Tarjeta roja para árbitros de futbol
Por Jesús Yáñez Orozco
Periodistas Unidos. Ciudad de México. 20 de febrero de 2019. tomada a chunga, en redes sociales –aunque tenga una pátina de razón–, la propuesta futbolera –contra los árbitros, entre otros–, del diputado federal Ernesto Vargas Contreras (PES, Partido Encuentro Social, aliado de Morena, en el poder), mejor conocido como Ernesto D´Alessio, a punto de cumplir 42 años de edad, hijo de la cantante, Lupita D´Alessio, y del fallecido actor Jorge Vargas.
Su iniciativa, que podría ser aprobada, por tener apoyo de mayoría en esa Cámara, pretende crear el delito de “fraude de resultados deportivos” en el que se plantea cárcel y multa de mil a 3 mil UMAS (salarios mínimos que se ubica en 102 pesos diarios, entre 102 mil y poco más de 300 mil pesos) a quien soborne atletas, árbitros y/o entrenadores y cárcel de cinco a 10 años.
De ser hecha ley, sería necesaria la creación de una Fiscalia Especial para Delitos Relacionados con el Deporte.
Entonces, la pregunta obligada:
¿Para qué el cacareado VAR?
Ernesto también es hermano de Jorge D’Alessio, intérprete y fundador del grupo musical Matute. Su madre, la llamada “leona dormida”, ha hecho público que indujo a sus hijos a consumir drogas. Hace tiempo ella, aterrada por la culpa, se convirtió al cristianismo.
Familia que siempre ha vivido en un mundo de oropel.
La dinastía D’Alessio es hechura de la oscura sombra del Canal de las Estrellas, Televisa. Empresa que ejerce un férreo control sobre el futbol mexicano, hace 60 años. En la década de los 90s, contra los estatutos de la FIFA, llegó a poseer cuatro equipos a la Primera División: América, Atlante, Necaxa, San Luis. Representaban el 20 por ciento de los 20 clubes.
Hace tiempo, según trabajadores de su área administrativa, poseía las cartas de más de 200 futbolistas nacionales y extranjeros.
Además, insólito en el futbol mundial, la televisora organizará por tercera vez, al alimón con Estados Unidos y Canadá, el mundial de 2026. Ya lo hizo en 1970 y 1986.
Denota el discurso del legislador que desconoce aspectos sensibles, medulares, del deporte nacional, que requieren prioridad. Por ejemplo, el deporte de alto rendimiento. Cuba tiene 220 medallas olímpicas en contraste con las 70 mexicanas.
No todo se mide en preseas ni títulos mundiales.
Es claro.
Pero… el deporte es reflejo de una nación.
Y en México, no tiene pies ni cabeza, desde que se creó la Comisión Nacional de Cultura Física y Deporte (Conade), hace 30 años, durante el sexenio de Carlos Salinas de Gortari. Ahora a cargo de Ana Guevara, medalista olímpica de plata en Atenas. Que nada bueno augura, según analistas.
México, además, es campeón mundial en un bonito deporte, que muchos todos practican: obesidad y sobrepeso infantil y adulto. La padece alrededor del 70 por ciento de la población de 130 millones de habitantes. Seguido por Estados Unidos.
Somos, en estricto, sentido, una sociedad enferma. Mientras, Ernesto se afana en mandar a chirona a los árbitros, atletas, entrenadores…
La página web Sopitas, una de las más difundidas en redes sociales, comentó con un barniz de sorna:
“En plena crisis de credibilidad (más que la de costumbre) de los servidores públicos –refiriéndose a Morena–, el diputado Ernesto D’alessio se ve temerario y propuso no sólo colocar la atención en un tema que muchos dirán: ‘¡eso qué, güey!’…”
Y agrega:
“Sino crear una nuevo delito: el “fraude en resultados deportivos”… tiembla Ame (América, propiedad de la poderosa Televisa, uno de los más polémicos y populares del balompié local) digo, vamos a ver de qué trata este proyecto que plantea que hay corrupción en todos lados y, pos entonces, hay que erradicarla.”
