El regreso de Fantomas. La Amenaza Elegante (O el santificado triunfo del mal)

Por Araceli Zúñiga Vázquez

Periodistas Unidos. Ciudad de México 04 de julio de 2019.- Desde la cultura popular mexicana los superhéroes conviven cotidianamente con nosotros y nuestros (¡ay!) múltiples desafíos. 

Y las historietas –o monitos en México– han sido la atalaya desde donde se proyectan sus aventuras sensacionales de la eterna lucha entre el bien y el mal, aunque desde nuestra mestizada realidad, y con una herencia importante de la  dualidad mesoamericana (Quetzalcoatl/Tezcatlipoca), la línea que divide a ambas potencias espirituales se volvió tan fina que desapareció, prácticamente, en algunos de estos superhéroes.

Tal es el caso de Fantomas. La Amenaza Elegante. Un superhéroe refinado, dandy y bon vivant, que en su mística refleja a su creador, el espléndido  escritor mexicano Gonzalo Martré, su guionista mexicano de cabecera. Por cierto, hay por ahí una superheroína (la primera conocida) llamada Fantomah (1941), como una egipcia antigua que no envejecía y que se convertía en una criatura con cara de calavera.     

México ha sido un árbol de la vida fructífero para estos personajes fantásticos de nuestros anhelos infantiles que perduran toda la vida,  auténticos unos y producto de la ficción otros. Desde la primera historieta publicada como tal en la prensa mexicana: «Rosa y Federico. Novela ilustrada contemporánea», de José Tomás de Cuéllar/José María Villasana, que vio la luz en el periódico de breve vida La Ilustración Potosina en 1869, hasta la leyenda popular de “La Carambada”, llamada Oliveria Del Pozo, bandolera muy bravía que realmente existió en nuestro país en el siglo XIX, y al estilo de los bandidos románticos del pasado, como Chucho el  Roto, Heraclio Bernal,  Cucho Montes y otros, se dedicó a la singular tarea de quitar lo más que podía al rico para dárselo a los pobres.

Historietas que, ya en firme, desde los años 1940 y 50 nos acompañan formalmente a través de los también llamados cómics, destacando Santo, el enmascarado de plata, personaje también real que trascendió del ring a los monitos, sin olvidar, entre muchos más, a los Supersabios, Kaliman, Hermelinda Linda, El Pantera (detective mexicano de la colonia Obrera), Chanoc, El Santos y La Tetona Mendoza, de Jis y Trino.

Enfatizo, por cierto, la aparición de una extraña heroína de los teleteatros (las nuevas historietas), en los inicios de la (todavía inocente) televisión mexicana: Nera, La Pirata, curiosamente presentada para esos años (¿1955?) como una heroína muy fuerte y empoderada; nada menos que la aguerrida capitana de un barco pirata, pleno de hombres feroces, y ella siempre triunfante, espada en mano.

Pues de Nera La Pirata a Fantomas. La Amenaza Elegante. En el prólogo de la novela, Carlos Gómez Carro, del Departamento de Humanidades de la UAM Azcapotzalco, nos cuenta la historia detrás de la historieta, cuyo origen nació de la imaginación de los escritores franceses Marcel Allain (1885-1970) y Pierre Souvestre.(1874-1914).

Entonces, ¿cómo permuta ese Fantomas francés a la raza de bronce? Ahora, a lo largo de su vida editorial, comprendemos que este anti-héroe, sociópata y vestido o disfrazado de “gente bien”, de empresario poderoso o de astuto político cultural, llegó a nuestra multidimensional cultura para desarrollarse y crecer.

Sibarita, ladrón de alta escuela,  se transforma (como Xólotl, el hermano gemelo de Quetzalcoatl, quien muta para no morir); entre el Santo (el bien), y lo monstruoso (el mal, generalmente representado por las mujeres  y los hombres del poder en México). Gómez Carro nos cuenta que, hacia la segunda mitad de los años 1960, Guillermo Mendizabal, quien después sería el director de Editorial Posada, habría convencido a la Editorial Novaro, a la sazón la principal editora de historietas del país, de producir un tebeo (así se les conoce en España a los monitos), a partir de un personaje que había surgido en 1911 como el folletín francés de masas de nombre Fantomas.

En un principio se incorporó en una serie miscelánea que la editorial denominaba “Tesoro de cuentos clásicos”, en la que aparecería esporádicamente. Como el público recibió muy bien al personaje, se le dio cabida como una historieta independiente con el nombre de Fantomas. La amenaza elegante. Después de diversos avatares que significaron la salida de Mendizabal y Lara de Novaro, el poeta costarricense Alfredo Cardona Peña requirió urgentemente argumentistas para la historieta. Finalmente, y a lo largo de los años 70, es Gonzalo Martré quien sostuvo y le dio la identidad definitiva al héroe enmascarado. Y comienza la leyenda choforoscosa.                                                                            

¿Quién es Fantomas, La Amenaza Elegante? Es, en principio, un astuto ladrón muy sofisticado que vive como un sibarita, asesorado por un profesor/científico/ filósofo llamado Semo, pero Fantomas es también una máscara, elemento inherente de nuestra cultura. Y allí comienza nuestro interés por él (máscaras: nosotros mismos). Me queda claro que el padre/madre de Fantomas es Gonzalo Martré, enmascarado, por supuesto.

