AP. Bogotá, Colombia. 31 de mayo de 2022.- Autodeclarado rey de TikTok a sus 77 años, Rodolfo Hernández se convirtió en la sorpresa electoral en Colombia y se disputará la presidencia en segunda vuelta con el izquierdista Gustavo Petro, quien iba confiado por una victoria luego de liderar las encuestas.
En las urnas los colombianos optaron por dos candidatos alejados de la clase dirigente tradicional, ambos críticos del gobierno del actual presidente conservador Iván Duque, quien no goza de popularidad luego de lidiar con la pandemia y multitudinarias manifestaciones en contra de sus políticas públicas.
“La gente está cansada del continuismo, pensamos que la situación está como difícil. Queremos un cambio”, dijo a The Associated Press Juan Carlos Cardona, quien caminaba el lunes por el centro de Bogotá.
Sergio Guzmán, fundador de la consultora Colombia Risk Analysis, considera que las votaciones mostraron que los colombianos quieren un cambio radical como parte de un reproche a la clase política. “No quieren un cambio moderado. Quieren pasión, peleas. Creo que los candidatos que llegaron a la segunda vuelta están tratando de encarnar eso”, explicó a la AP.
El sorpresivo ascenso de Hernández al derrotar al candidato de derecha Federico Gutiérrez, quien marcó en varias encuestas de segundo, pondría en aprietos a Petro. Aunque este último obtuvo 40% de la votación frente al 28% de Hernández, tendría que buscar más votos de centro, mientras que Hernández podría obtener los de derecha con mayor facilidad debido al temor que despierta Petro entre algunos sectores por sus propuestas contra la élite. Gutiérrez, al reconocer la derrota, anunció su apoyo a Hernández.
Petro cuestionó duramente a Hernández durante su discurso luego de la primera ronda de elecciones: ”¿Podemos ser una gran nación si admiramos a Hitler?”, “No queremos una sociedad en la que las mujeres se queden en la cocina”, “La corrupción no se combate con frases de TikTok”.
Hernández, un magnate de bienes raíces con poca experiencia en política, es conocido por sus salidas en falso. Dijo ser seguidor de Adolfo Hitler y luego se retractó diciendo que fue un lapsus y que en realidad quiso referirse al científico Albert Einstein, por ser un pensador alemán al que admiraba. En la actual campaña, cuando le preguntaron por el rol de su esposa en un eventual gobierno, Hernández dijo que es mejor que “ella haga los comentarios y apoye desde la casa. La mujer metida en el gobierno a la gente no le gusta, porque ven que es invasiva”. Luego explicó que su frase, muy criticada por las feministas, estaba descontextualizada.
Hernández ha logrado capitalizar políticamente el hastío de los ciudadanos por la corrupción, que según recientes encuestas es considerado el principal problema del país, seguido de la inseguridad y el desempleo. En un lenguaje coloquial y directo, propone un cambio en las formas de gobernar al no tranzar alianzas con “corruptos” y se muestra como un millonario que amasó su fortuna en el negocio de bienes raíces y a quien no le interesa obtener beneficio propio a costa del Estado. Financió su campaña de su propio bolsillo y de llegar a la presidencia donaría su salario y convertiría el palacio presidencial en un museo.
Algunos lo han comparado con el estilo del expresidente estadounidense Donald Trump. Camila Hernández, experta del Centro para América Latina Adrienne Arsht del Atlantic Council, dijo a la AP que se distancian porque Hernández se ha mostrado como un candidato totalmente independiente que no hace alianzas con los partidos establecidos a diferencia del expresidente Trump, que es republicano. De otro lado, se le asemeja en que Hernández se convirtió en un éxito mediático y se incorporó en plataformas donde hay muchos jóvenes como TikTok, algo nuevo en la política colombiana.
El primer discurso de Hernández tras conocer los resultados de la elección del domingo fue como su campaña: sin eventos multitudinarios. Esperaba tranquilo desde su casa en Santander, al noreste, y a través de redes sociales agradeció a sus electores por ayudarlo a vencer la “politiquería” y la “corrupción”. Se mantuvo fiel al discurso antisistema que ha sido su bandera durante su corta carrera política, que inició en 2015 cuando se lanzó como un outsider a la alcaldía de Bucaramanga, una ciudad intermedia, y salió vencedor.
Como alcalde, Hernández enfrentó varios procesos disciplinarios, uno de ellos por golpear a un concejal de oposición cuando le hacía preguntas incómodas en su despacho, un episodio por el que la Procuraduría suspendió a Hernández por varios meses. Además, responde ante la justicia por un proceso penal en el que la Fiscalía lo acusó formalmente por presuntas irregularidades en la celebración de un contrato de consultoría para implementar nuevas tecnologías para el manejo de basuras en el relleno sanitario de la ciudad que gobernó. Hernández asegura que es inocente.
De puertas para afuera, tanto Petro como Hernández proponen cambios en la política exterior. Están de acuerdo en reanudar las relaciones diplomáticas con Venezuela, rotas desde 2019 entre los presidentes Nicolás Maduro e Iván Duque. Ambos tratarían de hacer cambios con el tratado de libre comercio firmado entre Colombia y Estados Unidos hace 10 años, Petro para renegociarlo y Hernández para revisarlo.