Sebastião Salgado: La fotografía documental posiblemente va a desaparecer
Foto: David Fernández / EFE
Por Celia Sierra.
EFE. Madrid, España. 14 de noviembre de 2019.- Sebastião Salgado ha sido testigo de una época que, probablemente, jamás se repetirá. El esplendor de la fotografía documental del siglo XX, con autores embarcados durante años en un solo proyecto, está en peligro de extinción por los cambios tecnológicos y la falta de apoyo de los medios.
El fotógrafo no es otra cosa que un «reflejo» de la sociedad de su tiempo y la «faceta documental» de la fotografía está cambiando: «No es malo ni bueno, es así», reconoce sin acritud el autor brasileño en una entrevista con Efe.
Con 75 años y en un estado de forma envidiable, Salgado se encuentra en España para presentar la exposición «Gold. Tierra Pelada», que se inaugura este jueves en el Centro de Arte Tomás y Valiente (Fuenlabrada, Madrid), y un libro de mismo título (Taschen).
En él revisa uno de sus primeros trabajos que le encumbró como fotógrafo, el de la mina de Serra Pelada (Curionópolis, Brasil, 1986). Un inmenso agujero de 200 metros de diámetro donde 50.000 mineros desarrollaban su trabajo en condiciones infrahumanas.
PREGUNTA – «Serra Pelada» data de 1986, fue uno de sus primeros trabajos de la serie «Trabajadores» ¿Qué recuerdo tiene de este proyecto?
RESPUESTA – Me acuerdo perfectamente de cada momento. Vivíamos bajo una lona, no había nada, ni hoteles, ni restaurantes, solo la selva amazónica y una mina a cielo abierto. Un amigo de mi padre, que tenía una concesión, aceptó que fuera a vivir con él. Era todo muy básico, me llevé mi propia hamaca, donde dormía. Así pasé 35 días.
P – ¿Qué le llevó a revisar un trabajo de hace tanto tiempo?
R – Hace 33 años de estas fotografías, entonces no lo edité completamente porque formaba parte de un trabajo más grande. En 2016 revisé todo mi archivo porque me rompí la rodilla saltando un riachuelo en el Amazonas y tuve que parar seis meses. Volví a verla de nuevo y elegí nuevas fotos, más de la mitad son nuevas.
P- «Gold» es un retrato sobre la codicia del oro y la esclavitud voluntaria a la que se sometieron miles de trabajadores ¿Cree que sigue vigente treinta años después?
R- He trabajado en varias minas de oro y he retratado a muchas personas que lo buscan. La gente cuando ve el oro no vuelve. Cuando Hernán Cortés llegó a México le dijo a Moctezuma que sus hombres tenían una enfermedad, que solo se curaba con un medicamento que se llama oro. Todo el mundo enferma de oro.
Esta mina se cerró en 1992, el lugar se inundó tras una época de lluvias extremas. Los trabajadores se fueron a territorio indígena yamomani en busca de oro: violaron a las mujeres, acabaron con la vegetación, contaminaron los ríos con mercurio. Esto dura hasta hoy.
P- Con esta serie volvió a utilizar el blanco y negro y abandonó definitivamente el color. ¿Qué aporta el blanco y negro a la fotografía documental?
R- El blanco y negro es una gama de grises, que va del gris más claro que se llama blanco, al más oscuro que se llama negro. Esta gama inmensa de grises denota todos los colores y me permitía concentrarme en lo que de verdad me interesaba fotografiar, que era la personalidad de esa gente, su dignidad. El blanco y negro genera un discurso con una cohesión muy fuerte.
P – ¿Está perdiendo valor la fotografía en una sociedad inundada de imágenes por el surgimiento de las redes sociales como Instagram?
R- Eso no es fotografía. Estas fotografías son memorias de un momento de la vida. Las imágenes (de internet) son un lenguaje moderno de comunicación, que no se puede mezclar.
La fotografía es cuando tu padre o tu madre tomaban fotos tuyas de pequeña, las llevaba a un estudio, las revelaban y las metían en un álbum. Eso contaba tu historia. La fotografía tiene una correlación muy grande con la memoria.
P – ¿Cree que la fotografía documental, tal y como la conocemos, va a desaparecer?
R – Posiblemente va a desaparecer. Las cámaras nuevas suelen ser también de vídeo, son un híbrido. Hoy la posibilidad de cambiar los fondos, sacar personajes, meter otros, es posible con Photoshop. Su faceta documental, la de memoria, está cambiando y, en un cierto número de años, posiblemente habrá otra cosa. No es malo ni bueno, es así.
P – ¿Como va su trabajo sobre la Amazonía?
R- Ya está acabado, he tardado siete años, estamos en proceso de edición para presentarlo en 2021. En seis o siete meses acabaré la edición y mi mujer, Leila, comenzará a preparar los libros y a imaginar las exposiciones.
P – Su discurso sobre la preservación medioambiental y las comunidades indígenas es diametralmente opuesto al del gobierno de Jair Bolsonaro ¿Cómo valora la política del actual Gobierno brasileño en este sentido?
R – Tengo muchos amigos indígenas y hoy están desesperados, viven con miedo. Hay una amenaza estructural del Gobierno (de Bolsonaro) contra estas comunidades.
Existen reservas protegidas de indígenas y áreas de protección ambiental y el nuevo gobierno quiere acabar con ellas y abrir el Amazonas a la explotación. Bolsonaro no es un dictador, ha sido elegido democráticamente, si quiere cambiar las leyes debe conseguir aprobarlas en dos Cámaras legislativas.
Todo depende mucho de la presión internacional. No hablo de un boicot, pero sí de imponer restricciones ecológicas (a nivel internacional, a tratados como el Mercosur).
P – ¿Ha pensado ya cuál será en su próximo proyecto?
R – Tengo 75 años. Cuando presente «Amazonas», entre conferencias y exposiciones, tendré 80 años. No sé si tendré energía para otro proyecto, no creo que vaya a dejar nunca de fotografiar, pero también veo difícil embarcarme en otro proyecto. «Amazonas» me ha llevado siete años, «Génesis» me llevó ocho. Es necesario tener un buen estado físico perfecto y mi cuerpo no es tan fuerte, pero el futuro es el futuro, quién sabe.