AP. Texas, Estados Unidos. 29 de mayo de 2022.- Días después de que un hombre irrumpiera en una escuela primaria en Uvalde, Texas, matando a 19 niños y dos profesoras antes de que los policías lo mataran, persisten las muestras de dolor, orgullo, rabia y solidaridad por todas partes de esta localidad.
Muchos visten de granate, el color del distrito escolar de Uvalde. Adicionalmente, hay lazos azul claro adornan los robles gigantescos que dan sombra a la plaza central de la ciudad, donde los dolientes acuden a depositar flores alrededor de una fuente y a escribir mensajes en las cruces de madera que llevan los nombres de las víctimas. Frente a una guardería de una de las principales calles de la ciudad, hay 21 sillas de madera vacías.
Todo el mundo en la ciudad predominantemente hispana de unos 16.000 habitantes parece conocer a alguien cuya vida dio un vuelco al perder a un familiar o amigo cercano en el ataque a la escuela primaria Robb, que fue uno de los más mortíferos de su tipo.
Joe Ruiz, pastor de la iglesia Templo Cristiano, dijo que una maestra amiga de su esposa —ella misma exdocente de Uvalde— fue quien mejor resumió el estado de ánimo de la comunidad al decir que la gente ha “llorado todo” lo que pudo y que ahora sólo necesita descansar.
La policía ha sido fustigada por haber esperado más de 45 minutos para enfrentarse al agresor de 18 años, Salvador Ramos, dentro de las aulas contiguas donde desató la carnicería.
Mientras continúa la investigación sobre el ataque, incluidas las razones de Ramos para llevarlo a cabo, algunos residentes han expresado su rabia con la policía. Entre ellos se encuentra el carpintero Juan Carranza, de 24 años, quien dijo haber visto cómo se desarrollaba el ataque desde el otro lado de la calle del colegio. Al día siguiente, calificó a los agentes de cobardes.
Steven McCraw, que dirige el Departamento de Seguridad Pública de Texas, dijo el viernes que el jefe de policía del distrito escolar, Pete Arredondo, tomó la “decisión equivocada” al esperar tanto tiempo antes de enviar a los agentes a las aulas cerradas. Dijo que Arredondo, quien estaba a cargo de la respuesta de las fuerzas del orden durante el asedio, creía que Ramos estaba atrincherado dentro de las dos aulas contiguas y que los niños ya no corrían peligro.
Arredondo, quien terminó sus estudios de secundaria en Uvalde y fue elegido recientemente concejal, no ha hablado públicamente desde que McCraw criticó su toma de decisiones. Su casa cuenta ahora con un guardia policial.
El apoyo al derecho de portación de armas es fuerte en Uvalde, que se encuentra aproximadamente a medio camino entre San Antonio y la ciudad de Del Río, fronteriza con México. Pero algunos padres y familiares de las víctimas están pidiendo un cambio.
“Simplemente, no sé cómo la gente puede vender ese tipo de arma a un chico de 18 años. ¿Para qué lo va a usar sino para ese propósito?”, se preguntó Siria Arizmendi, una maestra de quinto grado de primaria cuya sobrina, Eliahna García, fue asesinada. Habló en su comedor poco antes de que llegaran los bisabuelos de Eliahna, también vecinos de Uvalde.
Javier Carranza, de 43 años, es un veterano del ejército y propietario de un arma. Su hija, Jacklyn, fue asesinada. Opinó que era “algo ridículo” que una tienda de armas le vendiera tal potencia de fuego a un joven de 18 años y que se necesitan mejores verificaciones de antecedentes.