Súper Ratones Verdes campeones de Copa Oro…pel: 1-0 vencen a ‘Donald Trump’
Foto: Tannen Maury / EFE
Periodistas Unidos. Ciudad de México. 08 de julio de 2019.- Vilipendiado y denostado el gobierno mexicano –que encabeza Andrés Manuel López Obrador–, por el presidente Donald Trump, debido al incontenible éxodo centroamericano –en pos del American Dream–, supo a dulce venganza la soporífera victoria 1-0 de los Súper Ratones sobre Estados Unidos, en la final de la Copa Oro…pel, en el Estadio Soldier Field, de Chicago.
Fue, literal, partido molero.
Esa victoria fue efímeramente liberadora. Porque México se ha convertido en campo de concentración para los miles de migrantes anhelantes de superar la vida de miseria e inseguridad en sus países –principalmente de Honduras, El Salvador y Guatemala, incluso países africanos– por orden del habitante de la Casa Blanca. Ya es similar a Guantánamo, Cuba.
Otro síntoma de triunfo sobre el discurso de Donald Trump –en el inconsciente colectivo–, fue el grito de “¡ehhhhhhh, puuuuuutoooooo!” en cada despeje de meta del portero Zack Steffen de la mayoría de los 60 mil 500 aficionados asistentes al Campo del Soldado.
Además, para la numeralia, éste título significó el primero en selección para Gerardo Martino. Había perdido tres finales de Copa América, una con Paraguay dos Argentina: 2011, 2015 y 2016. En lo que a clubes respecta, fue campéon en la MLS con Atlanta United.
Salvo escasos destellos futbolísticos, los 90 minutos de juego fueron timoratos, infumables. Casi inenarrables. Los rivales apostaron al yerro del contrario más que a la construcción del triunfo con un futbol ofensivo y variables. Quizá sea una obviedad decir que estaba para cualquiera. Ninguno, eso sí, merecía la victoria.
Pero un solo gol, pero diseñado con artificio y gracia, sirvió para que el Tri venciera por 1-0 a Estados Unidos y conquistara la décimo primera Copa Oro, incluyendo tres títulos de Copa Con-caca-f.
La sexta final regional que han disputado estos vecinos y rivales y que llegó a la marca de 5 a 1 en favor de los mexicanos.
El gol lo marcó Jonathan dos Santos al minuto 73. Fue la consumación de un inspirado Rodolfo Pizarro: inició una jugada sorpresiva por la banda derecha, con la frialdad que lo caracteriza. Sirvió para Raúl Jiménez. Controló con dos rivales asediándolo. Sin ángulo de tiro a gol, fintó y cedió de taquito para que Jona la prendiera, cayéndose, dentro del área grande. El pie izquierdo fue el puyazo que envió el balón a la red.
El Tricolor empezó en modo pasivo. Mientras Estados Unidos no se desprendía de la pelota en los primeros minutos, los mexicanos lucían reservados, a la espera de lo que propusiera el vecino del norte.
Esa estrategia no favorecía al Tri, pues daba la impresión de que durante esos minutos no sabían bien cómo responder. A pesar de que la primera acción fue la de Jonathan dos Santos al arco de Zack Steffen al minuto 1.
Pero el Tri tardó en apropiarse la pelota, en buscar opciones de acercarse al área estadounidense. Antes de lograrlo tuvo un par de sustos que gracias a que los responsables no presumieron de pericia. Aquello, gracias a los dioses del estadio, no se convirtió en una catástrofe para los roedores.
Primero Christian Pulisic se escapó con toda la anuencia de la defensa mexicana, pero al pisar el área remató muy defectuoso y todavía uno de sus compañeros quiso contrarrematar.
Pero fue todavía peor.
Poco después Jozy Altidore se llevó también con facilidad a la marca y se dio el lujo de recortar a la zaga, en la persecución Héctor Moreno. Cayó al césped por obra de la fuerza de gravedad y aquello no terminó en gol porque el estadounidense fue su propio enemigo y arruinó la oportunidad.
