Ignacio Trelles: “México jamás ganará un Mundial”

Foto: Especial

Por Jesús Yañez Orozco

  • Se juega con el mismo balón, dice, pero el futbol es distinto en todo el mundo
  • El balompié, critica, cada vez más negocio y menos espectáculo
  • Dios y el diablo, Televisa y TV-Azteca, opina
  • Rechaza el mote de Ratones Verdes  impuesto al Tri, cuando él lo dirigía
  • Considera a Manuel Seyde, autor de ese apodo, como uno de “los peores” periodistas deportivos
(El pasado martes falleció Ignacio Trelles Campos. Tenía 103 años de edad. Legendario entrenador del Tri y de múltiples clubes del balompié nacional. Dirigió mil 83 juegos. Récord de siete títulos de liga de torneos largos. Antes de su deceso, Jesús Yáñez, director de Balón Cuadrado, tuvo oportunidad de entrevistar en dos ocasiones, con un tinte sociológico del deporte, a este personaje –complejamente sencillo– que marcó un hito en la historia. La primera se publicó en la Revista Etcétera, de mayo de 2015. En memoria de Don Nacho reproducimos nuevamente esta aportación periodística. Mañana, aparecerá en este portal la segunda que apareció en el mensuario Zócalo).

Periodistas Unidos.. Ciudad de México. 26 de marzo de 2020.- En el dintel de la centuria, Ignacio Trelles Campos mantiene la lucidez y sabiduría de los antiguos filósofos griegos… pero del balón. Aunque también puede ser considerado tlatoani, Tata, del futbol nacional: es el máximo ganador de títulos de liga, dos copas del mundo en la dirección técnica de la Selección Nacional y posee el récord de partidos dirigidos en el balompié local, mil 83.

Afirma, sin pelos en la lengua, que México “jamás” ganará una Copa del Mundo.

“Solo en sueños” ironiza.

–¿Por qué?

–No, imposible.

–¿Imposible?

–Sería absurdo, siquiera, pensar en ello. Porque la realidad la está uno viviendo. Afortunadamente el futbol me llevó al futbol del mundo. Conocí muchas partes: Europa, Canadá, Estados Unidos, toda Sudamérica, África. Se juega con el mismo balón, pero el futbol en todos lados es distinto”.

–¿Se soñó como campeón del mundo como director técnico de la selección nacional?

–Soñando, sí. Pero soñando despierto, no. Soñando despierto tenía que ser muy realista. Cuando soñaba con ser campeón del mundo no quería despertar.

–Porque usted estuvo en dos mundiales, en Chile e Inglaterra, ¿dónde sintió más cerca de lograrlo?

–Chile. No de ser campeón del mundo. Pero sí de mejorar lo que México había conseguido.

En ese torneo la representación nacional derrotó 2-1 a Checoslovaquia, equipo que resultó subcampeón mundial. Algo que ningún otro equipo ha osado hacer. Trelles tampoco se ufana. Cala su humildad y sencillez ante esa hazaña, que no es pírrica.

–Salvo el mundial de 1962 que usted dirigió, acaso ¿México es campeón de la derrota?

Breve silencio. Duele. Pesa.

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(Ignacio Trelles con Pelé y Antonio Carbajal, el Cinco Copas)

–No necesariamente. Porque había equipos de un poco de menor calidad que el mexicano que quedaban eliminados a lo mejor antes. México tenía la virtud que daba sorpresas. Y hacía algo importante. Aunque nada más eso: participaba, puntualiza con resignación.

–¿México es eterno convidado de la piedra? ¿Difícilmente es protagonista con aspiraciones reales de título en los mundiales?

–Así es. Y  nadie podría decir por qué sucede eso. Habrá muchos puntos de vista pero no coinciden que establezcan por qué a México le sucede eso en el futbol.

–¿O será que tiene que ver, en gran medida, con la idiosincrasia, que históricamente estamos acostumbrados a la derrota, desde la conquista española?

