Estefanía vence la oscuridad

ilustración: Javier Córdova

Por Víctor M. Navarro

Periodistas Unidos. Ciudad de México. 20 de octubre de 2020.- Algún día, algún día llegaré de cierto lo sé,

a esas tinieblas de todos tan temidas; la oscuridad

o una luz brillante serán mi última morada al lado

de mis seres queridos, aunque pienso, en esa tierra

de nadie y de todos también estarán los no queridos,

la muchedumbre malsana habitante de mis tiempos

y quizá también los otros y los otros, o tal vez, y no

me causa dolor o pesadumbre pensarlo, llegaré a un

horizonte límpido, claro, eternamente volcado

en viento suave bellamente difuminado.

Cualquier cosa será, sólo sé ahora con la vida misma:

únicamente conjeturas tengo como posesión suprema.

Por todo ello lo verdaderamente cierto es este momento

en el cual escribo la vida, bebo lenguaje dictado por algunas

sencillas bondades, el vino circula por mis venas, la alegría

de la risa de Estefanía, el brillo de sus ojos y sus manos en

mi espalda cuando al amanecer nuestros cuerpos siguen

los latidos de una noche en caricias concebida, versos y

besos traviesos en la gruta portentosa de su enigma y mi

cetro ceremonial fruto fecundo emana el río de la vida,

cuerpos anudados y libertinos respirando acompasadamente

en furiosas estocadas, tiernas embestidas de frente o de

perfil, cristalinos líquidos vitales corren por nuestra infinita

historia.

Caminamos tantos senderos Estefanía, así edificar nuestras

ciudades en estos momentos de contemplación y éxtasis,

fuentes de figuras clásicas y caricias, los poemas de Catulo,

las voces de Epicuro y Goethe, Apolo en cada uno de los

gestos, tibias canciones en el alma, así la vida con Estefanía,

el momento continuo prolongado ad infinitum, lo digo:

si hay oscuridad puede irse con sus tinieblas a otra parte.

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