Escasas pruebas de EEUU a deportados favorecerían contagios

Foto: Moises Castillo / AP

Por Sonia Pérez d., Nomaan Merchant, Ben Fox y Michael Weissenstein

AP. Ciudad de México. 18 de abril de 2020.- El hecho de que el gobierno de Donald Trump sólo le esté haciendo la prueba del coronavirus a un pequeño porcentaje de los inmigrantes detenidos podría estar ayudando a que se propague por el amplio sistema de centros de detención de Estados Unidos y luego a Centroamérica y otras partes en los vuelos de deportación, denunciaron el viernes defensores de los migrantes.

A más de 1.600 personas deportadas de Estados Unidos a Guatemala el mes pasado se les permitió irse a sus casas y ponerse en cuarentena voluntaria, sin vigilancia. Ahora se teme que este proceder pudiera haber derivado en la diseminación en el país de un incontable número de casos sin detectar, aumentando su vulnerabilidad a la pandemia.

Agentes estadounidenses le tomaron la temperatura a los deportados antes del despegue, y las autoridades guatemaltecas los examinaron a su llegada para ver si tenían tos, fiebre u otros síntomas. A los que presentaban posibles síntomas de la enfermedad COVID-19 se les hicieron exámenes de mucosa y saliva, pero al parecer los deportados aparentemente saludables no fueron sometidos a pruebas y les permitieron irse a casa incluso si habían llegado en un vuelo con personas enfermas.

Expertos de salud dicen que esto fue muy riesgoso porque muchas personas infectadas nunca muestran síntomas, pero siguen siendo altamente contagiosas. Trabajadores aeroportuarios y al menos un miembro de la familia de un deportado han dado positivo en los exámenes de coronavirus en Guatemala y se cree que migrantes deportados los infectaron, dijo el doctor Edwin Asturias, epidemiólogo de la Universidad de Colorado, quien es de Guatemala y mantiene estrecha comunicación con las autoridades de salud ahí.

“Es claro que algunos de ellos venían positivos y no venían con protección y estaban en el mismo espacio de circulación de aire con otros”, dijo Asturias. “Como vemos ese tipo de deportaciones produjo contagios en Guatemala”.

Hasta el lunes ese país comenzó a hacer pruebas a todos los pasajeros que compartieron un vuelo con alguien que hubiera dado positivo. El mismo día, un avión con 76 personas llegó en un vuelo del Servicio de Control de Inmigración y Aduanas de Estados Unidos (ICE, por sus siglas en inglés) procedente de Alexandria, Luisiana. A un migrante que se sentía enfermo le hicieron la prueba y se detectó que estaba infectado, por lo que se les aplicaron pruebas a los otros pasajeros. Cuarenta y tres dieron positivo a pesar de que no mostraban síntomas de la enfermedad, y ahora están en cuarentena médica, dijeron las autoridades.

“Existe preocupación porque el lugar de origen tanto de los adultos como de niños y adultos que están siendo deportados son lugares que los niveles de contagio son altos”, dijo Leonel Dubón, director ejecutivo de El Refugio de la Niñez, un centro para deportados jóvenes y vulnerables en Guatemala.

El ICE ha restringido el movimiento de centenares de detenidos en Estados Unidos ante la sospecha de que tuvieron contacto con una persona infectada, según entrevistas con detenidos y abogados. La agencia dice que 105 personas han dado positivo a COVID-19 en 25 centros de detención.

Un funcionario del Departamento de Seguridad Nacional que solicitó el anonimato para hacer declaraciones sobre procedimientos internos dijo que las autoridades de inmigración no les hacen el examen a todos los detenidos porque hay un número limitado de pruebas disponibles no sólo para el ICE, sino en todo el mundo.

“Sólo estamos efectuando las pruebas a individuos de los que tenemos motivos para creer que pudieran tener la enfermedad debido a los síntomas o porque tuvieron estrecho contacto con individuos que presentaban síntomas”, según el funcionario.

En el Centro Penitenciario Richwood, en Monroe, Luisiana, tres casos fueron confirmados y decenas de detenidos puestos en cuarentena. Un detenido guatemalteco que tiene COVID-19, Diego Ortiz García, dijo el viernes que lo confinaron en un dormitorio con alrededor de otras 20 personas de las que se sospecha tienen el virus.

Otro detenido en Richwood que estaba infectado, Salomón Diego Alonzo, fue hospitalizado el jueves. Según su abogada, Veronica Semino, Alonzo fue internado después de que un guardia le indicara a una jueza de inmigración que el hombre “no tiene la capacidad pulmonar” para declarar por teléfono durante la audiencia que se realizaba a distancia.

A la fecha no hay ningún caso documentado de infectados entre los deportados a otros países de la región del Triángulo Norte de Centroamérica.

En El Salvador, más de 800 personas han llegado en el último mes y fueron puestas en cuarentena de 30 días. El presidente Nayib Bukele dijo en un comunicado enviado a The Associated Press que se han efectuado exámenes a 70% de esas personas y ninguna ha dado positivo. Las pruebas están pendientes para el resto.

Honduras también continúa recibiendo vuelos con deportados provenientes de Estados Unidos, que son sometidos a una cuarentena de 14 días a su llegada incluso si no tienen síntomas.

Sin embargo, esta situación no ha disipado las preocupaciones a nivel regional.

“Cada avión con deportados que envía Estados Unidos es un problema serio para las comunidades de origen”, dijo César Ríos, director del Instituto Salvadoreño del Migrante, un organismo no gubernamental.

El ICE ha dicho que 25 empleados en centros de detención en Estados Unidos han dado positivo, entre ellos 13 en una instalación para deportación en el aeropuerto en Alexandria, del que han despegado este año al menos 17 vuelos a Guatemala. El ICE no ha precisado a cuántas de las 32.000 personas que tiene detenidas les han hecho pruebas para detectarles el virus.

Los abogados de los detenidos han advertido del peligro de tener a personas muy cerca unas de otras mientras persiste la pandemia. Alrededor de la mitad de los detenidos del ICE no tienen antecedentes penales, salvo infracciones de inmigración, y los defensores cuestionan la necesidad de mantenerlos recluidos ante la crisis.

A pesar de detener en dos ocasiones brevemente los vuelos de deportación, Guatemala ha estado recibiendo en el último mes alrededor de uno por día con entre 50 y 100 personas desde diversos centros de detención en Estados Unidos, una fuerte disminución respecto del ritmo normal. Guatemala volvió a suspender temporalmente la recepción de los vuelos el jueves.

La doctora Michele Heisler, profesora de medicina interna en la Universidad de Michigan, dijo que la práctica del ICE de examinar únicamente a los deportados con fiebre es “absolutamente inadecuada” y lo mejor sería hacerles las pruebas a todos.

Guatemala, de 17,2 millones de habitantes, tenía hasta el viernes 228 casos positivos de la enfermedad y 7 muertos.

“Guatemala se verá rebasada”, afirmó Heisler. “Ya tienen un sistema de salud muy frágil. Desde el punto de vista de la salud pública y médico, esto es increíblemente irresponsable por parte de nuestro país”.

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