–Sin embargo, se acostumbra uno a ello. Entonces no hay problema con relación a esa realidad, que ahí está. Eso no solamente le pasa a México. Le sucede a muchísimos países que también practican el futbol y están peor que México. Pero estamos hablando de México, que es lo que nos importa.

–Como técnico en el Mundial de Inglaterra 1966 le tocó el apodo de los Ratones  Verdes, de la autoría de Manuel Seyde, periodista de Excélsior, ¿es válido 50 años después?

Por primera vez cambia el tono de su voz. Con una ligera pátina de rencor escupe sus palabras.

–De ninguna manera. Tengo mi punto de vista con relación a periodistas y la que tengo sobre Seyde es de las peores. Pero así es México… así es México.

–¿Entonces esa etiqueta de Ratones Verdes no es aplicable a la Selección Nacional desde su punto de vista?

–En ese tiempo no. No cabe admitirlo. Porque practicaba un futbol más limpio. Claro, con buenos jugadores. Claro que no teníamos Pelés o ese tipo de futbolistas. Pero se jugaba bien.

–Por su discurso deduzco, que en algún momento podría aplicarse el apodo de los Ratones Verdes al Tri.

–No. De ninguna manera. Son cosas que se van dando que uno no sabe por qué salen a tono.

–¿No está harto de los medios?

–Nooo.

–¿No lo han tratado bien?

–Hubo cinco o seis periodistas que me trataron mal. Manuel Seyde, Antonio Andere, con quien comencé bien y terminé mal.

–¿José Ramón Fernández?

–Nooo, muy bien, muy bien.

Lo que pasa es que él no sabe de futbol, ironiza quien esto escribe.

Y Trelles desata la risa de su pensamiento y del corazón que estalla en sus labios y contagia a los demás.

(Don Nacho Trelles dirigió a Miguel Marín con La Máquina de Cruz Azul)

–¿Cuál es la mayor maldición del futbol mexicano?

Otro silencio largo.

–Me niego un poco a aceptarlo como maldición.

–¿La mayor bendición del futbol mexicano?

–No encuentro que haya tal. Que de vez en cuando se da un campanazo que sostiene. México ha ganado partidos históricos que apoyan lo que es la selección.

–Quizá la medalla de oro en los Juegos Olímpicos de Inglaterra 2012, y la conquista de los mundiales Sub 17. Algún hecho histórico de esos, que recuerde, ¿quizá lo logrado en Chile, al vencer a Checoslovaquia?

–En este momento no recuerdo. Ha sido poco pero con mucha resonancia. Sin embargo, el futbol no pierde interés en México. Aumenta. Por ejemplo, que estadios tenemos, caray.

Trelles nunca pierde la ilación de su discurso, pese a que está cercano al centenario. Cumplirá 99 años el próximo 31 de julio. Aunque a veces es cortante.

Lleva el peso de su tiempo apoyándose en una andadera de metal, con paso casino sobre las canchas  y pasillos de la Noria, donde entra Cruz Azul, al sur del Distrito Federal. Desde hace dos décadas coordina las fuerzas básicas del cuadro cementero.

–¿Qué falta a la mentalidad del futbolista mexicano para cambiarla y dar el giro de la derrota al triunfo, usted que dirigió tantos jugadores?

–No tengo forma de contestarlo. Porque el futbolista es un ser humano impredecible. Teniéndolos juntos tanto tiempo, en viajes y entrenamientos son diferentes entrenamientos y juegos. Sin embargo, el balón los obliga, más o menos, a aceptarse uno al otro.

“Si a uno le doy el pase para que haga el gol lo felicitan a él y no al que dio el pase. Cuando debe felicitarse a los dos.”

–¿Es una forma de control social el futbol?

–No. Al contrario: crea problemas sociales, incluso.

