Por Eduardo Suárez
Periodistas Unidos. Ciudad de México. 23 de mayo de 2024.- Si Roberto Bolaño Ávalos (Chile 1953-Barcelona 2003) despertara hoy tras su trascendencia literaria, los ojos de Edna Lieberman todavía estuvieran ahí entre “la Luna y el aro de fuego…”. El poema del escritor chileno El fantasma de Edna Lieberman fue respondido con el libro Cartas a mi Fantasma.
Y precisamente, esta breve entrevista con la escritora Edna Lieberman intenta desentrañar el porqué del libro: ¿fue una contestación, un delirio, un reclamo, un eterno duelo, un regreso de la copa colmada de un amor que sólo duró un año en Barcelona?
Un día de las Madres se prestó para conversar con Edna -ser madre, una de sus altas pasiones y vocaciones-, quien al comenzar la entrevista me aseveró: “No me llames maestra porque no me siento como tal”, sin embargo, este humilde reportero lo siguió haciendo, porque le enseñó cómo afrontar esos amores que viven en la vida como una flama inagotable.
– ¿Cómo conociste al autor de Los detectives salvajes?
-Roberto y yo fuimos pareja de 1978 a 1979 en Barcelona, España. Fue una relación corta pero muy intensa; al terminar me voy a Roma y nunca quise saber más de Roberto, y aunque teníamos amigos comunes y me enteraba de que Roberto publicaba, no lo leía y lo puse en el cajón oscuro de los recuerdos.
En 2003 el amigo que fue como nos presentó me habló y me dijo que Roberto había fallecido en Barcelona y antes de morir preguntó por mí y molesto del porqué yo no preguntaba por él, arrojé tres lágrimas en el cajón oscuro.
En el 2006, tres años después de su muerte, por destino vi un libro que Jorge Herralde le dedicó Homenaje a Roberto Bolaño, y al ver su foto casi me caigo al suelo y así empecé a leer su literatura y veo que me soy un reflejo de varios de sus personajes dentro de sus libros y poemas con nombre y apellido.
Así comienza mi duelo atemporal. En 2007 voy a Barcelona y me contacto con Bruno Montaner, poeta y mejor amigo de Roberto, con la última pareja de Roberto y con su madre Victoria Ávalos. Viajo con mi hija, quien no sabía quién era Bolaño.
Platicando con su madre, ella me declaró que su hijo me quiso hasta el último minuto de su vida y este duelo que yo traía en el alma, me dio la idea que lo podía sanar pagándole con la misma moneda: “escribe un libro”.
Lo hice. Tenía apuntes de un libro que se llamaba “Cartas a un muerto”. Pero cuando le dije a Victoria ella me contestó que el título estaba horrible, pero como uno de los poemas que escribió Roberto bolaño se llama “El fantasma de Edna Lieberman”, entonces acordamos que el titulo seria “Cartas a mi fantasma”, para preguntarme quién había sido el fantasma quién.
-Esta, tu primera obra publicada, se maneja en tres tiempos…
-La intención es generar un diálogo entretejido de varios momentos, de lo que dijo de mi en su literatura y yo lo que en 2007 le quería contestar y preguntar. Este libro como lo dices se maneja en tres tiempos: el presente que es el hilo conductor y empieza a partir de que viajo a Barcelona con mi hija; el pasado que son los flashbacks que es mi vivencia con él en la España postfranquista; y lo que nunca sucedió, que me voy con el lado amable en el qué hubiera pasado si nos hubiéramos encontrado en vida y lo que pudo a ver sido.
-Los azares del destino son insospechados, pero un año de relación del que broto un amor que duro toda la vida, una fuente de amor imperdurable…
-Les aconsejaría que esos amores los manejen, si tiene la oportunidad cierren esos círculos en vida porque lidiar con un fantasma no es fácil, tiene sus pros y sus contras: ¬quién puede competir con un fantasma.
Nuestra relación fue muy intensa en Barcelona porque ya había caído Franco; el ambiente político era como muy festivo, había libertad, la juventud estaba gozosa y se contagiaba a una relación personal.
Yo conocía y sabía de la existencia del infrarrealismo en México, porque me gustaba ir a la Casa del Lago, pero nunca tuve la oportunidad de conocerlo ahí. Si conocí a Mario Santiago y tenía pláticas, pero Roberto era el poeta inasequible un poco la pose. Roberto era un hombre erudito desde aquella época, desde que deseaba ser poeta y siempre lo buscó hasta conseguirlo, la narrativa la toma por cuestiones necesaria.
Mi relación con él fue muy profunda, estábamos unidos por la misma pulsación del arte; compartíamos la misma mesa donde escribíamos a la par. Roberto era una persona normal, brillante, un excelente atleta: le encantaba a montar, era un jinete extraordinario, le encantaba nadar, pelear, era travieso éramos traviesos, jugábamos en la vida cotidiana.
Mi relación con Roberto fue poética porque la vivíamos, vivíamos esa poesía, me regalaba, por no tener dinero, un ramillete de flores recogido en las ramblas un ramo virtual; íbamos al Corte Inglés a medirnos ropa que nunca íbamos a comprar, íbamos a diferentes departamentos donde ya nos cocían el ritual de no comprar era una cuestión lúdica.
También tenía su faceta seria, era arrogante, no conmigo, porque cómo el escribe en «Amberes», lo bajaba del pedestal, pero en ese sentido era autoritario en ciertos momentos.
En mi libro no hablo del escritor, que es un fenómeno, sino le hablo a un exnovio, que hubiese pasado si nos encontramos; no me meto con el escritor.
– ¿Qué temas abordas en tu literatura?
-Realmente lo que me mueve es la vida cotidiana; el ser madre es una de mis pasiones o vocaciones; el amor es lo único que nos llegaremos a la tumba: el prodigado y el recibido en las relaciones auténticas; la muerte, pero la trascendencia que tiene la literatura me ha impresionado como nunca lo imagine es algo increíble.
Para finalizar y con tristeza de haber terminado con este breve diálogo sobre el amor y el desamor de Edna Lieberman, con quien es considerado uno de los escritores más leídos e influyentes de la literatura en español, Edna nos adelantó:
“Quiero decir que mi primer libro Cartas a mi fantasma está proyectado para ser una película. Ya se está escribiendo un guión, la cual va a ser una coproducción México-España. Creo que es una muy buena historia que contar y llevarla a la pantalla ha sido una sorpresa que me están regalando y me entusiasma mucho.