Griselda Triana llama a formar un frente común de periodistas al recibir premio

Periodistas Unidos. Ciudad de México. 14 de diciembre de 2021.- Quiero decirles que estoy aquí porque el 15 de mayo de 2017 asesinaron a Javier Valdez, mi esposo y compañero de vida. Sin embargo también tengo mi propia trayectoria como reportera, comunicadora y periodista. Yo me quedé poco tiempo en El Diario de Sinaloa, luego haciendo periodismo radiofónico a principios de los años 90 y desde 1993 ingresé al área de comunicación de la Universidad Autónoma de Sinaloa.

Así transcurrieron mis años como reportera, jefa de información y coordinadora de programas de radio institucionales. Yo realmente disfrutaba lo que hacía. Pero llegó ese fatal 15 de mayo y nuestra vida se fracturó. Me vi obligada a salir públicamente después de un mes escondida en mi propio hogar, asustada y sin asimilar lo que había sucedido. Se juntaron los motivos y acepté que el desplazamiento forzado era inevitable. Hace cuatro años y medio que me fui del estado que me adoptó.
Ya lejos de aquí y de pasar por estados de ánimo con muchos altibajos, y después de mucho meditarlo, asumí la tarea de indagar qué es lo qué pasa con las compañeras, en su mayoría, de periodistas asesinados y/o desaparecidos en México. Y es que les quiero decir que cuando matan o desaparecen a un periodista, no sucedió lo que conmigo y con mi hija e hijo. Mi familia está acompañada desde el primer momento por Ríodoce, La Jornada, y organizaciones como RSF, CPJ, Article 19, Propuesta Cívica , la ONU y las embajadas de muchos países de todo el mundo. Eso sin contar con las redes de apoyo que ni yo imaginaba tener.
Este acompañamiento nos ha llevado a lograr la condena de dos de los autores materiales del crimen de Javier. Uno más está muerto desde finales de 2017. Pero nos falta el que dio la orden de matarlo, Dámaso López Serrano, apodado el Minilic. Así que nuestra lucha por la búsqueda de justicia continúa. El crimen de Javier sigue impune.
Lo más grave es que lo conseguido no es lo mismo que obtienen las familias de periodistas desaparecidos o asesinados. La mayoría de los crímenes están impunes y en el caso de periodistas desaparecidos, el 100 por ciento está en la impunidad. Por eso entendí que las compañeras de periodistas necesitan ser acompañadas, hacerles ver que no están solas, que hemos sido víctimas indirectas de hechos violentos y que tenemos que aprender a ejercer nuestros derechos como víctimas, sin dejar de lado nuestras exigencias de justicia.
Es momento de que las familias de periodistas asesinados y/o desaparecidos hagamos un frente común contra la impunidad, que nos organicemos y busquemos justicia no solo para quienes nos han sido arrebatados, sino también para nosotras y nuestras familias.
En la búsqueda de justicia nos encontramos con un sinfín de obstáculos, y debemos estar las unas con las otras, sosteniéndonos para seguir adelante. La situación de las familias es muy penosa y en su mayoría no han recibido acompañamiento jurídico legal y mucho menos acompañamiento psicosocial, siguen desconociendo sus derechos como víctimas. Las familias de periodistas asesinados somos lo que las autoridades preferirían no saber.
Ahora también me he convertido en una defensora se derechos humanos, como también lo fue Javier sin siquiera proponérselo. Javier dejó un legado, fue un periodista ejemplar, valiente e incorruptible. Nunca le tembló un solo dedo para escribir lo que debía.
Pero él también tenía una compañera como yo. Creo que estará muy orgulloso de mi trabajo con las esposas y familias de sus colegas asesinados y/o desaparecidos. Son pasos lentos pero son sólidos. En estos procesos son fundamentales nuestras redes de apoyo, por eso me emociona recibir este reconocimiento porque suma a la visibilización de los problemas que pasamos las familias que hemos perdido a nuestros compañeros y compañeras por motivos relacionados con su ejercicio periodístico.
Muchas gracias a quienes integran la Asociación de Periodistas de Los Mochis, Edgardo Vázquez, Tomás Saucedo, Ricardo Ríos, Juan Quiñónez, Juan Manuel Frausto, Mari Meza. Gracias, muchas gracias por su aval y solidaridad. Gracias por este reencuentro con compañeros universitarios que hacía cuando menos una década no veía. Todo mi cariño y gratitud para ustedes.
Deja una respuesta

Su dirección de correo electrónico no será publicada.

Easysoftonic