–Si no hubiera futbol habría más problemas sociales porque, más que las religiones, se ha convertido en el verdadero opio de los pueblos y ocurre con la mayoría de los deportes – espectáculos, aclara el reportero.

–Sí exacto, concede Trelles.

–¿Ahora ya no las religiones, la que sea, si no el futbol, insisto, se ha convertido en opio de los pueblos?

–Algo parecido. (Pero) No llega tanto. Porque necesitaríamos conocer a los demás países, que están en esas condiciones, como conocemos a México. Por ejemplo, en África se juega con mucha violencia. Se destrozan unos a los otros antes que pegarle bien a un balón.

“Los países son los que establecen situaciones y todos los que pertenecen a ellos para llevar a cabo una u otra actividad. El balón es el mismo, pero el futbol no es igual”.

–¿Televisa y tv Azteca son Dios o el Diablo en el futbol?

–Son las dos cosas, según se presenten situaciones.

–Más que deporte ¿es negocio?

–El negocio se  presenta en la vida de todas las personas. Como quien pone un puesto de tacos. Hay quién los consume y quién no.

–Insisto: cada vez el futbol es más negocio y menos espectáculo, porque en medio se suelen ver dos o tres jugadas gratas durante 90 minutos y a veces ni una ¿qué opina?

–Desgraciadamente, así es. Pero no se ve que hay  quienes quieran que se vuelvan a hacer las cosas como antes. Grupos, países o personas de manera especial. Que traten que las cosas sean de mejor manera. Al contrario: va empeorando la situación. No encuentra uno personajes que pretenda que el futbol siga siendo tan especial como era antes. Ahora se juega con mucha violencia.

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“Aunque se nota más calidad individual de los futbolistas. Porque antaño era común aceptar jugadores de una sola pierna: derechos o zurdos. En esa calidad han mejorado es su capacidad técnica. Hay quienes son ambidiestros con los pies. Pero está mal usada.”

–¿El futbol es un espectáculo o deporte?

–Como otras actividades artísticas sigue siendo espectáculo. Necesariamente, como el beisbol, música, obras de teatro, ballet…

Llama la atención el argentado mostacho de Trelles, diminuta luna rectangular que ilumina su rostro descarnado desde tiempos inmemoriales, como el que usaban los gales de la época de oro del cine mexicano.

–¿El futbol es el absoluto anti fair play, pues se ha convertido –por las grandes empresas, los medios de comunicación–, en un espectáculo terriblemente triste?

–Depende de las condiciones que se vayan dando, y los resultados que se presentan de acuerdo a lo que se aspira.

“Por ejemplo hay países que tienen muy buen futbol, brillante, siempre aspiran a ganar. Pero hay países que no lo tienen. Se conforman plenamente con ese futbol que no llega al nivel de otros países. Lo practica y se atreve a jugarlo aunque sabe que las posibilidades de ganar no están presentes. Se pierde pero se juega. Y el jugador acaba siendo lo importante, independientemente del triunfo. Así es la vida.”

Pedro Trogilo, excompañero de Maradona en la selección 1990 en Italia, y como técnico del equipo argentino Gimnasia y Esgrima, afirmó que desearía tener asesinos en serie en la cancha, ¿a eso ha llegado el fair play?

–Exagera, dice cortante.

–El futbol arte, bello que alguna vez hubo, ha sucumbido ante el futbol de velocidad, fuerza que deriva en violencia…

Interrumpe Trelles la pregunta.

–Todo eso lleva a la violencia y vas  a las tribunas y regresa a la cancha. Va y viene la violencia (en los estadios).

–¿Se arrepiente de algo?

–No. Porque este deporte ha sido y será siempre, el segundo aspecto de amor. Porque sobre el futbol está mi familia, afortunadamente. A la que le debo todo. Es una familia modelo. Naturalmente ha sufrido cambios. Por la edad de quienes formamos parte de ellas. Mi familia número uno. El futbol número dos.

–¿De qué se siente más orgulloso?

