Tacubaya Nabarrio: Crónica sucinta de Parque Lira y anexas

Por Víctor M. Navarro

Periodistas Unidos. Ciudad de México. 03 de septiembre de 2019.- El cronista se sumerge en la nostalgia, dice recuerdo y dice vida, primero y antes que nada con su traje de tacubayo irredento reconoce de manera tajante las  dos calles cual parte medular de su vida, los primeros quince años Héroes de Churubusco, de allí hasta la fecha avenida Parque Lira.

El cronista acude a las voces: Primer movimiento. Allegro.

Puede ser una mañana esplendorosa, desbordante de sol, de colores y con la gente de sonrisa amplia. Caminar por Observatorio o bajarse en el Metro Tacubaya. Entonces llegar a la avenida enorme, dividida en dos carriles, uno hacia el norte y otro hacia el sur.   

Segundo movimiento. Moderato prensa.

No, si antes era una calle angosta y empedrada, con dos o tres callejones. Te hablo de hace setenta años, cuando la colonia estaba sin pavimentar, había portales, cabarets y el mercado viejo de madera… es más daba miedo pasar por allí después de las ocho de la noche… comenta don Lupe, uno de los taqueros más antiguos del barrio.

Avenida Parque Lira, inicia en la esquina donde terminan Los Pinos, antes la casa presidencial ahora un museo que despunta, y cambia nombre cinco cuadras al sur en el paso a desnivel hacia viaducto, Revolución y Puente de la Morena.

El nombre de la avenida se debe a uno de los parques más bellos de Tacubaya y de la ciudad, el Parque Lira ubicado en la parte alta del poniente de la ciudad, desde sus patios se puede apreciar una iluminada y llamativa postal de la ciudad.

Valgan estos breves datos de crónica urbana para dar un paseo por los corredores, veredas, fuentes, jardines, espacios verdes y esa bella construcción en ladrillos anaranjados, la portentosa ex capilla de Guadalupe, hace décadas sede de la Escuela Hogar para Varones, años después biblioteca y en los últimos tiempos sede de eventos culturales y una que otra actividad oficialoide.

Para los habitantes de la zona el Parque Lira reviste un paso y paseo obligado, me encuentro a un visitante habitual, el señor Samuel Gutiérrez Mondragón, comerciante de la zona pero sobre todo un paseante continuo del parque, desde su infancia me platica era obligado subir y cruzar el puente colgante de la avenida que inicia desde la entrada principal hasta el fondo de la arboleda.

Desde hace muchos años –continua la plática don Samuel- me ha gustado venir a caminar, a hacer ejercicio y recuerdo que para los muchachos de la época resultaba un espacio maravilloso para pasear con la novia y años después con la familia. Este parque tiene mucha historia, formaba parte de la Casa de la Bola y de la Casa Amarilla, un ex templo dedicado a Nuestra Señora de Guadalupe, fue usada como casa habitación por Agustín de Ahumada y Villalón, Marqués de Amarillas. La Casa de la Bola la habitó en siglo XIX el Conde de la Cortina. En las primeras décadas del siglo XX adquirió la propiedad la Familia Lira Mora, empresarios de la industria textil. En 1942 don Antonio Haghenbeck y de la Lama, acaudalado aristócrata nacido en Tacubaya, compró la propiedad, junto con otros edificios en avenida Observatorio y calles aledañas.

A partir de pláticas con los vecinos nos enteramos que en el enorme edificio ubicado en Observatorio y Parque Lira, han vivido familias de comerciantes y oriundos de Tacubaya, la familia Macías, familia Zepeda, Gutiérrez, Anguiano y muchos más, ahora  que lo negoció la Fundación Haghenbeck quienes allí han vivido desde hace décadas se ven amenazados por los mercachifles y empresarietes que quieren volver ese cuadrante en una zona de alta plusvalía.

Pero me dice la dulce Adriana:

Yo simpre he vivido en Veramendi, la calle justamente enfrente del Parque Lira, y la verdad ha sido maravilloso pasar mi juventud visitando esos jardines, antes había un lago y de niña me encantaba ir a pasear con mis hermanos. Me casé con un vecino de la colonia, ahora vamos con nuestros hijos, aunque creo que nunca ha habido una administración que realmente aprecié este pulmón, esta belleza, este patrimonio de los ciudadanos. Varios años el parque ha estado descuidado a pesar de la demagogia de los funcionarios en turno. En el Faro del Saber ubicado cerca de la entrada Observatorio, instalaron el Museo del Escritor, con libros y objetos literarios del  maestro René Avilés Fabila, pura faramalla institucional, en dos o tres años, poco antes de fallecer el escritor, el proyecto se fue al caño graciasa la ignorancia e insensiblidad de las autoridades. Es sabido, a los políticos la cultura no les interesa, no la entienden o les da miedo. Pero pese a todo el parque por sí mismo es hermoso y una gran tradición en nuestra colonia.

El cronista camina, se sienta en una banca frente a la fuente ubicada cerca de las escaleras que bajan a la avenida Parque Lira esquina con la calle Vicente Eguía; uno de tantos recuerdos, en esa locación hace unos quince años el cineasta y escritor Andrés de Luna filmó una secuencia de su opera prima EROTISMOS; y llegan imágenes en cascada; también muy cerca, en uno de los parajes que llevan al Partenón trasero el Chivo Lubesky filmó una escena del cortrometraje OCTAVIO producido por un equipo que formamos con mi primo Gerardo Hernández Bárcenas, y de ahí recuerdo al “Chino”, al gordo Gustavo a mi hermano Óscar, todos corriendo pateando la pelota en un espacio verde al lado de una vieja cabaña casi derruida.

También por esos años, el Jimmy, Chucho, el Moy, el Master, Roberto, todos practicando karate los martes y miércoles al mediodía; el juego, la risa y la claridad de los amigos.

El cronista le roba memoria a la memoria, se acuerda de Marco A. Mares, ese periodista de financieras hoy en la TV e importantes diarios nacionales; cuando juntos en este Parque Lira pasaban horas leyendo, platicando, escribiendo con la vista fija en un futuro mejor.

Queda acaso cerrar esta crónica con un poema de la época, publicado en el libro CARTAGENA (UNAM 1994).

PASILLOS DE VIDA

Corrí la infancia

Como un papalote

En mis sueños adheridos

En la risa materna

Siempre brillaba Tacubaya

El cascabeleo del comercio

El brillo de las palabras

Y me preguntaba

Si el hombre de veras

Cambia sus historia

Entoneces le pregunté

A mi madre: qué es el lenguaje

Ella contestó:

El lenguaje es la casa del hombre.

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