Radiografía de un árbol: Cráneo de Jabalí de Sergio García

Ilustración cortesía ediciones Cipselas

Por América Femat

Periodistas Unidos. Ciudad de México. 02 de marzo de 2021.- He preparado unos apuntes sobre la antología Cráneo de Jabalí del poeta Sergio García Díaz. Estos esbozos tratan de fungir como  la radiografía de un árbol; imagen que es posible a través del cosmos que su poesía nos revela. Pienso en la obra de García Díaz como un conjunto de acciones que forman trazos, reconfiguran direcciones; son el conjunto de las ramas y de las raíces de un árbol; la imagen de sus experiencias.

            En su poemario, se permite asumir la concepción simbólica del viaje; la de un poeta que busca, se descubre y se encuentra a través de la maravilla urbana; es la licencia para transitar en dichos paisajes populares. De otro modo, existe, un motín de sortilegios desollando a este animal impuro que todos llevamos dentro, con una naturalidad en la que deja mirarse y desentramar el árbol poético de su poesía; fijando el rumbo de una lírica honesta y transparente; plantada en el extenso camino de raíces que nos comunican y rodean sorpresivamente en ella. El poeta cumple con el propósito que ha trazado, de perseguirse en sí mismo.  Para Sergio; intuyo, es el mayor propósito, el de regresar a él, descender al mundo y habitarlo para comprender más sobre el origen. Estar a ras de suelo le permite ir más alto e ir más profundo.

Tiene la virtud para abrigarnos dentro de sus encrucijadas; hacernos sentir los malestares propios;  incluso, desde la sapiencia de lector, uno se tropieza en los malestares de la humanidad, que son propios.

             Cráneo de Jabalí reúne de forma cronológica diez de sus poemarios, en una selección acertada con cada uno de ellos, revelando el porqué del simbólico título de la antología. De tal manera que se descifra lo siguiente; cito al agudo prologuista de este libro “Andrés Cisneros”; la poesía es consumación, es pira.

            Del mismo modo, el cráneo es símbolo de la muerte, de los misterios y la sabiduría;  ante la comunión simbólica del Jabalí que es poseedor de toda la fuerza, del coraje en la batalla, es símbolo mágico, tótem de gran espíritu y fiesta para el hombre mundano. Se levanta como estandarte, esta antología de autor, que revela el arrojo para enfrentar el transitar de toda vida que irremediablemente termina con la muerte. Temas de confrontación mundana y paisajes urbanos donde podemos coexistir con el autor, no dudo que ninguno o ninguna, no haya existido en esa película de la vida.

            En Cráneo de jabalí, el lector se descubre protagonista. Diríamos que el poeta Sergio García Díaz nos introduce a un pensamiento fenomenológico, describe al mundo, lo traduce y se apropia de el y de él, revelando al ser de una consciencia, me atrevo a decir que evoca al legendario mexicano; es decir, su cosmos poético nos ciñe a  un contexto que ningún mexicano o mexicana puede escapar.

Escribir y nombrar es trazar el esqueleto de este árbol, en dirección a donde se dirija su inconsciente y por donde se laberinte su raíz.

            Lo urbano, lo cotidiano, los amigos de parranda, las mujeres amadas y deseadas, la música, la bebida, los personajes que lo deambulan: escritores, filósofos, poetas, músicos que le dan luz a las hojas de este árbol y lo hacen crecer en espesor, en verdor y en fragancia. Sergio tiene la particularidad de ambientar, de construir escenas y reconstruir personajes emblemáticos como: El Cantinero, Enano, Amores Cerdos, Los ratoncitos, El pordiosero, Caca grande, Toro Muerto: en fin, todo un entramado de identidades muy mexicanas.

            ¿Qué espejos de luz y sombra juega ante nosotros este árbol poético enraizado en la urbe de Nezahualcóyotl?

            Habitante en las calles de un México erosionado, partícipe de comunes historias; que no desmeritan en absoluto la fuerza de su lenguaje; todo lo contrario, lo nutre y muchas veces con nostálgica nos refracta.     

            La radiografía se descifra en un cosmos de símbolos, misticismo y magia: de animales impuros. Traduce el mundo con humor, sarcasmo e ironía; aludido o acompañado del alfabeto del cosmos. En García Díaz la  naturalidad del lenguaje poético crece en forma y estética. Traduce, como el mismo la nombra, la de una lengua sonolumi-niscente.

            Este árbol no ha dejado de adolecer su infancia, se mira en ocasiones vulnerable y en su mayoría rebelde ante el cobijo del amor. La sed que ostenta es la de una batalla de dos flamas que se traspasan y se duelen; a veces, un amante derrotado, o un hombre refugiado en la víscera y el deseo, o bajo la medida de un haikú.

            La confesión del poeta es aceptar lo más primitivo en él o lo más primigenio en él. Describir al mundo con humor pero sobre todo con corazón y ciencia, sabe que la salida hacia el sol será lo único que hará crecer y fortalecer sus ramas y raíz.

            Llenarse de luz es la comunión perfecta y sublime entre la ciencia y la poesía; cuando lo logra,  la belleza es total y es verdadera.

            El árbol se eleva, crece y se extiende hacia las infinitas direcciones del lenguaje; es capaz de iluminar consciencias.

            Al final en el Backstage se ha librado de la carcaza, surge la reconciliación de sus partes, todo constituye al árbol; el mundo en sí, y los Giros que crea son exactos y de una violencia justa; Fibonacci, La Cuadratriz de Hipias. Regresa la estación floreada, como el poeta lo predice: todo esta en la mente, es verdad: señor niño de sol naciente.

 

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