Debido a sus dislates, con frecuencia, el actor es criticado en redes sociales. En días pasados respondió, retador, que el pueblo no es el que paga su salario. Desató más ira.
Y por su supina ignorancia suele ser víctima de la sorna de redes sociales. Como cuando confundió “heterofilia” con halterofilia”.
Medio mundo se pitorreó de él y lleva apenas poco más de dos meses en el cargo.
(El lado oscuro de los hombres del negro)
Quizá Ernesto se prejuició, para pedir cárcel a los silbantes, con los comentarios de los ex futbolistas extranjeros que fueron pareja de La Leona, su madre: Carlos Reinoso, chileno, uno de los mejores mediocampistas llegados al futbol mexicano en los años 70s, también producto de Televisa –en particular de Guillermo Cañedo de la Bárcena, brazo derecho de los Azcárraga–.
Sus mayores glorias fueron con América. Él y Lupita nunca se casaron, pese a que duraron juntos varios años. Fue púbico su tórrido romance. Incluso hubo violencia psicológica del “maestro”, como gusta Reinoso ser llamado.
Otro es Julio Canessa, uruguayo. Militó en Atlas de Guadalajara, Universidad Autónoma de Guadalajara, Necaxa, León, Potosino y Atlante. Aunque sí llegaron al altar, el matrimonio duró un suspiro: alrededor de un año.
Ernesto D’Alessio tomaba mamila en un balón. Desde pequeño abrevó futbol. Mañana, tarde y noche.
Durante uno de los partidos amistosos de los Ratones Verdes, dirigidos por Ricardo Ferretti, a finales de 2018, prefirió ver el encuentro que asistir a una sesión en la Cámara de Diputados.
El problema no son los silbantes, entrenadores, ni atletas. El soborno corrupción es una pandemia ancestral en todos los estratos sociales, iniciativa privada y burocracia, incluido el deporte.
Si bien, los hombres de negro, no son perita en dulce en ninguna parte del planeta donde se practica este deporte. Son villanos favoritos de la afición. En lugar de satanizarlos hay que acorazar su actividad para que no haya duda de su labor.
La realidad es otra.
La falta de ética y moral están alcantarilladas en las oficinas de los zares del balón, padres de los Ratones Verdes: Emilio Azcárraga Jean, dueños de Televisa y América; Ricardo Salinas Pliego, propietario de TV-Azteca, Atlas y Morelia; y Olegario Vázquez Aldir, quien posee Grupo Imagen TV y Querétaro.
Son una suerte de Trinidad Maldita –Azcárraga-Salinas-Vázquez– y forma parte del Consejo Empresarial de asesores del presidente Andrés Manuel López Obrador. Priorizan el negocio sobre el deporte. Cuando estaban con el PRI, López los llamaba “mafia del poder”.
Deshonestidad que involucra también asociaciones y federaciones de todos los deportes, Ninguna se salva. No pasarían la prueba del ácido.
Por eso el deporte está como está.
D’Alessio ataca la causa y no la consecuencia de la pandémica manipulación de partidos. Silbantes, entrenadores y atletas son la parte más frágil del andamiaje, hecho con palillos, del balompié, en particular, y del deporte nacional, en general.
En balompié suspiramos por quinto partido mundialista. No se logra desde 1986. La Pesadilla Nacional, eterna campeona de la derrota.
Tampoco se olvida cómo, en la década de los 80s, los hombres de negro manipulaban partidos, al amparo de la Federación Mexicana de Futbol, para beneficiarse de la Lotería Deportiva. Alrededor de 60 integrantes de la Comisión de Arbitraje causaron baja en aquél momento, cuando se descubrió el cochupo.
La corrupción va más allá del deporte.
Por ejemplo, insiste el presidente de la República, que la deshonestidad “se barre de arriba hacia abajo”. Piensa que lo logrará en un santiamén por su buena voluntad e imposición de su moral. Algo similar pretende el legislados del PES.
