Milagroso triunfo de Ratones Verdes sobre Costa Rica en Copa Oro
Foto: Michael Wyke / AP
Por Jesús Yañez Orozco
Periodista Unidos. Ciudad de México. 30 de enero de 2019.- Por la mediocridad que caracteriza el futbol de Concacaf, fueron sublimes los últimos 40 –de los 120 minutos con tiempos extra– de juego en que los Súper Ratones Verdes, con el trébol de cuatro hojas en sus pies, vencieron 5-4 –marcador global— en penaltis, luego de terminar 1-1 en tiempo reglamentario de Copa Oro. Ahora disputarán contra Haití su pase a la final, el próximo martes.
Quedó de manifiesto, una vez más, que dejó de ser Goliat contra David. Pocas veces, como esta, el deporte es justo. Porque cualquiera de los dos merecía el triunfo. A Costa Rica la derrota, seguro, tuvo sabor a victoria. De paso, apareció una necia reflexión: fue chiripa la victoria 1-0 del Tricolor sobre Alemania, en la pasada Copa Mundial.
Porque el Tri –alguna vez considerado “gigante de Con-caca-f– estuvo agobiado la mayor de los 120 minutos, atenazado por el juego más claro, vertical y ambicioso del contrario. El equipo de Gerardo Martino padeció el partido de cuartos de final de la Copa Oro…pel frente a los ticos. Estos, con su audacia casi heroica, por toda la cancha, llevaron el juego hasta los penaltis, gran pesadilla histórica de los roedores mexicanos.
Y porque se ciñó la sombra del fracaso sobre la espalda de la Pesadilla Nacional, la mayor parte del juego. Pesaba más lo que se llama, técnicamente, «volumen de juego» de sus rivales. Sobre todo, los últimos 40 minutos, incluidos tiempos extra.
Surgió un infausto presagio. Uno de los 70 mil aficionados –la mayoría fans de México– en el estadio Energy de Houston, Texas, apareció fantasmal, sonriente, con la playera de Cruz Azul –popular equipo que va para 22 años sin ganar título de liga–, en la tribuna. El verbocruazulear –sinónimo de derrota—campeó sobre la cancha. Durante la tanda de penaltis, incluso, aficionadas al Tri se taparon los ojos para no mirar la posible derrota.
Tampoco dejaron de corear el grito infamante “¡ehhhhhhh, puuuuuutoooooooo”, durante los despejes de meta del portero Leonel Moreira.
El Tri encontró un bálsamo en los guantes pegajosos de un Guillermo Ochoa que atajó un penalti decisivo para dejar la pizarra (5) 1-1 (4) y poner un pie en las semifinales. Convirtiéndose en el milagroso “San Memo”, como algunos cronistas apodan al ex guardameta del Standar de Lieja.
La Decepción Mexicana la pasó mal frente a Costa Rica, huérfana de Keylor Navas, portero del Real Madrid, líder del equipo. Los ticos perturbaban las salidas de los mexicanos. Férrea marca, dos y hasta tres contra uno. Una presión que, a lo largo de los primeros 45 minutos, provocó ansiedad en los alumnos de Tata Martino.
En estratega argentino –ex técnico de Argentina Barcelona y campeón con Atlanta en la MLS– era la personificación de la inseguridad de sus jugadores: nervioso, mirada vidriosa, rostro desencajado, masticaba chicle. Se movía, león enjaulado, nervioso en su zona técnica. Reclamaba una y otra vez decisiones arbitrales que le valieron dos llamadas de atención del silbante, una con tarjeta amarrilla.
En contraste Gustavo Matosas –bicampeón de la Liga Mx, argentino naturalizado uruguayo– estratega del cuadro centroamericano, impasible, pero con el corazón ardiente. Miraba impertérrito las acciones en la cancha. Luego, emocionado, se desbordó y también recibió amonestación.
Grato a los ojos –ante la estulticia futbolera del torneo– mirar dos príncipes en la cancha. Serenos con pies y cabeza. Que vale un calificativo: cerebrales. Rodolfo Pizarro, del Tri, y Brian Ruiz, por los Ticos. Daban pausa al balón. Cambiaban el ritmo de los ataques que salían, verticales, de sus botines. Siempre en búsqueda de las bandas. O en diagonales a la zona de córner para buscar el centro letal del compañero al área chica.
El partido de Andrés Guardado era un síntoma del equipo: pases errados y displicencia en el comienzo de las jugadas ofensivas. Antes del minuto 15 un tímido disparo a portería de Jonathan Dos Santos rompió el hielo. Las réplicas de los costarricenses fueron cortesía de Celso Borges. Primero con un tiro libre que pasó susurrando el poste. Luego un disparo de frente que pegó en el poste izquierdo de Ochoa. Aunque se marcó fuera de lugar era el anunció del veneno que portaban los ticos.
México lucía endeble en el primer partido en el que Martino –que llegó a ocho victorias consecutivas– lanzó a su mejor once con Pizarro como el pícaro constructor de juego. Por momentos los mexicanos perdían su lugar en el campo, como quien pierde la conexión a Internet, mientras sigue el GPS.
Fue hasta que Raúl Jiménez tomó un pase de Pizarro para pararlo en seco. Giró alrededor de él y chutó, raso, para el 1-0. Gol para apartar el desasosiego: minuto 43.
Los ticos dieron un doloroso coscorrón a los mexicanos en el segundo tiempo. Cuando el Tri se dedicaba a atacar desde los extremos de las bandas, los de Costa Rica buscaban una vía de escape con algún pelotazo. Así encontró la suya el incombustible Joel Campbell. Fue cuando ganó la posición frente a dos defensores, Gallardo y Luis Rodríguez, pero este último lanzó una barrida para desviar.
Las cámaras vieron la falta fuera del área. Mas el árbitro John Pitti observó penalti. Bryan Ruiz, el 10 eterno, anotó el empate. La ansiedad mexicana regresó al lado de los Ratones Verdes.
Los de Martino asediaron el territorio de Costa Rica durante la segunda parte, Jiménez arreó a sus compañeros para atacar, aunque ninguna de sus oportunidades terminó en su segundo gol de la noche. Los ticos toleraron toda jugada y se encomendaron al sustituto de Keylor, Leonel Moreira.
La estrategia mexicana recibió dos duros palos para el juego contra Haití: las lesiones de Guardado y Dos Santos. El alargue fue un triunfo ahogado para Costa Rica.
En el tiempo extra, México intentó morder a los de Centroamérica con un par de jugadas . En las que Carlos Rodríguez estuvo involucrado con una serie de pases y un tiro a puerta. Dos de las opciones que se esfumaron. En los últimos 15 minutos, Ochoa evitó el gol de Costa Rica con otro prodigioso manotazo al tiro de Jonathan McDonald; la puntería frustró los remates de Pizarro.
Los penaltis han sido la pesadilla de México. Y el Tata apretaba una pequeña medalla de oro, que pendía en una cadena de su cuello, en los labios, en señal de cábala. Raúl Jiménez, quien se había la reputación por ser infalible, falló el primer tiro.
Costa Rica se hizo con el protagonismo hasta que Randall Leal se equivocó en su tiro. Así se equilibró la serie. Un respiro tricolor. Los tiros siguientes fueron impolutos.
Hasta que Fuller chutó. Ochoa se lanzó para el lado correcto, su derecha. Justo para frustrar lo que iba a ser la mayor sorpresa en la Copa Oro.
Ratones Verdes, con el boleto en la mano, ahora esperan a Haití, otro incierto oponente.