–De mi familia. Para el hombre o la mujer, la familia es lo más importante. La raza humana está representada por familias.

Cuando transcurren 45 minutos de entrevista un acceso de tos lo agobia.

Se le ha secado la garganta. Solicita una botella con agua a su hija, Leticia. Bebe sorbitos y pide que la charla continúe.

–¿Qué opina sobre la bandera y el himno nacional cuyo uso se ha desvirtuado en aras del negocio, por parte de las televisoras cuando juega la Selección Nacional?

–Tengo tal sentimiento por la bandera nacional y el himno que nunca se me ha ocurrido pensar más que de esa manera. Nunca nada me ha hecho dudar de ese amor que siento por la bandera y su águila. Es  hermosísima, además.

(Siempre creativo, recurría a otros deportes, como basquetbol y futbol americano para entrenar a sus equipos)

–Pero ¿qué piensa presidentes de la República en turno, que traen la banda presidencial en el pecho? que juran ante la bandera y que traicionan, roban, matan, son corruptos, y el himno y la bandera se los pasan por el arco del triunfo?

–Si, así es, ataja la pregunta y acaba echándole cerrojo a la respuesta.

Y sin medir pregunta, agrega:

–Ahora el sacerdote mayor de México – dice refiriéndose al cardenal Norberto Rivera Carrera- ya cambió… era de una forma. Ahora ya cambió- subraya con una cantaleta chilanga de sorna.

–¿Es usted católico, cristiano, apostólico?

–Mi familia era católica, pero yo nunca iba  a la iglesia.

–¿En algún partido emocionante invocó alguna fe?

–No.

–¿Desplegó alguna plegaria?

–No.

¿Cuál es su fe?

–Católica, nada más. Mi mamá era muy católica. De Guadalajara. Mi papá no era de ir a la iglesia. A él le gustaba ir a la ópera. Era su sello muy importante. Iba a escucharla  a Chapultepec. Algunas veces me arrastraba a mí, en lugar de dejarme ir a cascarear.

Más risas.

–Aunque siempre se ha definido apolítico. ¿Se imaginó llegar a ver el terrible, jodido –por decirlo con algodones–, momento social por el que atraviesa México?

–No. Al principio de mi vida era una atracción muy agradable. Ha ido a menos. ¡Qué país estamos viviendo caray!

–¿Se lo imaginaba?

–Nunca. Al contrario. Pensaba uno que las cosas iban mejorando con relación a otros países con mejores niveles. Pero hace mucho tiempo que ya no es así. Hay bueno, malo y regular.

–¿Cómo ve a los políticos?

–Como se ven ellos. Sólo se ven ellos. Nada más. No estoy en condiciones de dar un punto de vista a fondo, porque no tengo el conocimiento. Qué bueno que no soy político.

–¿Qué haría si lo fuera?

–Lo mismo que hacen todos.

¿Robar?

–No queda de otra.

–¿Qué opina de la desaparición de los 43 normalistas de Ayotzinapa?

–Es algo increíble. Pero me entero que igual sucede en África y así. Y en mayor medida. Pero así es. Así es el mundo. Menos mal que me toca cuando voy  de salida (cerca de la muerte). Imagine que me hubiera tocado hace 20 años o 30, reflexiona y dibuja una expresión de desamparo en su rostro ajado por el tiempo.

–¿Es un consuelo?

–Sí, claro.

–¿Cómo se imagina su muerte?

–Estando dormido -dice mientras cruza los brazos sobre su pecho, imagen momificada- y en mi cama. Es la forma ideal de morir. Y no despertar.

Tras casi 60 minutos de entrevista, el reportero agradece el tiempo dispensado por Trelles, quien ataja, con su irremediable tono defeño:

–El agradecido soy yo. ¡Qué bueno se acuerdan de un veterano!, dice con mirada pizpireta que hace estallar risas de nuevo, que se mezclan con el trinar, serenata matinal, de pájaros.

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