Mundial México 70′ confirmó apodo ‘Ratones Verdes’: ex jugador del Tri
Foto: Especial
Por Jesús Yañez Orozco
- Campeonato que nos dejó mal sabor de boca, rememora Juan Ignacio Basaguren, con motivo de 50 años de ese torneo
- Fueron eliminado tras goleada ante Italia
- La fractura del excelso mediocampista Alberto Onofre, dio al traste con los planes de aspirar al título
- Por la rechifla en el acto inaugural del torneo contra el presidente Díaz Ordaz tuvieron que cambiar su sede, el Azteca, a La Bombonera de Toluca
- Fue enprotesta por la matanza del 2 de octubre de 1968 a manos del ejército mexicano
Periodistas Unidos. Ciudad de México, 31 de mayo de 2020.- Al cumplirse este domingo el 50 aniversario del inicio del primer mundial celebrado aquí, llamado pomposamente México 1970 –tras la tristemente célebre matanza en Tlatelolco de 1968–, el exjugador Juan Ignacio Fraile Basaguren, 75 años de edad, decepcionado del futbol, hace medio siglo, habla con una pátina de amargura en su voz cantarina, al rememorar esa fecha. Y donde, afirma, quedó ratificado el insultante apodo roedor: Ratones Verdes.
“Los integrantes de la selección tricolor que participamos en el Mundial de México 1970 nos quedamos con un muy mal sabor de boca, que perdura hasta ahora”, resume.
Porque, lamenta, “sabíamos que éramos para –dar– más.”
México quería impresionar como anfitrión de la Copa del Mundo. El escenario principal sería el estadio Azteca, en ese entonces con una capacidad para 100 mil personas, mientras en el Tricolor la vertebración del juego recaería en el excelso mediocampista tapatío, jugador de Chivas, Alberto Onofre, quien tenía planes para jugar en Europa.
Pero unos días antes de la inauguración, infaustamente, durante un entrenamiento, sufrió una fractura de tibia y peroné. Ocurrió tras una jugada con Juan Manuel Alejandrez, jugador de Cruz Azul, que sacudió los planes del entrenador, Raúl Cárdenas, ya fallecido, y cimbró al país.
(Salí de convento para patear la bola, suele confesar El Fraile, Nacho Basaguren)
“Con la tragedia de Onofre, todo cambió”, sentencia Basaguren. Explica que fueron dos años de preparación para armar un plantel donde él construyera las jugadas, tal como sucedió con Brasil y Pelé. Con la fractura, todo se vino abajo.
El consejo técnico de la selección se encontraba desconcertado y temeroso, no sabía cómo modificar el esquema del equipo, por lo que habló con el polémico Guillermo Cañedo, entonces presidente de la Federación Mexicana de Futbol –y quien acabaría convirtiéndose en uno de los hombres más poderosos de FIFA y de la empresa Televisa–, para exponer el problema.
El federativo apeló en beneficio de los intereses comunes y, de acuerdo con palabras de Basaguren, les dijo:
“Miren, ustedes tienen una carrera por delante, no la arriesguen. Soy consciente de la desgracia que pasó y que se derrumbó el plan. Así que jueguen conservadoramente”.
El mensaje era “poner a los jugadores de los equipos –nacionales– poderosos”, dice.
“En ese entonces, no sé si ahora, pero la Federación daba a los clubes dólares por minuto de juego a cada futbolista. Yo estuve en la cancha 58 y al Atlante –equipo donde jugaba– le dieron 250 mil dólares, y hubo otros que jugaron más que yo. Entonces metieron en los momentos críticos a los consagrados, les fuera como les fuera.”
El Fraile notó un gol a El Salvador, a los 83 minutos, convirtiéndose en el primer jugador en la historia del Tri, en copa del mundo en anotar gol como jugador sustituto.
Juan Ignacio tuvo un ascenso vertiginoso en el futbol. Igual fue su descenso, tras quedar decepcionado del futbol profesional. A los 15 días fue contratado por Atlante –único equipo donde jugó–. A los tres meses era titular. Nueve meses después disputó Juegos Olímpicos y al año y medio el Mundial.
“No tuve tiempo de entender el mundo. Lo mejor que pude hacer fue irme del futbol”, dijo en julio de 2006, entrevistado el diario español El País.
(Rechifla generalizada al presidente Gustavo Díaz, Ordaz, durante la inaugural del mundial México 70, por la matanza de estudiantes del 2 de octubre de 1968)
El otro golpe que recibió la selección fue el inesperado cambio de sede a Toluca, para el duelo contra Italia, correspondiente a los cuartos de final, “pese a que la planeación señalaba que pasara lo que pasara estaríamos en el estadio Azteca.”
La orden para modificar el escenario “vino desde muy arriba”, sostiene Basaguren al afirmar que fue un mandato directo del entonces presidente Gustavo Díaz Ordaz, quien había recibido una rechifla en la inauguración del torneo al estar aún fresco el recuerdo del 2 de octubre de 1968.
“Las manifestaciones populares siempre dan miedo a los políticos y Díaz Ordaz temía que la euforia de la afición se convirtiera en furia”, revela.
Había versiones de que la afición enardecida, por el fracaso del Tri, pudiera tomar Palacio Nacional.
Así, la selección mexicana enfrentó a los italianos en un escenario hostil pese a ser anfitriones y el resultado fue doloroso: 4-1 con el que fueron eliminados del Mundial. Basaguren rememora que el nerviosismo era intenso entre los jugadores tricolores.
“Después del autogol de Javier El Kalimán Guzmán iban a sacar al arquero Ignacio Calderón, pero ¿sabes lo que hubiera significado? Mejor prefirieron morir con el consagrado”.
Recuerda que después de México 1970 se consolidó el apodo de los Ratoncitos Verdes a la selección mexicana. El fue impuesto por el periodista Manuel Seyde, jefe de deportes del periódico Excélsior, previo al Mundial de Inglaterra 1966, tras una estrepitosa goleada, 1-8, en partido amistoso, ante el equipo anfitrión.
“La afición la pasó bien un rato. Después todos le iban a Brasil”, señala entre risas.
La experiencia negativa del Mundial de México 1970, así como diferencias con directivos y el árbitro Arturo Yamasaki en el torneo de Liga, hicieron que Basaguren se decepcionara del balompié.
“El Mundial fue sorpresivo para mí, en ese momento era un novatazo. Apenas en 1967 yo salía del convento. Poco después llegué a las reservas del Atlante y sin esperarlo a la selección. Pero por todo lo que pasó preferí retirarme”, sentencia como si, además del hábito jesuita, se hubiese quitado un peso de encima.
(Logo y mascota del Mundial de Futbol México 70)
Después de las canchas, Basaguren incursionó de comentarista deportivo en la televisión, además de columnista en el periódico El Financiero, en la década de 1990.
Ahora, cinco décadas después de haber jugado, considera que aún será complicado llegar al anhelado quinto partido en un Mundial, “porque al mexicano le falta condición física y los elementos que tenemos en Europa, excepto Andrés Guardado, no son claves en sus equipos.”
Serán eternos Ratoncitos Verdes.