AMEXI. Ciudad de México. 13 de diciembre de 2024.- La fe de los mexicanos por la Virgen de Guadalupe se hizo presente este 12 de diciembre en la Basílica de San Pedro, en El Vaticano, donde el Papa Francisco presidió la misa en honor de la “morenita” y recordó que el misterio guadalupano es para venerarla.
Ante miles de fieles, 30 cardenales y más de 350 sacerdotes, el líder de la Iglesia Católica pidió la intercesión de la Virgen María de Guadalupe para profundizar en nuestra fe por caminos de justicia y de paz.
Como cada 12 de diciembre el Papa presidió la misa
Como lo ha hecho cada 12 de diciembre, desde el inicio de su Pontificado en 2013, Francisco ofició una celebración especial para los creyentes católicos que se dan cita en la Basílica de San Pedro para honrar a la Virgen de Guadalupe, Patrona de América.
La liturgia eucarística estuvo a cargo del cardenal Robert Prevost Martínez, prefecto del Dicasterio para los Obispos y presidente de la Pontificia Comisión para América Latina y las lecturas fueron en español y portugués, informó la agencia Vatican News.
Durante su homilía, el Papa destacó la importancia de la imagen de María, María de Guadalupe, embarazada, que anuncia el nacimiento del Salvador, embarazada como una madre, y la ternura con que habló a Juan Diego al decirle: “No tengas miedo, ¿acaso no estoy yo aquí que soy tu Madre?”.
La maternidad de María hace el milagro de llevar la fe a los corazones
Explicó cómo la maternidad de María quedó grabada en la tilma sencilla de Juan Diego hace 493 años y resaltó que la maternidad de María hace el milagro de llevar la fe a los corazones un poco incrédulos de los prelados y lo demás son “ideologías”.
“Sobre este misterio de Guadalupe, que lamentablemente tantas ideologías han querido derivar para sacar provecho ideológico, sobre este misterio de Guadalupe, me vienen en mente tres cosas, cosas sencillas, pero que hacen al mensaje: la tilma, la Madre y la rosa. Cosas muy sencillas”.
De acuerdo con la tradición, la Virgen María se apareció en 1531 al indígena Juan Diego Cuauhtlatoatzin en el cerro del Tepeyac para pedirle que le llevara al obispo fray Juan de Zumárraga un mensaje de su parte: la construcción de un templo en su honor, justo en el lugar de su aparición.
Obediente llevó el mensaje a Juan de Zumarraga, quien le pidió una prueba de la aparición de la Virgen. Temeroso regresó y le explicó a la solicitud del obispo a la “morenita”, quien le respodió “No tengas miedo, ¿acaso no estoy yo aquí, que soy tu Madre?” y le pidió recoger rosas y llevarlas al obispo.
Juan Diego recogió las rosas y las colocó en su ayate para llevarla a Juan de Zumarraga, en el cual quedó plasmada la imagen milagrosa de la Virgen, estampada de manera inexplicable.
El misterio guadalupano
“Todo lo que se diga del misterio guadalupano más allá de esto es mentira, es querer usarlo para ideologías. El misterio guadalupano es para venerarla, y para sentir en nuestros oídos”, subrayó.
El papa recordó precisamente las palabras de la virgen: “¿Acaso no estoy yo aquí, que soy tu Madre?” y pidió a los fieles recordar esta frase en todos “los momentos de la vida, los diversos momentos difíciles de la vida, los momentos felices de la vida, los momentos cotidianos de la vida”.
“Con la imagen de la Virgen de Guadalupe, la de la Señora en la tilma del indio y llevando como una ‘cantinela‘ su voz que nos dice repetidamente: No tengas miedo, ¿acaso no estoy yo aquí, que soy tu Madre?. Que así sea”, subrayó Francisco.
La misa en honor de la Virgen de Guadalupe concluyó con la entonación de “ La Guadalupana”, interpretada por los cantos de la Capella Sixtina, de los 50 cantantes del coro responsorial y, como cada año, con la participación de los Coros del Colegio Mexicano y del Pio latino, en Roma.