Asimilar la pérdida: sobre el trabajo fotográfico de Valeria Caballero

Por Jo. Trujillo

Periodistas Unidos. Ciudad de México. 01 de abril de 2021.- Vivir el duelo es hacernos a la idea de que alguien ya no estará en nuestra vida. En el proceso de asimilar la pérdida, de que ésta ya no duela, atravesamos una vorágine de emociones. Pasamos de la tristeza, el llanto y la nostalgia a una estabilidad emocional y mental luego de lograr reacomodar la vida propia con ese vacío irreemplazable. El tiempo transforma la ausencia en una forma distinta de presencia, como memoria.

En el medio fotográfico es común ver que algunas personas se preparan para la muerte de un ser querido a través de documentar su proceso de agonía. Otras registran los objetos y espacios vacíos que dejó esa persona. Todas son formas de hablar de la pérdida, pero hablar del duelo es dar cuenta de un proceso íntimo de transformación personal.

Cuando te fuiste es la bitácora del duelo de Valeria Caballero, un ejercicio de introspección a través de la fotografía. Confundida y sin rumbo, con la idea de que poner distancia le ayudaría a elaborar la pérdida de su pareja, realizó un viaje de tres meses, del otoño en el Viejo Mundo a un frío temporal en El Caribe, que fue a la vez una travesía por sus recuerdos. En su andar por ciudades ajenas, la huella del ser amado apareció de formas que sólo ella podía reconocer. También, como señales enviadas desde otra dimensión, encontró mensajes que la invitaban a aceptar que la experiencia por la que atravesó no fue el fin del mundo, y fuera feliz.

Su bitácora revela la insistencia de su mirada en los mismos significantes, el paisaje de su aflicción: autorretratos, el agua en la forma de mar o lluvia, cielos y nubes, espacios vacíos, y el ave como aparición del ser amado. En su despliegue en Instagram, la variación en la escala de las fotografías y la velocidad de los videos dan cuenta de su sentir: en un lento y silencioso paso del tiempo, entre la inmensidad del cielo y el mar, aparece la diminuta presencia de una mujer hecha trizas.

Al inicio del trayecto, Valeria sólo puede verse a sí misma en la forma de un difuso y resquebrajado rastro, sea reflejo o sombra. Después del temporal y la vorágine, y de lograr atisbar a lo lejos un nuevo rumbo, ella vuelve a casa. Aunque aún no puede verse a sí misma en el espejo, es ya, al final de ese viaje, una mujer serena y entera.

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