Ceremonias indígenas y marchas celebran en Chile instalación de Convención Constituyente
AFP. Santiago de Chile. 04 de julio de 2021.- Constituyentes aymaras y mapuches hicieron ceremonias este domingo en Santiago antes de la instalación de una Convención Constitucional que redactará una nueva carta magna para Chile, un paso histórico que gatilló la ola de protestas de octubre de 2019 en reclamo de mayor igualdad de derechos y bienestar social.
“Hoy venimos a apoyar a nuestra gente mapuche, que todo este cambio ojalá termine bien para todo Chile. A nosotros que nos dejen vivir en paz y desmilitaricen nuestras tierras en el sur”, dijo a la AFP Daniel Antigual, un jubilado de 60 años que acompañaba a un grupo mapuche, el pueblo indígena más numeroso en Chile.
“Harto newen. Amulepe taiñ weichan”: mucha fuerza y que siga nuestra lucha, dijo al pie del Cerro Huelén (Cerro Santa Lucía como se identifica en el paisaje de Santiago) y en mapudungún, la lengua de su pueblo, que esperan que la nueva Constitución reconozca como parte de un Estado Plurinacional.
En Plaza Italia, epicentro de las manifestaciones, se concentraron unas 5.000 personas, la mayoría en apoyo a la “Lista del Pueblo”, un grupo heterogéneo de personas desconocidas entre sí, muchas de ellas partícipes de las protestas durante el estallido social de 2019, que contra todo pronóstico fue la tercera más votada en las elecciones de constituyentes del 15 y 16 de mayo.
Los 155 convencionales electos, 77 mujeres y 78 hombres, elegidos en una inédita votación paritaria y que reservó 17 escaños para pueblos indígenas, tienen la misión de redactar la Constitución que reemplazará la actual, escrita inicialmente por una pequeña comisión durante la dictadura de Augusto Pinochet (1973-1990) y aprobada en 1980 en un proceso cuestionado.
En los últimos 30 años de democracia tuvo varias reformas, pero mantuvo su esencia para sostener un modelo económico ultra liberal que trajo progreso y también desigualdad, lo que desató las masivas protestas -algunas muy violentas- hace 20 meses.
“Tengo sentimientos encontrados, porque soy de la generación que sobrevivió a la dictadura, y ver esto que está pasando hoy en Chile es muy emocionante, pero también hay incertidumbre y temores, porque este es el triunfo del pueblo humilde y tenemos historia en que la derecha siempre hace sus trampas usando a los demócrata cristianos y a su gente en el poder”, dijo a AFP Ernesto Cortés, diseñador gráfico de 57 años.
Una muestra diversa de Chile
La heterogeneidad de los integrantes que juramentarán este domingo como convencionales, en su mayoría independientes con afinidades de izquierda y sin experiencia en cargos públicos, junto al hecho de que ninguna de las listas de candidatos haya logrado alcanzar por sí misma el tercio que otorga poder de veto, abre la esperanza de que será un órgano obligado a alcanzar acuerdos.
Pero esta misma diversidad en posturas y orígenes alimenta el temor de que se eternicen las discusiones y finalmente el texto no logre cumplir con las expectativas ciudadanas.
“Está todo el país representado y se van a sentar a dialogar, a conversar el país que queremos. Por primera vez veo que hay una instancia de tanto poder como ésta en la que no están detrás los poderes fácticos”, dijo a la AFP el sacerdote jesuita Felipe Berríos, una de las voces más influyentes en Chile.
“El pueblo chileno tiene una vocación de diálogo, de entendimiento. No hay que tenerle miedo”, agregó.
Tensión previa
Pero las fricciones surgidas por las peticiones de algunos de los constituyentes pusieron una dosis de tensión los días previos a la instalación.
Representantes de los pueblos indígenas criticaron al gobierno por no asegurar las condiciones para que se cumplan algunos requisitos que impone su cosmovisión y otros se quejaron por la falta de presupuesto para asesorías.
La “Lista del Pueblo”, con 27 representantes, tuvo éxito de convocatoria en la marcha desde Plaza Italia hasta la vieja sede del Congreso en Santiago, donde los constituyentes llegaban para la ceremonia de instalación con banderas de Chile y del pueblo mapuche y también del movimiento LGTBI.
“Los pueblos escribimos la nueva constitución”,“Que la salud y educación sean derechos garantizados”, “Chile Digno, si no pa qué poh”, se leían en pancartas de personas que amanecieron en el centro de Santiago a 1 grado centígrado a esa hora de la mañana.
En la víspera, 60 constituyentes firmaron una carta en la que demandan “garantías democráticas para la sana instalación de la convención”, en la que exigen, entre otros puntos, la liberación de presos de la revuelta social de 2019.
Tras la juramentación, tendrán que elegirse los cargos de presidente y vicepresidente.
La Convención tendrá nueve meses -prorrogable sólo una vez por tres meses más- para redactar el nuevo texto, que será luego sometido a un plebiscito ratificatorio con voto obligatorio.
Según el acuerdo político que dio pie al proceso, el órgano constituyente “tendrá como único fin redactar la nueva Carta Fundamental, sin afectar las competencias y atribuciones de los demás órganos de Estado” y tampoco podrá alterar procedimientos para su funcionamiento y adopción de acuerdos.