Y todas sus acciones y manifiestos representan a este escritor prolífico, ingeniero químico por la UNAM y autor de más de treinta libros publicados entre cuentos, novelas y ensayos, obras que han visto la luz en editoriales independientes, básicamente. Su corpus literario se nutre de personajes border line, que viven en los arrabales proletarios y caifanescos de la ciudad de México, así como sus contrapartes, los privilegiados de toda laya que no muestran nunca la dignidad, hondura y pureza de los desarraigadas (los olvidados), que nos ofrece Martré, por tanto su lectura nos apasiona y electriza.

Desde 1967 gozamos de sus obras, incluida la revista virtual de sátira política El Chirispiote –donde pega levanta chipote–, caracterizado éste y todas sus obras por una escritura corrosiva sin concesiones: brillante, lúdica, sensual y, en ocasiones, terrible por su claridad deslumbradora.                                                                           

Fantomas, la novela, resulta entonces una exquisitez y propongo vigorosamente su lectura. En la trama han pasado muchos años desde que Fantomas urdiera sus famosas aventuras en el viejo mundo –desde su refugio en Deimos, la isla situada  en los mares del sur–, pero un accidente hiperespacial lo traslada a Messico, un país idéntico y paralelo al nuestro (¡ja!), dominado por la mezquindad y tropelías de políticos corruptos y gente enriquecida del peor modo.

Personajes a los que decide enfrentar siempre, bajo la premisa brechtiana de que “la diferencia entre un hombre sin escrúpulos financieros y un gángster es mínima”, premisa que tanto sedujera en su momento a Julio Cortázar, en su acercamiento al personaje. Situación que lleva a Fantomas al descubrimiento de que los mayores estafadores están más allá de las fronteras nacionales, pues son quienes monopolizan la usura universal. Y la usura y la impunidad son los dos ejes sobre los que gira esta novela, utopía irrealizable.

¿Ciencia ficción, entonces, El regreso de Fantomas? 

Creo que en ella –como en toda obra de arte– siempre subyace algo más de lo que se dice abiertamente y que estas metáforas maravillosas tienen que ver, no con el mundo del futuro, no con el mundo de la utopía, sino con el mundo de ahora, el de estos días. Borges señalaba un aspecto fundamental de la ciencia, del arte y de la ciencia ficción: representan lenguajes que traducen formas de vida pasadas, actuales o futuras, y al plantearnos estos códigos más o menos crípticos estamos ejerciendo la fascinante posibilidad que se les presentó a los primeros seres humanos en este planeta: preguntarnos  quiénes somos y qué hacemos aquí, decía.

Y desde esa rica posibilidad –un cómic– podemos tocar y trastocar las realidades más complejas… y poder cambiarlas. Fantomas se convierte así en una literatura de la resistencia; nacida como una historieta divertida para no pensar, como los demás cómics, con soluciones sobrenaturales por encima de soluciones políticas y  sociales, la literatura gráfica y la maravillosa como géneros concebidos para el control social, para no despertar.

     Sin embargo, el Fantomas tropicalizado es una historieta nativa con elementos corrosivos y de una feroz crítica social. Una mitología híbrida,  respondona e insolente, ladina, emanada de su autor mexicano, máscara contra máscara, Fantomas vs Gonzalo Martre.               

En este ejercicio de ciencia ficción aparecen personajes y lugares que nos son conocidos, entre ellos el profesor, crítico de arte y ciudadano comprometido con el cambio en nuestro país, Alberto Híjar; Raquel Tibol (†), Fidel Castro, el hombre más rico del mundo, Slim; Carmen Aristegui, la periodista incorruptible, Mario Vargas Llosa, el Gabo, el propio Martre con su seudónimo/máscara del magnate y empresario francés Juventus Bardamu, y conocidos personajes de la política y la usura e impunidad nacional, representantes del Estado –esa bestia terrible–.                    

¿Podremos con ellos?                                                                                                          

-¡Sí que podemos! –exclama Fantomas–: ¡La Amenaza Elegante ha vuelto!

Referencias bibliográficas:                                                                                                                                                           El Regreso de Fantomas, La Amenaza Elegante, por Gonzalo Martré, editorial UAM Azcapotzalco, México, 2013.                                                                                                                                         “Encuentro, Cultura y Civilización en el Siglo XXI, Las ideas sociológicas de Isaac Asimov”. Ciclo Las Fundaciones, Límites y Posibilidades del Quehacer Científico. Centro Nacional de las Artes (CENART), por  Araceli Zúñiga Vázquez.                                                                                                                 “La Carambada”, ensayo de Salvador Zúñiga Fuentes.

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