Al cuarto de hora la Pesadilla Nacional –que llegó de manera fortuita a la final, tras los triunfos por la mínima diferencia sobre Costa Rica, Martinica y Haití–empezó a apoderarse del balón y mostrar dominio del juego. Aunque el control comenzó a notarse, fallaban en las definiciones, quizás un poco atormentados por la presión.
Rodolfo Pizarro fue un jugador clave anoche. Como a lo largo de la justa. Empezó un poco con titubeos, corría y ganaba los mano a mano a los estadounidenses, pero tardaba en enviar. Poco a poco el jugador empezó a ganar confianza y más tarde sería fundamental para el equipo de Gerardo Tata Martino.
El primer centro que envió preciso al área para Guardado no prosperó porque la defensa que marcaba al jugador del Betis le impidió rematar.
A los 50 minutos hubo un instante que pudo darle otro curso a la historia. En una jugada de córner, Jordan Morris remató con furia al arco de Ochoa, pero ahí estaba el providencial Guardado quien sacó de la línea lo que era un gol, lo echó fuera de un testarazo milagroso.
Mientras Pizarro, con la genial frialdad que lo caracteriza, crecía en seguridad y astucia, como un jugador que aparecía en un lado y otro, al centro, recortaba y hacía de pronto un partido fugazmente esplendoroso. Raúl Jiménez, en cambio, se leía en sus rostro, estaba ausente y desamparado.
Pizarro entró al área. Metió reversa y cambió la velocidad. Oteó a Raúl y le envió una pelota que no merecía otra cosa que culminar en un gol. pero el delantero del Wolverhampton la abanicó de una manera grosera y arruinando el esfuerzo de su compañero.
Y más tarde. Otra vez Pizarro, inspirado e incontenible, volvió a hacer el gasto y sirvió a Édson Álvarez, quien se la dejó a Raúl para que la empujara, pero volvió a pegarle al aire.
Estados Unidos se desvaneció. Para ese momento ya no existía ese juego atlético y colectivo que parece controlado por un mariscal de campo.
Justo cuando el Tri era el dueño del partido, Pizarro en estado de gracia mandó la pelota a Raúl y esta vez no se precipitó a despachar rumbo a la portería, sino que vio oportuno que enfilaba Jonathan al área.
Jiménez la dejó de taquito para que Jona la prendiera de zurda, casi cayendo para marcar un gol tejido con hilo de oro.
Quiso despertar a Estados Unidos. Tocado en el orgullo buscó empatar. Los mexicanos por momentos perdieron la iniciativa, pero lograron contener el embate del rival. Casi a punto del final, Ochoa tapó un disparo que pudo darles la igualada, pero logró salvar la victoria.
Los estadounidenses no podían ocultar la rabia e impotencia de perder otra vez ante el rival del sur.
Al finalizar el partido las palabras se les atropellaban de emoción a los tricolores. Guillermo Ochoa habló sobre el inmerecido descrédito de la Copa Oro y la disposición para competir.
«A veces se desprecia la copa y a los rivales, pero nosotros sabemos lo difícil que es jugarla», opinó.
“Estamos felices por el equipo y por el trabajo que dedicamos”, dijo Ochoa.
“Uno se sacrifica, deja lejos a la familia, yo acabo de tener un bebé, todo para representar a nuestro país”, dijo como puya a los compañeros –Carlos Vela, entre ellos– que rechazaron el llamado de Tata para sumarse a los Ratones Verdes.
Máximos ganadores de la Con-caca-f
Selección | Títulos Copa Oro y Concacaf |
México | 11 |
Estados Unidos | 6 |
Costa Rica | 3 |
Canadá | 2 |
Honduras | 1 |
Haití | 1 |
Guatemala | 1 |