos y Canadá.

Pero el desdén a la residencia celeste es apenas el ápice de una serie de desventuras que guarda La Noria, como cuando el ex presidente deportivo Guillermo Billy Álvarez corrió al plantel titular.

Hecho inédito que dio la vuelta al mundo.

La estaca de un 6-1 por parte del Fénix de Uruguay en la Copa Libertadores 2003 provocó el despido de Óscar Pérez, Sergio Almaguer, Melvin Brown, Gilberto Jiménez, Flavio Davino, Miguel Zepeda, Pablo Galdames, Julio César Pinheiro, Sebastián Abreu, Daniel Baldi y Juan Francisco Palencia.

“Aún conservo la rescisión del contrato, hasta lo tengo enmarcado”, revela con dolor reflejado en la voz y el rostro Melvin Brown, de origen afrodescendiente, quien fue parte del equipo en uno de los momentos más sombríos.

“La gente de experiencia no aceptamos (la rescisión), hubo muchas mesas de negociación en las que se ponían cláusulas que no eran buenas. ¿Cómo era posible ser dado de baja a mitad de torneo para después ser recontratados?”, rememora entre una mezcla de incredulidad y enojo.

“Estuvimos fuera 15 días, incluso me hablaron del Gremio de Brasil, pero los rechacé, yo quería a Cruz Azul”, confiesa.

Recuerdo terrible

La calle Guadalupe I. Ramírez, paralela a Camino San Pablo, donde se ubica La Noria, es el recuerdo más agrio para el ex técnico Rubén Omar Romano.

Justo en esa vía fue interceptado en su camioneta para ser secuestrado en 2005 al salir de un entrenamiento con los celestes.

Romano pasó 65 días encerrado en una casa en Iztapalapa con los ojos cerrados y sumergido entre el temor e incertidumbre.

La estadía fue atroz, pero la liberación cayó en lo insólito.

La entonces Agencia Federal de Investigaciones, encabezada por Genaro García Luna –actualmente enjuiciado en Estados Unidos, acusado de conspirar para traficar cocaína–, liberó al entrenador en un operativo que casualmente cubrieron varios periodistas.

“Gracias a la AFI que me salvó”, fue la frase épica del entrenador al regresar sólo tres días después a dirigir al plantel.

Una de las carreras que se perfilaba para ser de las más prominentes del futbol mexicano vivió su declive justo a unos metros de la puerta de La Noria.

Mientras el equipo agonizaba en el plano deportivo con escasa posibilidades de llegar a la liguilla del torneo Clausura 2018, el delantero mundialista Carlos Gullit Peña tenía el hábito peculiar de comprar cervezas en una tienda frente a las instalaciones del club al término de los entrenamientos.

“Él viene seguido”, fueron las palabras con las cuales el personal de la tienda delató al jugador ante una reportera del portal ESPN.

“Gullit me debe más a mí de lo que yo le debo a él”, llegaría a decir un decepcionado Pedro Caixinha, quien apostó por el delantero al llevarlo a Europa con el Rangers para más tarde repatriar con La Máquina.

El club rescindió el contrato de Peña poco después de que se revelara su situación.

Un año más tarde, el propio ariete reconoció su problema de alcoholismo. Incluso intentó rehabilitarse. Pero su carrera sólo fue en descenso, buscando espacios en Centroamérica donde sólo anotó cuatro goles.

La Máquina vivió ese torneo con tal agonía que fue auxiliado de una manera tan irrisoria que hasta los propios aficionados del club se apenaban.

Y más:

Resulta impensable que viva esos avatares un equipo considerado el sexto mejor cotizado –entre 18 clubes– por el portal Transfermarkt –que evalúa a las mejores ligas del mundo— con 51 millones 700 mil euros, poco más de mil millones de pesos.

Pero, todo es posible en el reino de los zares del balón.

Entre hierbas y hechizos

Invocando a ídolos, sacudiendo hierbas y con una cabeza de vaca y otra de cerdo, la llamada bruja Zulema dio un espectáculo memorable afuera de La Noria, justo donde el escudo de Cruz Azul presume sus glorias deportivas.

“En este lugar, en el año 1997, alguien realizó una maldición. Vine a hacerles una limpia para romper el hechizo y para que el equipo por lo menos gane el próximo partido”, diría Zulema ante los medios de información que cubrían el bochornoso acto.

Así como La Noria ha recibido a aficionados para alentar a los jugadores en sus entrenamientos, también ha terminado cercada para protegerla de la furia de los fans.

El 29 de mayo de 2021, día en el cual el club disputaría la final del torneo Guardianes 2021, las instalaciones del plantel fueron blindadas con vallas metálicas.

El equipo diría que era para protegerlas de los posibles festejos en caso de romper con el ayuno de títulos después de 23 años, pero se les olvidó mencionar que también podrían servir como resguardo en caso de perder.

A diferencia de ese entonces, la directiva olvidó hace unos días también acorazar su casa tras la histórica goleada 7-0 que sufrieron ante el América, club que les ha arrebatado dos trofeos de manera dramática.

A la mañana siguiente del descalabro, las cortinas de la tienda oficial del club en sus instalaciones fueron grafiteadas con frases lapidarias:

“Mancharon nuestra historia, Mercenarios”.

No era la primera vez que los seguidores reclamaban, ya en 2019 también habían protestado por no poder romper la hegemonía de las Águilas.

Sin embargo, ahora la queja fue más severa.

Sumergida en la cólera, la afición esperó a los jugadores para interceptarlos al término del entrenamiento e incluso los amenazó, extralimitándose:

“Cata y Baca $e jubilan o lo$ jubilamo$”.

La deshonra deportiva ante las Águilas era imperdonable, al grado de que los seguidores estrellaron un huevo en el BMW del delantero Uriel Antuna.

«Huevos les faltan, huevos les traemos», fue la frase con la cual reclamaron la falta de gallardía a los jugadores.

Sólo se salvaron Rafael Baca, Julio César Cata Domínguez y el arquero Sebastián Jurado, los principales perseguidos por la afición, quienes lograron salir por una puerta alterna de La Noria, ese espacio que convoca a la pasión y al drama.

 Es la Casa Usher, pintada de azul.

Corre el riesgo de hundirse.

(Con información del diario La Jornada)

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