«Farsa», credencialización de barras contra violencia en el futbol mexicano

  • «En la vieja escuela se ríen  de la medida», publica el diario La Jornada

  • Fácil burlar las medidas en Liga MX para ingresar a los partidos

  • En los viajes que hacen como visitantes, se consume activo –a base de thinner–, mariguana y cocaína

  • Sin faltar ríos de cerveza

  • El periódico también –en su columna semanal de análisis futbolístico– tilda de “grotesco, ridículo y cursi” la vuelta al actual torneo donde llamó la atención el patético clásico nacional

  • Siguió el torneo en la fecha 10, con más pena que gloria, tras los aciagos momentos que ocurrieron el pasado 5 de marzo en el estadio Corregidora

Periodistas Unidos/Balón Cuadrado. Ciudad de México. 15 de marzo de 2022.- Es un asunto de líderes la relación con las directivas de los 18 equipos de la Liga Mx, así como la fluida distribución de boletos para las barras. Nadie más que ellos y su gente de confianza –uno o dos allegados– asisten a las reuniones que se programan para partidos considerados de ‘alto riesgo’, como que del pasado 5 de marzo entre Querétaro y Atlas, en el estadio La Corregidora que dejó un saldo extraoficial de 50 lesionados, cuatro graves.

“Escuchábamos de esas reuniones, pero no sabíamos con quiénes se sentaban los líderes. Nunca me tocó asistir a alguna. Pero, por ejemplo, a nosotros nos vendían un boleto ‘de cortesía’ o que tenía un costo impreso de ‘50 centavos’ en 150 o 200 pesos, dependiendo el partido”, cuenta un barrista de Las Águilas avecindado en Ciudad Nezahualcóyotl, en la segunda y última entrega del diario La Jornada sobre las repercusiones de lo sucedido en el Estadio Corregidora, el pasado 5 de marzo.

El más caro que pagó fue de 300 pesos en un América-Chivas. El más barato fue de 50 pesos, en un América-Jaguares, recuerda.

Narra:

“En eso se resume el negocio de las entradas. El reparto empieza por los cabecillas, luego con los integrantes ‘oficiales’ (que suelen asistir a todos los partidos) y termina con los de nuevo ingreso. Los líderes, elegidos por el tiempo que llevan en la barra y su don de mando, se encargan de coordinar la llegada a los estadios y, como en el caso de La Monumental, del proceso de credencialización”.

Detalla otro integrante de La Monumental al reportero Alberto Aceves:

“Acá no nos entregan boletos, sino ‘tarjetas’ que La Monu o El Disturbio mandan hacer. Llegas al primer filtro de seguridad y los policías te revisan. Pasando te lo quitan y te dan una credencial, que no necesariamente tiene tu nombre. Como se supone que estamos credencializados, te quedas con tu identificación”.

 Ya en los torniquetes del estadio, precisa, “te cambian la credencial por un ticket. Te revisan y avanzas hasta el Túnel 5, donde entregas el boleto y te instalas con la barra”.

Los barristas viajan en transporte colectivo, pagan o secuestran camiones para hacer una llegada escandalosa a los estadios, plagada de cánticos, barullo y banderas al aire.

En el camino, las drogas que más se consumen son el activo –a base de thinner–, la mariguana y la cocaína, sin faltar ríos de cerveza.

“Todo es consumo personal», aclara el americanista.

«Los policías están al tanto, saben cómo es la organización de cada barrio, los ven pasar o hasta los escoltan”, agrega.

Los rabiosos actos violentos del pasado 5 de marzo en el estadio La Corregidora –que circularon alrededor del mundo–, han dado pie al anuncio de un nuevo proceso de credencialización, impulsado con bombo y platillo por la Liga Mx y que financiará la Federación Mexicana de Futbol.

Los barristas de la vieja escuela se ríen de esa medida, porque dicen que ahora resulta que no nos conocen, que sólo somos un grupo de animación.

Un ex integrante de La Sangre Azul plantea una pregunta para la reflexión:

“Antes, sí encendíamos bengalas o metíamos algún trapo a la cabecera, la FMF nos multaba. Los líderes de la barra nos pedían 100 o 200 pesos porque el club se había quejado y teníamos que pagar…”

Y pregunta con sorna:

“¿O ya no se acuerdan?”

Hugo Sánchez Gudiño, doctor e investigador de la UNAM, no observa un panorama menos violento a corto plazo, a pesar de las sanciones que implementaron las autoridades de la Liga Mx y la FMF sobre el club Querétaro y sus aficionados.

