Periodistas Unidos. Ciudad de México a 17 de agosto de 2023.- Si la vida es un viaje, el de Alan Estrada ha sido una larga travesía llena de aprendizajes que ahora comparte a través de su primer libro «Viajar cambiará tu vida», publicado por Grupo Planeta.
Con más de 608 millones y medio de visualizaciones en los casi mil videos de su canal de YouTube, Alan Estrada, mejor conocido como Alan x el Mundo, acerca a los lectores a un recuento de lo que han significado algunos de los viajes que ha emprendido y sobre las lecciones que le han dejado, desde la primera vez que viajó en solitario como mochilero a Cuba y la odisea de sobrevivir en la India, hasta la sensación de sumergirse a 3800 metros para encontrarse con los restos del Titanic.
«Viajar cambiará tu vida» es un mensaje a los fan de Alan x el Mundo, a sus seguidores y a cualquier lector, inspirándolos a recuperar la curiosidad, esa que de niños nos impulsaba a vencer el miedo y acercarnos a la aventura. Para Alan, viajar es salir de la zona de confort, es conocer nuevas culturas que siempre sorprenden.
Este primer libro de Alan logra reunir sus reflexiones en torno al proceso de encontrarse con lugares que solo se han visto en internet, tal vez, de los que sólo se ha oído hablar en pláticas con otros turistas o leído en algún libro, pero que se ha decidido conocer, sin miedo, sin expectativas, pero sí con mucha curiosidad. Y es que este libro refleja justo eso, la curiosidad de Alan por descubrir.
«Siempre he creído que los viajeros tenemos como misión ver y compartir la belleza del mundo. El planeta en que vivimos es tan espectacular, único e impresionante que podemos pasar la vida entera viajando de un lado a otro y ni así podríamos ver todas sus maravillas. Por supuesto que el mundo es, al mismo tiempo, un sitio complejo. Conflictos bélicos, pobreza, desigualdad social, fundamentalismos, leyes que atentan contra los derechos humanos. En definitiva, el mundo no es perfecto, pero me gusta pensar que cada vez va mejor», Alan Estrada.
Alan presenta las 10 lecciones que desea transmitir acerca de su propio viaje vital; sin ser recomendaciones de lugares o un simple recuento de andanzas. Este primer libro es más bien una meditación sentida, a ratos humorística y en otros conmovedora, acerca de lo que significa trasladarse fuera de lo que conocemos para encontrarnos con otros seres humanos, compartir brevemente lo que para ellos es su vida diaria, su entorno y circunstancias, y el potencial que tiene esta posibilidad de cambiar nuestras creencias y moldearnos en lo más hondo si somos capaces de abrirnos a disfrutar, aprender y atesorar ese contacto.
Con «Viajar cambiará tu vida», los lectores no sólo «acompañan» a Alan, sino que cada capítulo detona en quien lo lee, esas primeras sensaciones que se experimentaron al llegar a un nuevo lugar, esos primeros encuentros, porque… las primeras veces no se repiten.
«Viajar nos enfrenta con la belleza del mundo, pero también con su sombra, y esta no podemos ignorarla. Si bien es una realidad que nuestra percepción del mundo es solamente una minúscula ventana de una imagen enorme imposible de observar en su totalidad, al viajar podemos tener y entender un panorama más allá de nuestro círculo cercano. Esto, por supuesto, conlleva sus riesgos, el intercambio cultural entre visitante y visitado siempre tiene un impacto y es labor del primero que sea lo más positivo posible».
Al final de todo, Alan lo tiene muy claro «…quiero morir feliz, porque para eso primero hay que vivir feliz. Quiero que cuando llegue mi momento nadie me borre la sonrisa, y si lloro que sea de nostalgia, de revivir las horas de felicidad caminando por los paisajes de Queenstown en Nueva Zelanda, el sabor de un pad thai en Bangkok, escuchando ópera en vivo en Nueva York o bajo el sol del desierto de Jordania. Añorar la maravilla de las cataratas de Iguazú, la sensación del viento en Machu Picchu, un paseo por el río Li o el peculiar sonido dentro de la mezquita Sheikh Zayed. Quiero irme recordando el ritmo del candombe, la ceremonia del té, la adrenalina de un salto en paracaídas y la emoción de ver por primera vez la torre Eiffel. Volver a escuchar, por un último instante, los violines en Irlanda, los cantos maoríes en Nueva Zelanda, los tambores de Japón y el «Huapango» de Moncayo. Si he de llorar, que sea de saber que tuve una vida increíble. Quiero morir sabiendo que he vivido».