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“Somos campeonas, pase lo que pase”, afirma Mariana Juárez tricampeona mundial
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Elogia a su rival, Jackie Nava, rumbo a la esperada pelea de este sábado en Tijuana
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“Es una gran peleadora y extraordinaria mujer”, asegura
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Disputarán el título diamante supergallo del CMB
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Promete que los aficionados son los únicos que “saldrán ganando”
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Lamenta a que en este tipo de combates ellas apenas reciban sólo 10 por ciento de las bolsas de lo que perciben los varones
Periodistas Unidos/Balón Cuadrado. Ciudad de México. 30 de octubre de 2021.- En plena madurez como mujer, blindada por su sensual belleza, la atenaza el amor por el boxeo –que define de “elegante brutalidad”–. Diosa del olimpo del ring hace 23 años. Blande sus palabras, espada afilada por el embrujo de pugilato, y su inconmensurable orgía de golpes.
“Siempre salimos a dar la vida”, resumió Mariana Juárez, multicampeona mundial de box.
Y exclamó a los cuatro vientos:
“Me siento en mi mejor momento”.
Y amenazó:
“Vamos por ese cinturón.”
Juárez tiene 69 combates a lo largo de su carrera profesional, con un saldo de 55 peleas ganadas, 10 descalabros y cuatro empates.
Exfutbolista, actriz, conductora, modelo, conferencista y madre, 1.67 metros de estatura, a los 41 años de edad –23 de ellos sobre el cuadrilátero–, casi en el dintel de su adiós a los encordados.
La Barbie Juárez –muñeca del ring– está a unas horas de sostener una de las peleas más importantes de su vida sobre los cuadriláteros. La noche de este sábado enfrentará a Jackie Nava –también de 41 años, en el ocaso de su carrera– por el título diamante supergallo del Consejo Mundial de Boxeo.
Previo al combate, ella pesó 54 kilos 900 gramos, mientras que su rival quedó en 54 kilos 600.
Dos mujeres emblemáticas del boxeo nacional e internacional. Dos bellezas eclipsadas por un deporte que suele ser sangriento.
A veces mortal.
“Y créanme, para mí ya somos campeonas. Y nadie los va a quitar lo que hemos hecho”, dijo -en entrevista exclusiva a Balón Cuadrado-, al término de su concentración de cinco semanas en el Centro Ceremonial Otomi, Estado de México, a casi tres mil metros de altura sobre el nivel del mar.
Ahí –donde siente uno tocar el cielo con la punta de los dedos, para hacer cosquillas a Dios–.
Es un lugar “casi mágico», aseguró:
«Te quitas de muchas cosas, cargas negativas, que traías”.
Siguió con palabras afiladas en la piedra de la crítica:
“Hemos demostrado que las mujeres tenemos la capacidad de dar peleas de buena técnica… y de entregarnos al 100 por ciento arriba del ring. Incluso brindar más espectáculo que algunas peleas de hombres”.
Las mujeres, puntualizó, «somos mucho más aguerridas”.
Como cuento de hadas, a través del boxeo ha logrado muchas cosas, que nunca imaginó. Descubrió que no es tan débil como “pensaba”. Y anhela retirarse como campeona del mundo…
«Demostrar que por más frágil que uno se vea puede ser letal arriba del ring”.
Porque, presumió, “ahí deja una el corazón”
En el municipio de Temoaya se preparó física y mentalmente durante cinco semanas. Zona donde no hay comunicación externa –ni teléfonos ni internet. Su voz y mirada transmitían paz interna que enchinaba la piel.
Mariana ha hecho historia en el boxeo femenil mexicano. A principios de 2017 se convirtió en la primera peleadora en coronarse en tres distintas divisiones: el título Gallo y Mosca del Consejo Mundial (CMB) de Boxeo, así como el Supermosca de la Asociación Internacional de Boxeo Femenil (IBFA).
Recién cruzado el dintel de las cuatro décadas de edad, su récord es de 58 combates –45 victorias, cuatro empates y nueve derrotas.
Renegó de su apodo porque pensaba que no infundía miedo porque se asociaba con una muñeca. A principios del siglo, por primera vez vio publicado su apodo en el diario deportivo Esto, que retomó de una nota de la agencia noticiosa Notimex.
Mote que llegó para quedarse: indeleble tatuaje en su corazón.
Interrogada qué tan fuerte llega a esta pelea, luego de que se proyectó durante varios años, y que la última vez se pospuso debido a la pandemia de la Covid 19, respondió:
-Muy fuerte
Y se quebró su voz, como cristal contra la roca, cuando se cruzó por su mente el imborrable recuerdo de su madre, fallecida hace casi tres años en agosto de 2018. El día de su muerte, Mariana, mordiéndose el alma, acudió al hospital.