En los tiempos de las redes sociales, reflexiona, “por donde circulan mensajes de provocación entre seguidores de unos y otros bandos, las pasiones se atizan y exacerban”.

Hay medidas, lamenta, que “son bastante criticables”.

Es necesario, urge, “atender las causas, atacar las raíces con autoridades deportivas, de gobierno y especialistas. Los directivos siguen en la parte superficial, en la parte de la imagen. Los generadores del problema continúan ahí, intactos, y así es difícil resolverlos. Las barras ya no se pueden quitar del futbol, son parte del organigrama de los equipos”.

Liga MX ridícula y cursi

En su columna semanal de análisis futbolístico, tras los aciagos momentos que ocurrieron el pasado 5 de marzo en el estadio Corregidora, con un saldo de unos 50 lesionados extraoficialmente, el diario La Jornada, también, analiza hoy que la Liga Mx retomó actividad y lo hizo con una “resaca monumental”, como “el alcohólico mala copa” que quiere hacerse perdonar por los estropicios causados, pero lo hace con tal énfasis y exageración que cae de nuevo en lo “grotesco, bordea lo ridículo y resulta hasta cursi”.

El futbol mexicano volvió a las canchas “sin emprender acciones de fondo, lavó superficialmente los rastros de violencia: clausuró el estadio La Corregidora, asestó una multa, vetó directivos (no eran de los consentidos o influencers) y metió debajo de la alfombra a las barras bravas”, puntualiza el artículo de opinión firmado por la reportera Marlene Santos Alejo.

Critica con ácida sorna:

“Palomas blancas lanzadas al aire, discursos de los capitanes, mantas con la frase oficial pacifista, niños con indumentaria alba, presentación con jugadores intercalados, pausa al minuto 62 –el álgido instante de la batalla campal aquel 5 de marzo–, abrazos en la cancha. Es decir, adentro y de cara a las cámaras, amorosos a más no poder.

“Afuera, ostentosos despliegues de seguridad, cientos de uniformados, varias ambulancias, helicópteros y revisiones exhaustivas a la entrada de los estadios…

… todo lo que faltó aquella infausta tarde”.

Para ella, el equipo de Gallos Blancos “está como muerto en vida”:

“No puede jugar de local con público y su rijosa barra, que anda a salto de mata, quedó impedida de salir a la luz durante tres años. Desde luego, no podía ser desafiliado porque el gran perdedor iba a ser Grupo Caliente –propiedad de Jorge Hank Rhon, señalado por la prensa de presuntos vínculos con la delincuencia organizada–, aún dueño de la franquicia y amable patrocinador de la Liga”.

Nadie, ironiza, “en su sano juicio patea el bolsillo”.

La explicación oficial fue que no quieren dejar sin trabajo a los futbolistas del club.

Todo, precisa la periodista, “menos tocar a las barras, grupos de rijosos que abiertamente confiesan su adicción, no sólo a los estupefacientes, sino a las broncas que les hacen sentir la adrenalina a tope, porque en las canchas –¿para qué ocultar la verdad?– escasean las emociones… Los federativos desempolvaron el discurso de la credencialización, pero ahora, en tiempos de extender lazos hacia la liga estadounidense, la llaman pomposamente Fan ID”.

Abrumador hasta “el hastío”, lamenta, “ha resultado el bombardeo de mensajes de paz, bien saben los dueños que la trifulca pudo brotar en cualquier otra plaza, pues la seguridad post pandemia estaba laxa, en la dejadez total… Los Rayos recibieron a los cabizbajos emplumados sin público, no fuera a colarse algún malandro. La depresión entre los dirigidos por Hernán Cristante fue tal que resultaron un verdadero salvavidas para el equipo de Jaime Lozano”.

Concluye:

“Insulso y anodino el clásico Chivas-América, y si algo sobresalió en el Cruz Azul-Pumas fue la ausencia de aficionados…

“Para los federativos lo importante no es cuidar la calidad de lo que sucede en la cancha, sino sus intereses, su industria tocada hasta los cimientos por la brutalidad. Es más, urge limpiar la casa ante la próxima visita del ahora mandón equipo de las barras y las estrellas en choque de eliminatoria mundialista –el próximo 24 de marzo. Los comandados por Gregg Berhalter contemplan inquietos el desastre y exigen seguridad.

Pobre futbol mexicano: lejos de Dios en las manos de la mafia del balón.

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