“Vivo lo que soñé”: Diego López, multimedallista mexicano paralímpico

  • ”Pero tengo más hambre de triunfo”, lanza a sus 26 años de edad

  • Obtuvo tres de cuatro medallas posibles en Tokio 2020

  • Atleta tricolor más laureado de la cita veraniega

  • Describe el llanto, emocionada, de su madre

  • Después de mirar en la sala de su casa Londres 2012 a protagonista nueve años después 

Periodistas Unidos. Ciudad de México. 09 de septiembre de 2021.- A sus 26 años de edad,  como abanderado de la delegación mexicana, se echó a cuestas el orgullo de una nación de 128 millones de habitantes –una suerte de Juan Escutia del deporte– y fue uno de los atletas que coadyuvó a que su país, con  22 preseas, rompiera la barrera de las 300 –311– medallas en Juegos Paralímpicos. Y es que la desmesura no era un buen punto de partida para el nadador mexicano Diego López.

Aunque los resultados previos a los Juegos Paralímpicos de Tokio 2020 eran prometedores, eligió la prudencia y considerar la variable de incertidumbre que la pandemia impuso en todos los competidores.

De modo que se planteó, al menos, ganar una medalla de las cuatro posibles. Entre otras cosas por eso es requerido en programas deportivos de radio, televisión, prensa escrita y redes sociodigitales.

El resultado, ese sí, gratamente, fue desmesurado.

Diego obtuvo tres medallas en cuatro pruebas de natación en las que participó y fue el atleta mexicano más laureado de la cita veraniega.

“Tres de cuatro, nada mal”, bromea Diego, como si aún no asimilara la dimensión de su éxito.

En Tokio 2020 ganó oro en 50 metros libres, plata en 200 libres y bronce en 50 dorso, todas en la categoría S3, una división donde los competidores tienen una fuerte brazada, pero sin movilidad inferior. El antecedente revelador fue el Mundial de 2019 donde ganó cuatro metales dorados.

“Ya vivo lo que había soñado alguna vez, pero soy alguien que sueña demasiado. Tengo mucha hambre de triunfo, como deportista y como persona”, dice emocionado y plantea:

“Quiero más: más medallas, traer más logros para mi país. No voy a quedarme sólo con tres preseas. Incluso quiero el Premio Nacional del Deporte; también exponer el movimiento paralímpico en el mundo”.

Diego perdió la movilidad a causa de la enfermedad de Charcot-Marie-Tooth, que es un grupo de trastornos hereditarios que causan lesiones en los nervios. Este daño es mayor en los brazos y las piernas, afecta nervios periféricos.

Desde los ocho años comenzó con problemas en sus extremidades inferiores, a los 16 años sus piernas ya no lo pudieron sostener y tuvo que usar silla de ruedas.

“Pero desde que estoy en la silla hago más cosas de las que hacía cuando era una persona que caminaba”, dijo.

Algo ocurre con la natación paralímpica que ha dado buenos resultados. Diego no titubea para asumir que México es un rival temido en la disciplina, como demuestran las 10 medallas conquistadas en Tokio.

“En Paralímpicos los mexicanos somos fuertes exponentes, no sólo en natación, también powerlifting (halterofilia), atletismo de pista y campo, judo y en el recién inaugurado taekwondo adaptado”, enumera orgulloso.

Detalla:

“Son varios deportes en los que nos consideran los rivales a ganar, los que todos quieren vencer… pero no pueden”.

La especialización del deporte adaptado, con entrenadores muy calificados y la integración de equipos multidisciplinarios que desarrollan sofisticados programas de entrenamiento, todo eso –afirma– incide en los resultados que se obtienen en varias disciplinas.

Además, claro está, la presencia constante en competencias internacionales.

El deporte adaptado ya no es una actividad de rehabilitación, afirma Diego:

“Los centros médicos para este propósito tienen cientos de personas en terapia. Pero nadie está pensando en competir en unos Juegos Paralímpicos.

Esto es otra cosa, aclara.

Una rama deportiva, explica, que se ha especializado y se ha hecho “cada vez más sofisticada” con la aplicación de conocimientos científicos y técnicos.

Diego sólo planea descansar un poco.

El programa de este ciclo paralímpico, tras el retraso de un año para realizar Tokio 2020, es muy apretado e intenso. Las competencias ya están a la vuelta de la esquina.

Sólo quiere darse un pequeño respiro para asimilar lo que hizo en Japón.

Después, tiene una meta mayor:

“Ganar todo lo que esté al alcance”.

Poderoso ‘misil’

En días pasados dijo al portal espn.com, con un recuerdo dulce y un semblante feliz, el ‘’Misil’ recordó que sus papás fueron los primeros con los que habló y que el escuchar a su mamá en llanto de felicidad hizo que todo el esfuerzo valiera la pena.

“Me dio mucho gusto escuchar a mi madre que estaba en un mar de lágrimas, aunque no me gusta verla llorar. Escuchar a mi madre fue muy gratificante. Mi papá estaba entre conteniéndose y llorando y esa sensación de haber cumplido. Cuando me fui de mi casa no sabía si iba a lograrlo o no y me dieron ese voto de confianza”, sostuvo.

“Me propuse no regresar a casa hasta conseguir el objetivo. Ahora lo consigo y no pienso regresar todavía. Me falta mucho que dar. Muchas competencias y seguir mi sueño porque esto no para en esta competencia. Y quiero lograr el objetivo de ser de los máximos medallistas de la selección mexicana de paranatación”, advirtió.

López cumplió muchos sueños en Tokio 2020 y uno de ellos fue el competir y ganar una presea al lado de uno de sus ídolos, Arnulfo Castorena, quien también se colgó el oro en los 50 metros pecho.

“Tengo tres ídolos. Siempre lo he dicho. Son Pedro Rangel, Aramitzi González y Arnulfo Castorena. Es bonito compartir estos momentos con él y ver que ganó una medalla de oro. Recuerdo algo bonito que me dijo el día que ganó su oro en 50 metros pecho, me dijo:

“‘Y falta la tuya, canijo. Estoy seguro que lo vas a lograr’. Entonces cuando me dijo eso y luego en el comedor me dijo ‘Falta la tuya’, como dos veces fue como de ‘no manches’, ahora sí que competir con él sigue siendo mi ídolo y lo será siempre”.

Diego conquistó Tokio 2020 y su paso por Xalapa será fugaz. Sólo para saludar. A nueve años que estaba en el sillón de su sala, con sus padres y viendo Londres 2012, recordó cómo nadar le cambió la vida cuando pasaba momentos complicados.

“Son nueve años desde que estaba sentado con mis padres y desde ahí no paré. Estaba en una etapa complicada de muchos relajitos, me empecé a motivar en lo que quería y fue motivante para mí y acabar el bachillerato”.

“Si alguien me ve como motivación en lo deportivo, igual en lo escolar. Me cuesta mucho, me cuesta más lo escolar que nadar (risas), entonces es algo que animaría a toda la gente”, concluyó.

(Con información del diario La Jornada)

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