Gracias al futbol, jugadoras afganas burlan al talibán
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Un grupo de ellas encuentra un nuevo hogar en Italia
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‘Ve por tu futuro, por el futbol’, su consigna
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Las integrantes de un equipo de Herat dejaron atrás su vida en Afganistán
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Con la esperanza de tener un futuro en un país donde puedan jugar y estudiar
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Deporte que las hace «sentirse poderosas”
Periodistas Unidos. Ciudad de México. 18 de septiembre de 2021.- Desde Avezzano –unos 46 mil 500 habitantes–, narra una historia descarnadamente entrañable Elisabetta Povoledo – quien escribe sobre Italia hace tres décadas y trabaja para The New York Times y sus filiales desde 1992—, sobre la secuelas del fundamentalismo: dos días después de que los combatientes talibanes tomaron Herat, la tercera ciudad más grande de Afganistán, el periodista italiano Stefano Liberti recibió un sorpresivo mensaje a través de Facebook:
“Hola, señor, estamos en problemas”.
Y la pregunta irremediable:
“¿Puede ayudarnos?”
El mensaje enviado el mes pasado procedía de Susan, de 21 años, excapitana del Bastan, un equipo de futbol femenino que alguna vez fue tema de un documental realizado por Liberti y su colega Mario Poeta.
“Para mí el futbol es como la comida”, dijo Susan más tarde, y el miedo a no volver a jugar bajo el régimen talibán, “me hizo sentir como si estuviera muerta”.
Como en el caso de otros entrevistados para este artículo, solo se menciona su nombre de pila para proteger su identidad.
Trece días después de ponerse en contacto con Liberti, Susan llegó a Italia junto con dos de sus compañeras de equipo, su entrenador y varios familiares.
Aterrizaron en el aeropuerto principal de Roma tras un vuelo que fue posible gracias a los dos periodistas, una organización no gubernamental con sede en Florencia, varios legisladores italianos y funcionarios de los ministerios de Defensa y Asuntos Exteriores de Italia.
El grupo proveniente de Herat –16 personas en total–, transitó por un campamento de tiendas de campaña dirigido por la Cruz Roja italiana en Avezzano, en los Apeninos, donde más de 1400 afganos evacuados a Italia han pasado la cuarentena en las últimas semanas.
Como tantos afganos, las jugadoras dejaron atrás su vida para poder hacer el viaje.
Susan interrumpió sus estudios universitarios de literatura inglesa para abandonar el país con sus padres, dos hermanas y un hermano.
Durante la primera época del gobierno talibán –que duró cinco años–, las mujeres tenían prohibido practicar deportes y ver televisión. Incluso después de que el grupo fue expulsado del poder en 2001, la práctica del deporte siguió siendo un desafío para las mujeres afganas, y para los hombres que las ayudaban.
En Herat Football Club, el documental de 2017 que hicieron los periodistas acerca del equipo, Najibullah, el entrenador, dijo que había sido amenazado en repetidas ocasiones por los talibanes por entrenar a mujeres jóvenes.
El regreso de los talibanes al poder ha provocado temor no solo de que se vuelvan a imponer restricciones al deporte, sino también de que las atletas que surgieron en los últimos 20 años sean objeto de represalias.
El mes pasado, Khalida Popal, la antigua capitana del equipo nacional femenil, quien salió de Afganistán en 2011 y ahora vive en Copenhague, Dinamarca, utilizó las redes sociales y los medios de comunicación para aconsejar a las mujeres que habían practicado deporte en Afganistán que cerraran sus cuentas en las redes sociales, eliminaran cualquier rastro en internet e incluso quemaran sus uniformes.
“No tienen a nadie a quien recurrir para buscar protección o pedir ayuda si están en peligro”, dijo en una entrevista para la agencia noticiosa británica Reuters.
Otra jugadora de Herat, Fatema, de 19 años, también abandonó sus estudios universitarios en administración y política pública. Llegó a Italia con un hermano, pero su padre enfermó mientras intentaban atravesar la multitud en el aeropuerto de Kabul, por lo que él y su madre se quedaron.
“Me dijeron: ‘Vete tú, ve por tu futuro, por el futbol, por tu educación’”, narró Fatema.
“Jugar futbol me hace sentir poderosa y un ejemplo para otras chicas, para demostrar que puedes hacer todo lo que quieras”, dijo Fatema.
Expresó su esperanza de que eso también ocurra en Italia.
“Ahora quiero que Italia sea mi país”, afirmó.
La mayor de las tres jugadoras, Maryam, de 23 años, ya tenía una licenciatura en administración y había trabajado como profesora de una autoescuela en Herat. Se veía a sí misma como un modelo a seguir que inspira a las jóvenes con su ejemplo “por el futbol, por la conducción”.
“Era una integrante activa de la sociedad”, dijo Maryam, un papel que estaba segura de que no podría tener bajo el régimen de los talibanes.
Maryam fue la única integrante del equipo que llegó sola a Italia, aunque dijo que esperaba que su familia se le uniera después.
“Me cuesta trabajo sonreír”, reconoció. “Pero espero que mi futuro sea bueno, seguro será mucho mejor que bajo el régimen talibán”.
Las jugadoras dicen que muchas de sus compañeras de Herat siguen en Kabul, con la esperanza de poder llegar a Australia, donde han evacuado a algunas jugadoras de la selección femenil de Afganistán.
El viernes 3 de septiembre, las tres mujeres y sus familias fueron trasladadas a la ciudad italiana de Florencia. La Federación Italiana de Futbol, algunos clubes del balompié y la capitana de la selección nacional, Sara Gama, han ofrecido su apoyo a las jóvenes jugadoras afganas.
“Ha habido mucha solidaridad”, señaló Liberti, el documentalista.
En una tarde calurosa hace poco, Fatema y Maryam hicieron algo que nunca habían hecho antes: jugaron con unos jóvenes.
Al preguntarles qué sintieron, Maryam mostró una gran sonrisa y levantó el pulgar.
“Se sintió bien”, añadió Fatema y concluyó:
“La gente no nos miraba como si hubiéramos hecho algo malo”.
(Con información del diario The New York Times)