“¡Sí se pudo!”: aficionados de Cruz Azul a los pies del Ángel de la Independencia

  • Mar de llanto, sin sana distancia ni cubrebocas, celebran más de dos décadas después, el noveno título

  • Luego del triunfo de La Máquina sobre Santos, se tiñe de azul la capital y el resto de la República

  • Incluso festejan en el extranjero

  • “No hay mal que dure 23 años”, afirman fanáticos durante el jolgorio futbolero

  • Boletos en el Estadio Azteca costaron hasta en 45 mil pesos en la reventa

Periodistas Unidos. Ciudad de México. 31 de mayo de 2021.- De azul se vistió la noche. La poderosa palidez lunar y centelleantes estrellas iluminaban el jolgorio celeste a los pies del Ángel de la Independencia, sobre la avenida Reforma de esta capital. Había que festejar bajo el manto de esta brillante oscuridad. Permanente montaña rusa de emociones durante horas, entre centenares de aficionados. Algunos alcoholizados.

Faltaba más.

Sin importar riesgos en medio de la pandemia –con más de 223 mil decesos por covid 19 en México que lo mantienen como uno de los países más letales del mundo— ni respetar sana distancia ni portar cubrebocas…

Al grito colectivo “¡sí se pudo!”, valía la pena jugarse la vida. Había niños, adolescentes y adultos. Hombres y mujeres. Pobres y ricos.

Porque el balón amalgama desigualdades sociales. Una forma de esférica democracia.

Celebraciones deportivas, en esta capital, que ocurren desde el mundial de 1970. O aquellas emblemáticas manifestaciones sociales en el marco del movimiento estudiantil de 1968.

Metal alado como indeleble símbolo de triunfo, libertad y justicia en la conciencia colectiva.

Porque, al fin, Cruz Azul –uno de los cuatro equipos más populares del futbol nacional, con Chivas, América y Pumas— se despojaba de la mortaja de 23 años sin título de liga, gracias a un fugaz gol.

Sus aficionados no se contuvieron para celebrarlo y gritarlo en las plazas públicas del interior del país donde ratificaron su incondicional romance blanquiazul. Incluso en el extranjero. Estados Unidos, sobre todo.

Portaban toda clase de souvenires: en las playeras con el número de su jugador favorito estampado en el dorsal, bufandas, cintas para la cabeza, matracas, banderas, sombreros, gorras, fundas para celular, vuvuzelas.

Y ad hoc a los tiempos que vivimos: flamantes cubrebocas con el logo de la Máquina del Cruz Azul.

La noche fue larga en la Ciudad de México. Lágrimas de tristeza de más de dos décadas habían sido exorcizadas en 180 minutos que sufrieron una curiosa metamorfosis: llanto de indescriptible alegría .

Celebraban el «fin de la maldición», resguardados por la Secretaría de Seguridad Ciudadana que desplegó unos 500 elementos en las inmediaciones del monumento.

Automovilistas sonaron sus claxons y ondearon banderas.

Nicolás Gamiño, aficionado de Cruz Azul desde 1972, asegura que nunca “se bajó del barco” pese a las derrotas sufridas en busca del anhelado título ante equipos como América, Monterrey o Toluca.

Escucha estupefacto el aullido de la multitud congregada, unida por la pasión colectiva:

“¡Sí se pudo… sí se pudo… sí se pudo!”

Su voz comenzó a cortarse, pero continuó disfrutando y presumió que toda su familia es celeste de corazón.

Y como en letra de canción de tango, soltó:

“No podíamos perder toda la vida. No hay mal que dure 23 años”.

El hombre radicado en Azcapotzalco revela que vio campeón el Cruz Azul en la lejana temporada 1972-1973, cuando leyendas como Miguel Marín y Cesáreo Victorino defendían el escudo cementero.

Además, también fue testigo de aquella final del 97 con Carlos Hermosillo:

“Pensé que me iba a morir sin ver un nuevo campeonato. Pero aquí estamos”.

