Gabriela Guerra Rey, una escritora con un hacha que corta el mar helado
Foto: José Méndez / EFE
Por Gustavo Borges
EFE. Ciudad de México. 31 de marzo de 2019.- La escritora cubana Gabriela Guerra Rey asume la literatura como quien lleva un hacha afilada que corta el mar helado, lo cual trató de llevar a la práctica en su segunda novela, «Luz en la piel» que se presentará el jueves en México.
«La idea no es mía, es de Kafka, quien la manejó en una carta al historiador Oskar Pollak. Yo pretendo que mi literatura sea eso y el personaje de Gretel es el hacha de mi nueva obra», revela la autora en entrevista con Efe.
Se refiere a una periodista que en el libro investiga sobre niñas chiapanecas robadas de su tierra del sur mexicano para ser prostituidas, a quien como venganza secuestran, montan en un barco, violan centenares de veces y luego envían a burdeles en Europa y el norte de África hasta ocasionarle la muerte.
Es el pasaje más duro de un libro desgarrador y humano publicado por la editorial española Huso, en el cual Guerra Rey utiliza el erotismo y el sexo como pretexto para desvelar las vivencias de Sandra, Magalis, Lucía, Gretel y María, esta última en el rol de narradora de las historias suyas y de sus amigas.
«Hace unos años, cuando estaba escribiendo «Bahía de sal», mi primera novela, en España compré un libro con investigaciones acerca de mujeres mexicanas, cubanas y colombianas que iban a parar a burdeles y a partir de esas historias nació Gretel.
Aunque toca el tema del abuso sexual y en otros capítulos menciona alguna violación, la obra es más un compendio de confesiones de mujeres a la hora de asumir las relaciones de pareja y la vida en una sociedad dura para las de su sexo.
«La novela es un testimonio de nuestro tiempo más allá de que sea el de una o varias protagonistas. Yo quería llegar al lector sin hacer un tratado feminista, sino planteando la era que nos tocó vivir desde la mirada la mujer», asegura.
Aunque es una defensora de la igualdad, Gabriela se desmarca de todo movimiento social o de otro tipo y si bien las cinco amigas de de «Luz en la piel» denuncian el machismo, igual aborrecen a las de su propio sexo que las miran con un lente mal enfocado.
«La mayoría de las mujeres cumplen el rol de ‘me toca esto en la vida y es lo que me corresponde en la familia, la pareja, como madre o lo que sea’. Lo asumen por normas sociales, y por prejuicios, por un sentimiento de culpa, y así juzgan», cuenta.
Sandra es una joven con actitud sexual abierta que espanta los prejuicios y recuerda a sus amigas como las del sexo femenino son medidas con la vara de Dios, todopoderoso, omnipresente que no perdona una falta y juzga cada acto.
Magali, una adolescente silenciosa, pasa por el sexo violento, el intenso, el comprado, el marginal, el lésbico y muchos años después descubre el sexo con amor, mientras Lucía reflexiona sobre las relaciones de cuerpo más allá de las posturas sexuales y ve roto su matrimonio porque Mauricio, su marido, es incapaz de lidiar con su belleza e inteligencia.
«He tenido amigos que me confesaron no saber vivir al lado de una mujer inteligente. En aquello de la competencia de roles se ha establecido que el hombre sea el exitoso, ahí hay un estigma. Para Lucía es una maldición que arrastra desde joven», asevera.
María narra las historias de sus amigas y desarrolla una relación de complicidad y alegría con su hija Mariam, uno de los capítulos mejor logrados porque muestra la capacidad de la mayoría de las mujeres para dar amor a pesar de todo.
«La escritura de ficción es como cuando un muerto se te sube. Cuando estoy en el ambiente me traslado a un mundo paralelo, y sufro igual que si fuera un personaje. En esos casos me siento como una diosa que ve la escena desde arriba y mueve a los personajes», dice.
Guerra Rey ganó en 2016 el premio Juan Rulfo a primera novela con «Bahía de Sal». Ahora, sin pretender ser bandera de nada, su obra quita unas cortinas y desvela el duro oficio de ser mujer.
«Uno de los temas básicos de la novela fue reflexionar acerca de las cosas que vivimos y padecemos en nombre de un supuesto amor regido por normas, imposiciones, cánones, tabúes y prejuicios distanciados de lo que es el amor», concluye.