6 meses de guerra en Ucrania, en riesgo la economía mundial

Por Paul Wiseman y David McHugh

AP. Meckenheim, Alemania. 21 de agosto de 2022.- Martin Kopf necesita gas natural para hacer funcionar la empresa de su familia, Zinkpower GmbH, que fabrica componentes de acero inoxidable en el oeste de Alemania.

Las instalaciones de Zinkpower en las afueras de Bonn utilizan gas para mantener 600 toneladas de zinc valuadas en 2,5 millones de dólares en estado fundido todos los días. De lo contrario, el metal se endurecerá y destrozará el tanque donde se sumergen las piezas de acero antes de que terminen en suspensiones de automóviles, edificios, paneles solares y turbinas eólicas.

Seis meses después de que Rusia invadiera Ucrania, las consecuencias plantean una amenaza devastadora para la economía mundial, incluidas empresas como Zinkpower, que emplea a 2.800 personas. El gas no solo es mucho más costoso, sino que podría no estar disponible si Rusia corta por completo el suministro a Europa para vengar las sanciones occidentales, o si las empresas de servicios públicos no pueden almacenar lo suficiente para el invierno.

Es posible que Alemania tenga que imponer un racionamiento de gas que podría paralizar las industrias, desde la fabricación de acero hasta los productos farmacéuticos y las lavanderías comerciales. Si cortan el gas, “todo mi equipo será destruido”, dijo Kopf, quien también preside la asociación de empresas de galvanizado de zinc de Alemania.

Los gobiernos, las empresas y las familias en todo el mundo están sintiendo los efectos económicos de la guerra apenas dos años después de que la pandemia del coronavirus devastara el comercio mundial. La inflación y los costos de la energía se han disparado, lo que ha aumentado la posibilidad de un invierno frío y oscuro. Europa se encuentra al borde de la recesión.

Los altos precios de los alimentos y la escasez, agravados por el corte de los envíos de fertilizantes y granos desde Ucrania y Rusia que se reanudan lentamente, podrían producir hambre y malestar generalizados en el mundo en desarrollo.

En las afueras de la capital de Uganda, Kampala, Rachel Gamisha dijo que la guerra en Ucrania ha afectado su negocio de comestibles. Lo ha sentido en el aumento de los precios de artículos básicos como la gasolina, que se vende a 6,90 dólares el galón. Algo que cuesta 2.000 chelines (unos 16,70 dólares) esta semana puede costar 3.000 chelines (25 dólares) la próxima semana.

Gamisha también ha notado algo más, un fenómeno llamado “reduflación”: es posible que un precio no cambie, pero una dona que solía pesar 45 gramos ahora pesa 35. El pan que pesaba 1 kilo ahora pesa 850 gramos.

La guerra de Rusia llevó al Fondo Monetario Internacional a rebajar el mes pasado su perspectiva para la economía mundial por cuarta vez en menos de un año. El organismo crediticio espera un crecimiento de 3,2% este año, por debajo del 4,9% que pronosticó en julio de 2021 y muy por debajo del vigoroso 6,1% del año pasado.

“El mundo pronto podría estar al borde de una recesión global, solo dos años después de la última”, dijo Pierre-Olivier Gourinchas, economista jefe del FMI.

El Programa de Desarrollo de la ONU dijo que el aumento de los precios de los alimentos y la energía sumió a 71 millones de personas en todo el mundo en la pobreza en los primeros tres meses de la guerra. Los países de los Balcanes y el África subsahariana fueron los más afectados. Hasta 181 millones de personas en 41 países podrían sufrir una crisis de hambre este año, proyectó la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación.

En Bangkok, el aumento de los costos de la carne de cerdo, las verduras y el aceite han obligado a Warunee Deejai, un vendedor ambulante de alimentos, a aumentar los precios, reducir el personal y trabajar más horas.

“No sé cuánto tiempo podré mantener asequible el precio de mi almuerzo”, dijo. “Salir de los cierres por el COVID y tener que enfrentar esto es difícil. Lo peor es que no veo el final de esto”.

Incluso antes de que el presidente ruso, Vladimir Putin, ordenara la invasión a Ucrania, la economía mundial estaba bajo presión. La inflación se disparó a medida que una recuperación más fuerte de lo esperado tras la recesión causada por la pandemia abrumó a las fábricas, los puertos y los patios de carga, lo que provocó demoras, escasez y precios más altos. En respuesta, los bancos centrales comenzaron a subir las tasas de interés para tratar de enfriar el crecimiento económico y controlar en alza en los precios.

