Ilustración: Ignacio Navarro Cortéz
Periodistas Unidos. Ciudad de México. 17 de marzo de 2021.- Se dice que el tono es el “carácter o modo particular de la expresión y del estilo de un texto según el asunto que trata o el estado de ánimo que pretende reflejar”, según el Diccionario de la Academia.
Hablaremos ahora de los tonos extremos: HORROR y HUMOR que nos llevan a los afectos: MIEDO y RISA. Que podemos relacionar a su vez, con los dos géneros dramáticos fundamentales: TRAGEDIA y COMEDIA. Ambos tonos provocan en el lector el fenómeno de la “catarsis”.
La literatura mexicana ha tratado con más largueza el tono serio, solemne , pero a ratos se le cuela la risa, el relajo. En el siglo XX la risa empieza a mostrar más frecuentemente las carcajadas. Fernández de Lizardi a pesar de ser didáctico y moralizante utiliza el tono jocoso y burlón como arma para señalar los vicios de su sociedad. El tono humorístico se utiliza, en general, para mostrar lo falso de un mundo hipócrita. Algunos novelistas en el siglo XIX lo habían mostrado a pinceladas atrevidas o discretas, pero igualmente presentes. Al correr el siglo XX el tono jocoso va tomando carta de nacionalidad. En la generación de Medio Siglo el sarcarmo da varios pasos adelante, como en la obra de Ibargüengoitia. Poco a poco vamos dejando atrás la solemnidad literaria y se la dejamos a los políticos acartonados.
El periodismo, desde el siglo XIX permitió dar rienda suelta a la crítica sarcástica; sobre todo en la caricatura, pero también en muchos artículos.
¿Qué nos hacía pensar que la literatura era un asunto serio que no admitía el humor? Ahora nos damos plena cuenta de que el humor es esencial en una cultura crítica.
Aquí hablaremos más tarde de los tonos en algunas novelas mexicanas.l