En Coyoacán, la última morada de Octavio Paz

Notimex. Ciudad de México. 19 de abril de 2019.- La calle Francisco Sosa 383, Barrio de Santa Catarina en la Alcaldía de Coyoacán, hoy luce vacía, es día de asueto; como si retrocediera el tiempo y se vistiera de luto nuevamente por la muerte del poeta Octavio Paz hace 21 años.

Solo transitan algunos automovilistas y los coloridos “trenecitos” turísticos que recorren el centro de Coyoacán, que no se detienen a su paso para que los visitantes admiren la que fue la casa en la última etapa de la vida del ganador del Premio Nobel de Literatura.

Hoy a 21 años de su muerte, se le sigue recordando como uno de los literatos más completos de nuestro tiempos; lo mismo escribió poesía, ensayos, novelas y hasta hizo traducciones, pero sin perder la calidad y originalidad de cada una de sus obras.

La casa de esta legendaria construcción del siglo XVIII, con influencias andaluza y morisca, tiene a un costado de la puerta principal, que por ser día feriado permanece cerrada, una placa de cerámica cuya leyenda da la bienvenida a los interesados en conocer el recinto.

“En esta casa vivió al final de sus días, el gran poeta Octavio Paz, Premio Nobel de Literatura, quien falleció aquí el 19 de abril de 1998. La Secretaria de Cultura rinde homenaje a su memoria”.

Poco más de un año antes de morir, en diciembre de 1996, un incendio afectó el departamento de Octavio Paz en colonia Cuauhtémoc, en la calle Rio Elba, y que destruyó gran parte de su biblioteca.

En ese momento y con una profunda tristeza, declaró “Los libros se van como se van los amigos” y de inmediato, junto con su esposa, María José se mudaron a un hotel de Polanco en enero de 1997.

En ese entonces la Presidencia de la República trasladó a Octavio Paz a la Casa Alvarado, antigua edificación donde pasó el último año de su vida.

Tiempo después de la muerte del artista, este recinto fue sede de la Fundación Octavio Paz, para después convertirse en la Fonoteca Nacional.

Dentro de sus obras, siempre describió a la muerte, como se recuerda en su ensayo “El mono gramático”, escrito en 1970, publicado primero en una traducción al francés en 1972, y luego en su versión original en español en 1974.

“La muerte es una metáfora de la vida; vivir metaforiza la muerte. Porque la muerte pacta con la vida a través de los gramas de este mono poético que es el ser humano”.

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