Se escuchaba “¡oe, oe, oe, oe, oe, azul, azul, azul”! en las calles de la capital. La emoción era tanta que hasta los policías que cuidaban la zona aplaudían entre banderas azules y sonidos de cornetas plásticas.

Al igual que los jugadores en la cancha del Estadio Azteca, los fanáticos de Cruz Azul dieron la vuelta al Ángel para cerrar una fecha histórica de la institución, fundada en el estado de Hidalgo en el año de 1927.

Todos coincidieron en afirmar en que habían esperado mucho tiempo para volver a ver a sus ídolos en lo más alto del zenit futbolístico.

Incluso hubo quienes calificaron el hecho con otra significativa metáfora:

“La noche que rompió la maldición”.

Cruz Azul dejó atrás esos fantasmas que lo catalogaban como sinónimo de derrota con el humillante verbo cruzazulear. Algunos rostros impertérritos de hombres y mujeres, niños y niñas, jóvenes y adultos mayores. Historias de vida que lloraron, cantaron, bailaron y disfrutaron entre claxonazos.

Trabajadores y trabajadoras que se adueñan de la noche para, al día siguiente, presumir la victoria.

Triunfo ajeno que hacen suyo.

Porque la pelota, «¡cómo carajos no!», igual que la virgen de Guadalupe, la bandera o el himno nacional, da sentimiento de pertenencia.

Provocó este delirio colectivo un gol –minuto 50– del delantero uruguayo Jonathan Rodríguez. La Máquina empataba 1-1 con Santos la noche del domingo y con un marcador global de 2-1, finalmente, se proclamaba campeón del torneo Clausura Guardianes 2021.

El equipo cementero había perdido previamente las finales de liga en el Invierno 99 (Pachuca), en el Clausura 2008 (Santos), Apertura 2008 (Toluca), Apertura 2009 (Monterrey), Clausura 2013 (América) y Apertura 20.

No faltaron los aficionados que vieron al Cruz Azul de Óscar “Conejo” Pérez convertirse en los campeones del torneo corto en el invierto de 1997 y seguramente presenciaron la increíble época setentera del equipo; tampoco las siguientes generaciones

El equipo celeste logró el noveno título de liga de su historia para sumarlo a los que conquistó en las temporadas 1968-69, México-1970, 1971-72, 1972-73, 1973-74, 1978-79, 1979-80 e Invierno-1997.

La anterior coronación de Cruz Azul se dio el 7 de diciembre de 1997 cuando Juan Reynoso, su ahora técnico, participó como defensa central en la obtención de ese título.

Incluso, el presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador –amante del beisbol y fanático de Pumas– se dio tiempo para felicitar a los pupilos del estratega peruano:

“Felicidades al Cruz Azul, se acabó el embrujo. Abrazos a los de la casa del dolor ajeno”, escribió López Obrador en su cuenta de Twitter.

Entre el mar de aficionados celestes se encuentra Enrique Favela, seguidor de Santos Laguna. Viajó cuatro horas desde Los Ángeles, California, a la Ciudad de México, para presenciar la final futbolera.

Sin embargo –originario de Torreón, Coahuila–, no tuvo suerte con los boletos y decidió no comprar en la reventa.

Los pases de la final se vendieron hasta en 45 mil pesos.

“Viajé cuatro horas hasta acá, no podía fallarle a mis Guerreros».

Sin embargo, no alcanzó boletos y mejor se vino para los bares del centro Histórico de la capital.

«De todos modos, yo vengo a divertirme y echar desmadre”, declaró Favela entre las burlas de los locales por portar su playera de los Laguneros.

Al ser cuestionado sobre el resultado de la final, el coahuilense se sincera y menciona que es triste la derrota.

Pero, reconoció, se alegra que, por fin, Cruz Azul le haya regalado una alegría a sus aficionados:

“No quiero decir que es lástima. Porque me da gusto que, por fin, fueron campeones”.

(Con información del diario El Universal y el portal Infobae)

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