En Cannes, el #MeToo se sintió por todas partes
Foto: Vianney Le Caer / AP
Por Jake Coyle
AP. Cannes, Francia. 23 de mayo de 2018.- Cincuenta años después que un grupo de cineastas interrumpiera en protesta el Festival de Cine de Cannes, la celebración en la Costa Azul fue sacudida nuevamente por una turbulencia.
De principio a fin, la 71ª edición de Cannes estuvo dominada por protestas y peticiones para una mayor igualdad de género, que culminaron en la ceremonia de clausura del sábado cuando la cineasta italiana y acusadora de Harvey Weinstein Asia Argento prometió que se hará justicia contra los depredadores sexuales en la industria cinematográfica.
“Ustedes saben quiénes son”, dijo Argento al público. “Pero lo más importante es que nosotras sabemos quiénes son. Y no les vamos a permitir que vuelvan a salirse con la suya”.
El duro discurso de Argento tuvo un efecto amplificado, pues fue precisamente en Cannes hace 21 años donde Weinstein la violó, según ella ha denunciado. Weinstein, quien por décadas fue una figura omnipresente en el festival, ha negado las acusaciones de sexo no consensual en su contra. Al declarar que Weinstein nunca volverá a poner un pie en el Festival de Cine de Cannes, “su coto de caza”, el discurso de Argento fue el disparo final en un bombardeo de llamados al cambio.
El festival concluyó tras 12 días turbulentos de análisis y cine definidos tanto por las grandes ausencias como por quienes estuvieron presentes. Weinstein, desde luego, no asistió. Al igual que Netflix, que retiró sus películas de Cannes después de que el festival determinó que las cintas deben tener distribución en Francia para competir en la selección oficial.
Fuera de algunas excepciones notables, como la cinta sobre el Ku Klux Klan de Spike Lee “BlacKkKlansman», que fue ovacionada y se llevó el gran premio del jurado, las películas estadounidenses también estuvieron ausentes, víctimas en parte del foco cada vez mayor de Hollywood a los estrenos de otoño con miras al Oscar. Las selfies estuvieron prohibidas, así como en Kenia fue prohibido el drama lésbico «Rafiki», la primera película del país que se estrenó en Cannes.
Los asientos de dos cineastas con películas en competencia permanecieron vacantes debido a las prohibiciones que les han impuesto para salir de sus respectivos países: Jafar Panahi en Irán y Kirill Serebrennikov en Rusia. La leyenda del cine Jean-Luc Godard, que en 1968 encabezó las protestas que sacudieron a Cannes en medio de una huelga general en Francia, no asistió al festival pero tuvo una conferencia vía Facebook. Y a pesar de no asistir se llevó la “Palma de Oro Especial”, un premio otorgado por primera vez en el festival.
Pero al mismo tiempo hubo presencias poderosas. Solo hubo tres películas dirigidas por mujeres entre las 21 en competencia, pero las tres fueron de las más comentadas. Dos de ellas se llevaron premios: el drama neorrealista de la cineasta libanesa Nadine Labaki sobre la pobreza “Capernaum», que ganó el premio del jurado, y la fábula de la directora italiana Alice Rohrwacher «Lazzaro felice», que empató con «Tres caras» de Panahi en la categoría de mejor guion.
Quizá el momento más indeleble se produjo antes del estreno de la cinta de la cineasta francesa Eva Husson «Les filles du soleil», sobre un batallón de soldadas kurdas. Ochenta y dos mujeres caminaron por la alfombra roja y se pararon en las escaleras del Palacio del Festival, mientras el director artístico de Cannes Thierry Fremaux dijo “afirmemos su presencia”. El número reflejaba el total de directoras que han competido por la Palma de Oro en los 71 años de historia de Cannes.
“Las mujeres no son una minoría en el mundo y a pesar de esto nuestra industria dice lo contrario”, dijo en inglés la presidenta del jurado Cate Blanchett, y en francés Agnes Varda, desde lo más alto de los escalones del Palacio. «Las escaleras de nuestra industria deben ser accesibles para todas. Subamos”.
El tema de la igualdad de género es especialmente pronunciado en Cannes, no solo porque por tantos años el festival fue terreno de Weinstein, sino porque con su elaborada alfombra roja Cannes es una expresión de tradición cuidadosamente cuidada por la etiqueta y el estatus. Como dijo Christopher Nolan al presentar su majestuosa restauración de «2001: Odisea del espacio” de Stanley Kubrick, Cannes es «el festival que cuida más la historia del cine y las tradiciones del cine”.
Pero en la época del #MeToo, según los críticos, Cannes se ha mantenido demasiado masculino. Solo una directora (Jane Campion en 1993 por «El piano») ha ganado la Palma de Oro. La inclusión de Lars von Trier, el provocador danés que había sido declarado persona “nong grata” en Cannes, fue evidencia de que alguna parte del festival sigue al servicio de los autores masculinos.
A pesar de todo fue difícil negar la ola de cambio este año. Apenas dos días después de que las 82 mujeres caminaran por la escalinata, varios grupos por los derechos de las mujeres incluyendo 50/50 para el 2020 de Francia y el estadounidense Time’s Up se reunieron en una carpa repleta a la orilla del mar, junto al Boulevard de la Croisette, para presionar al festival a firmar un compromiso para mejorar la igualdad de género.
La atmósfera era eléctrica. Los nueve integrantes del jurado presidido por Blanchett, que también incluyó a las estadounidenses Ava DuVernay y Kristen Stewart, se sentaron en primera fila para ver a Fremaux y otros líderes del festival firmar el compromiso para hacer que el proceso de selección sea más transparente y tomar otras medidas para mejorar la igualdad de género.
“El mundo ha cambiado”, dijo Fremaux. «Debemos cuestionar nuestra historia y nuestros hábitos”.
Qué tan dispuesto está Cannes para adaptarse quedará en manifiesto en los próximos años. Pero incluso el clamor de esta edición fue una prueba de la posición especial del festival como el escenario más prominente del mundo para la industria del cine. Las protestas por una mayor igualdad de género incluyeron a participantes de decenas de países que habrían sido imposibles de reunir en otra parte.
Y como es costumbre, las películas premiadas provenían de todas partes del mundo, desde «Guerra fría» (“Zimna wojna”) de Polonia dirigida por Pawel Pawlikowski, hasta la cinta del sudcoreano Lee Chang-dong «Burning» (“Beoning”). La Palma de Oro fue para el cineasta japonés Hirokazu Kor-eda por «Shoplifters» (“Manbiki kazoku”), un drama que busca responder la pregunta de si la paternidad está determinada por el ADN o por algo más profundo. La adorable y delicada obra de este cineasta veterano fue aclamada universalmente y logró crear un consenso en esta convulsa edición de Cannes.
Sin embargo, las imágenes que más definieron el festival este año no estuvieron en pantalla, sino en las protestas y fuera de la alfombra roja, en las fuertes palabras de Argento.