EFE. Ciudad de México. 16 de octubre de 2022.- En un intento por aliviar la presión sobre la frontera norte ante la gran cantidad de migrantes expulsados de Estados Unidos las autoridades mexicanas iniciaron el traslado a la Ciudad de México de cerca de un centenar de venezolanos.
Las autoridades migratorias mexicanas embarcaron en dos autobuses a un primer grupo de venezolanos, que fue expulsado el jueves de Estados Unidos, y los trasladó desde la ciudad fronteriza de Matamoros, estado de Tamaulipas, hasta la sede de la Comisión Mexicana de Ayuda a Refugiados (COMAR), en el centro de la capital mexicana.
Sin alimentos y ninguna protección para el frío, y totalmente desorientados, fueron dejados el sábado cerca de un centenar de venezolanos frente a las puertas de la COMAR que durante el fin de semana no trabaja.
“Nos ofrecieron toda la ayuda. Un albergue mejor porque en Matamoros no contaban con instalaciones y logística, pero nos engañaron, y ahora estamos aquí en la calle solo con lo que tenemos puesto”, dijo a The Associated Press Tearrán Acevedo, un venezolano de 32 años, al quejarse del frío y hambre que pasó tras su arribo a la Ciudad de México.
Rodeado de sus compañeros de viaje, algunos de cuales comían desesperados unos panes que les regalaron venezolanos residentes en México, Acevedo reconoció que tras dejar hace dos meses su familia y hogar en el estado venezolano de Anzoátegui y vender su motocicleta, que era su único bien, ahora su destino es incierto.
“Me vine para cumplir un sueño americano, y se me ha convertido en una pesadilla”, indicó el venezolano al relatar que se quedó sin dinero debido a que todos sus ahorros, unos 4.500 dólares, se los dejó a varios traficantes de migrantes y funcionarios en su recorrido desde Colombia, pasando por Panamá, Costa Rica, Nicaragua, Honduras y Guatemala, hasta la frontera norte de México, y perdió su único documento de identificación al entregarlo a las autoridades estadounidenses cuando fue detenido a finales de septiembre al ingresar ilegalmente por el estado de Texas.
“Queremos una respuesta lógica … no somos unos animales, unos perros”, señaló Acevedo al quejarse de la decisión que tomaron las autoridades estadounidenses de expulsar hacia México a cientos de migrantes luego que el gobierno de Joe Biden anunció a mediados de semana que aceptará hasta 24.000 venezolanos que se registren previamente en un programa, tengan un patrocinador en el país y lleguen por vía aérea.
Las autoridades estadounidenses acordaron además que devolverán a los que crucen la frontera ilegalmente desde México, una cifra que superó las 33.000 personas solo en septiembre.
Pese a las nuevas restricciones de Washington, Acevedo aseguró que no tiene planes de volver a Venezuela y que seguirá insistiendo en ir a Estados Unidos. “Queremos que nuestra voz se escuche porque todos nuestros derechos fueron burlados”, agregó.
Vestido con una camiseta de algodón y un pantalón deportivo, que le dieron las autoridades estadounidenses durante los seis días que estuvo detenido en cinco retenes, donde aseguró que durmió en el piso, Enmanuel Colombo, un migrante venezolano de 34 años, afirmó que “a Venezuela no puedo volver porque en realidad quedé en cero, sin ningún trabajo ni manera de ejercer mi profesión de mecánico industrial”.
Colombo señaló que mientras realiza los trámites migratorios para volver a Estados Unidos buscará un empleo en México para enviarle dinero a su esposa y tres hijos que dejó en la localidad venezolana de Turmero, estado Aragua. “Necesito darle estabilidad a mi familia porque vendí mi casa para venirme a Estados Unidos, y los dejé en la calle”, precisó.
Poco antes del anochecer autoridades mexicanas se presentaron en la COMAR para trasladar al grupo de venezolanos a diferentes albergues de la Ciudad de México mientras esperan el inicio de sus trámites migratorios.
Desde esta semana comenzaron a llegar de forma inmediata cientos de venezolanos por cinco puntos de la frontera —Tijuana, Nogales, Ciudad Juárez, Piedras Negras y Matamoros—, según confirmó la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), la agencia migratoria de Naciones Unidas.
La venezolana se ha convertido repentinamente en la segunda nacionalidad más numerosa en llegar a la frontera con Estados Unidos, por detrás de la mexicana. Esto supone un duro desafío para Biden, que no mantiene relación con Caracas, lo que hace que las deportaciones sean casi imposibles. Por eso, el gobierno optaba generalmente por liberarlos para que siguieran su proceso migratorio en territorio estadounidense.
Desde el 2014 se inició un éxodo masivo de venezolanos que huían de la peor crisis política, económica y social que haya enfrentado el país en más de un siglo.
De acuerdo a cifras de la ONU hasta el mes pasado se habían contabilizado más de 7,1 millones de personas (alrededor de 20% de la población total) que han migrado de Venezuela en los últimos años.
Aunque Venezuela salió el año pasado de un largo período de más cuatro años de hiperinflación, continúa sufriendo una de las mayores inflaciones del mundo. En los últimos meses el bolívar ha enfrentado devaluaciones de más de 30% frente al dólar, que es la moneda de mayor uso el país, lo que ha hundido el salario mínimo de los venezolanos alrededor de unos 16 dólares, profundizando las precarias condiciones de vida de los mayoritarios sectores pobres y reactivando la migración masiva.