En sentido estricto, como se dice popularmente, la corrupción somos todos. Y no se erradicara, en un sexenio, un mal que aqueja hace 500 años, imbricado desde la colonia española, independencia y revolución.
Primero hay que combatir la ignorancia del “pueblo bueno y sabio”, como insiste en llamarlo AMLO (siglas del mandatario mexicano).
Por ejemplo, 52% –más de 60 millones– de los mexicanos de entre 25 y 34 años carecen de educación secundaria superior (preuniversitaria). Cifra que nos sitúa a la cola de los 34 países de OCDE y favorece la desigualdad en el mercado laboral, señala un informe de la organización divulgado en septiembre pasado.
La consideración del diputado del PES, que vale reflexionar, es la relacionada con las apuestas.
Explica que desde cualquier lugar del mundo, es posible realizar apuestas on-line a los resultados y a las estadísticas de juego como es el equipo que convertirá el primer gol, el tiro de esquina y cualquier resultado que sea medible (sic), en las competencias deportivas.
De esta manera, argumenta, empresas y directivos envían emisarios para sobornar a jugadores, árbitros y entrenadores y así arreglar partidos de varios deportes y ligas, apostando dinero desde la comodidad de sus hogares, manipulando resultados de competiciones, y lograr los resultados deseados.
Son laxas, en este sentido, las principales autoridades del deporte mundial: FIFA y el Comité Olímpico Internacional. Se ha convertido en carteles, en aras del impostado fair play.
La iniciativa de D’Alessio enrolada en la Gaceta Parlamentaria, plantea modificar el artículo 399 del Código Penal Federal y sanciona a la persona que se le compruebe un ofrecimiento, económico o en especie no justificado, a atletas, árbitros, directores técnicos y otros.
Detalla la propuesta de inclusión a dicho artículo:
Quien por sí o por interpósita persona, con el propósito de obtener un lucro económico o beneficio deportivo, ofrezca, prometa, coaccione, proponga, invite, pagué, obsequie, entregue un beneficio económico o en especie no justificado en los términos legales, a atletas, árbitros, auxiliares técnicos, directores deportivos, entrenadores, jueces deportivos, médicos, vicepresidentes, administradores de entidades deportivas, directores del deporte municipal, estatal o federal, presidentes de clubes o federaciones deportivas con el objetivo de alterar, modificar, arreglar, cambiar o variar resultados deportivos en competencias de carácter profesional o amateur, se impondrá una pena de cinco a diez años de prisión y de mil a tres mil Unidades de Medida y Actualización (UMA).
De encontrar culpables habría que construir más cárceles en todo el territorio nacional.
Además, el también presidente de la Comisión del Deporte busca que se castigue con las mismas penas a quien oculte o encubra actos de corrupción para la modificación de resultados deportivos, utilice o lleve a cabo actos violentos o conductas de dominio, control, agresión física, psicológica, patrimonial o económica, para obtener la modificación o alteración de los resultados deportivos, antes, durante y después de la celebración de eventos deportivos.
Esta ley, en caso de aprobarse, tendrá competencia para perseguir este delito, en los eventos celebrados en la República Mexicana, organizados por organismos o federaciones nacionales e internacionales, adicional de los procedimientos y sanciones deportivas.
Precisa, además, que se castigará a la persona que para modificar el resultado deportivo, no utiliza exclusivamente el factor económico, sino utiliza la fuerza, la violencia y las conductas de dominio, ante el sujeto pasivo, para que este altere los resultados deportivos en cualquier momento de la celebración deportiva.
La iniciativa, obvio, no involucra dueños de clubes y aunque habla de presidentes de federaciones, no tocaría ni con el pétalo de una rosa a dirigentes de la Femexfut que, por cierto, encabeza Yon de Luisa, incondicional de Televisa.
Propuesta de Ernesto D’Alessio, al estilo del Canal de las Estrellas, pues.