“La volatilidad de la inflación subió. La volatilidad del crecimiento aumentó. Y por lo tanto, se ha vuelto infinitamente más difícil para los bancos centrales dirigir el barco”, dijo Robin Brooks, economista en jefe del Instituto Internacional de Finanzas.

Siguiendo una política de cero COVID, China impuso confinamientos que han debilitado gravemente a la segunda economía más grande del mundo. En ese momento, muchos países en desarrollo aún lidiaban con la pandemia y las grandes deudas que habían contraído para proteger a sus poblaciones del desastre económico.

Todos esos desafíos podrían haber sido manejables. Pero cuando Rusia invadió Ucrania el 24 de febrero, Occidente respondió con fuertes sanciones. Ambas acciones interrumpieron el comercio de alimentos y energía. Rusia es el tercer mayor productor de petróleo del mundo y uno de los principales exportadores de gas natural, fertilizantes y trigo. Las granjas en Ucrania alimentan a millones en todo el mundo.

La inflación resultante se extendió al mundo.

Cerca de Johannesburgo, Sudáfrica, Stephanie Muller ha estado comparando precios en línea y consultando diferentes supermercados para encontrar las mejores ofertas.

“Tengo tres hijos que están todos en la escuela, así que he estado sintiendo la diferencia”, dijo.

Comprando en un mercado en la capital de Vietnam, Hanoi, Bui Thu Huong dijo que ha estado limitando sus gastos y recortando las cenas de fin de semana. Al menos hay una ventaja de cocinar en casa con sus hijos: “Podemos vincularnos más con ellos en la cocina y al mismo tiempo ahorrar dinero”.

Syahrul Yasin Limpo, ministro de Agricultura de Indonesia, advirtió este mes que el precio de los fideos instantáneos, un alimento básico en la nación del sudeste asiático, podría triplicarse debido al encarecimiento del trigo. En la vecina Malasia, el agricultor de hortalizas Jimmy Tan lamenta que los precios de los fertilizantes hayan subido 50%. También está pagando más por suministros como láminas de plástico, bolsas y mangueras.

En Karachi, Pakistán, Kamran Arif ha tomado un segundo trabajo a tiempo parcial para complementar su salario.

“Debido a que no tenemos control sobre los precios, solo podemos tratar de aumentar nuestros ingresos”, dijo.

La gran mayoría de la gente vive en la pobreza en Pakistán, cuya moneda ha perdido hasta un 30% de su valor frente al dólar y el gobierno ha subido 50% los precios de la electricidad.

Muhammad Shakil, un importador y exportador, dice que ya no consigue trigo, garbanzos blancos y guisantes amarillos de Ucrania.

“Ahora que tenemos que importar de otros países, tenemos que comprar a precios más altos”, a veces entre 10% y 15% más, dijo Shakil.

A medida que la guerra alimenta la inflación, los bancos centrales aumentan las tasas de interés para tratar de frenar los aumentos de precios sin descarrilar el crecimiento económico.

El encarecimiento resultante en los créditos está castigando a FlooringStores, una empresa de Nueva York que ayuda a los clientes a encontrar material para pisos y contratistas. Las ventas han bajado porque menos propietarios están pidiendo prestado para pagar las mejoras en el hogar.

“Un gran porcentaje de nuestros clientes financian sus proyectos con préstamos sobre el valor acumulado de la vivienda y productos similares, lo que significa que el aumento de las tasas de interés realmente acabó con nuestro negocio”, dijo el director general Todd Saunders. “La inflación no estaba ayudando, pero las tasas de interés tuvieron un efecto mayor”.

Europa, que durante años dependió del petróleo y el gas natural rusos para su economía industrial, ha absorbido un duro golpe. Se enfrenta a la creciente amenaza de una recesión a medida que el Kremlin cierra las llaves del gas natural que se utiliza para calentar hogares, generar electricidad y encender fábricas. Los precios son 15 veces más altos que antes de que Rusia concentrara tropas en la frontera con Ucrania en marzo de 2021.

“Hay mucho más riesgo y presión de recesión en Europa que en el resto de las economías de altos ingresos”, dijo Adam Posen, presidente del Instituto Peterson de Economía Internacional y exfuncionario del Banco de Inglaterra.

Rusia no se ha librado del daño, y el FMI calcula que se contraerá 6% este año. Sergey Aleksashenko, un economista ruso que vive en Estados Unidos, señaló que las ventas minoristas del país cayeron 10% en el segundo trimestre en comparación con el año anterior debido a que los consumidores “no tienen dinero para gastar”, dijo.

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