Tomándola de la mano le cantó y rezaron juntas.
Al otro día estaba entrenando porque se había anunciado que enfrentaría a La Princesa Azteca.
Su madre pidió que no fuera sepultada. Que sus cenizas estuvieran en su casa para “cuidarlas”, acompañarlas, a ella y su hermana –Lulú Juárez, también campeona mundial de box–. Y no se sintieran totalmente desamparadas.
Siguió La Barbie:
“Es una pelea que ya se esperaba. Nunca me imaginé pelear con ella porque yo era peso mosca. Es una mujer admirable, es una gran mujer, madre de familia. Que también le ha echado todas las ganas del mundo. Ha pasado momentos difíciles. Pero se ha levantado y salido adelante.
“Estamos en esto por algo, ser mejores cada día. Somos madres de familia y vamos a dar todo arriba del ring. Los que van a salir ganando son todos los aficionados”.
Reflexionó si contra Jackie es la pelea más importante:
“Todas las peleas, hasta la más mínima va a preocupar. Siempre tomamos a todas las rivales en serio. Al final del día, de todo he aprendido, me he levantado con mucha mayor fuerza. Gracias a papá Díos, los he hecho como debe de ser.
Es punzante aguijón en su pensamiento el recuerdo de cómo priman el machismo y la misoginia en este deporte. Y que quienes la iban a ver era por morbo.
Algunos entrenadores le decían que seguramente era buena, pero en “el king size”.
Calificó de “grotescos” y de mal gusto esos comentarios porque la ofendían.
“Eran feos” …
Desde su trinchera aclaró que pretende ser respetada como los hombres y, además, con mejores sueldos.
“Porque con nosotras son muy miserables. La bolsa de una pelea de título femenil no es siquiera equiparable con la décima parte de una pelea de campeonato mundial de hombres.”
Su mejor paga, hasta la fecha, ha sido de 800 mil pesos. Ahora, contra Nava, se calcula que no pasará de los 200 mil.
De los seis tatuajes dibujados en su piel, sobre la entraña, curtida por los golpes, el más significativo son dos enormes alas a su espalda. Simbolizan cómo ha logrado superar los oscuros infiernos del dolor y desventura para ascender a los azules cielos de su realización como ser humano en un ambiente acendradamente machista, misógino.
Donde la discriminación varonil se convierte en gancho al hígado a sus ilusiones.
Insistió que no sólo en este deporte, sino que no se valora el trabajo de las mujeres en todas las áreas.
“Como boxeadoras es mayúsculo el sacrificio que hacemos, el esfuerzo, la dedicación. Muchas somos madres de familia, hijas, hermanas. Te das cuenta que no nos toman realmente en serio. Y no se nos da la paga que deberíamos recibir realmente por lo que hacemos”.
Detalló:
“Al final del día los hombres pelean un round de tres minutos, mientras que nosotras hacemos dos. No es porque nosotros lo quisiéramos. Así están establecidas las reglas y nosotros nos apegamos a ellas. Pero, aún así, son 10 rounds que salimos a dar todo, salimos a dar la vida”.
Insistió en agradecer a dios por ser “tan bendecida” y confió que todo va a “salir muy bien” –su triunfo sobre Jackie Nava—.
“Porque he aguantado las pruebas más duras y me he mantenido firme durante los momentos más difíciles y que quizá muchos no lo harían”.
Explicó:
“Lo he hecho y me he demostrado a mí misma que soy muy fuerte”.
Comparó, sin mencionar a Julio César Chávez junior, quien, tras una fractura en la nariz durante el quinto round, en un combate celebrado el 21 de diciembre de 2019, decidió ya no salir para el siguiente episodio–:
“Y yo me aventé 10 rounds con mi nariz y pómulo fracturados. Cuando se pudo haber parado la pelea y volver a programarla para después. Sin embargo, seguí. Sabía que había perdido porque no tiré golpes después de lo que había sucedido. Pese a todo no renuncie. Como estaba me aventé todo el combate.
“Dios me dio la fortaleza que tengo para aguantar 10 rounds con la nariz fracturada y todavía ir para adelante. Si ya soporté todo esto, sé que esto –la pelea del sábado– llegó por algo”.
–¿Cuánto tiempo más sobre el ring?
–Un añito más. Porque con eso de la pandemia nos puso en la torre a todos. Pero me siento muy bien, de las pocas veces he estado haciendo lo que me gusta, lo que amo. No he tenido tantas escaseces como antes.
Concluyó:
“Ahora gracias a Dios, al trabajo que estoy haciendo, aparte del boxeo, he podido generar más recursos”.