Varados en Chiapas, africanos mantienen la esperanza de llegar a EUA
Foto: Isabel Mateos / Cuartoscuro
Por Guadalupe Vallejo Mora
Notimex. Tapachula, Chiapas. 25 de agosto de 2019.- Tras el intento de desalojo del que dijeron fueron objeto el 19 de agosto, cientos de migrantes africanos se mantienen frente a la estación Migratoria Siglo XXI y mantienen la esperanza obtener la documentación que les permita transitar por México para llegar a Estados Unidos o, en su caso, a Canadá.
Aunque la mayoría sigue varada desde hace más de cuatro meses, agradecen el apoyo de la Policía Federal apostada en el lugar, no así de las autoridades migratorias.
De ello dan cuenta mantas blancas con leyendas como: «Abajo el racismo, no somos apátridas, tenemos nacionalidad», «Libertad inmigrantes África», con el mapa de esa nación, y «Libera los emigrantes».
En una cuarta manta está escrito en inglés: «Free the migrants. We are here to transit. Not to ask. Not asylum in Mexico».
También frente a las instalaciones migratorias protesta el nacional africano, de nombre Abou. «¡Migración racismo! ¡Policía Federal buena persona!», se le escucha mientras levanta el pulgar en señal de aceptación y el apoyo que les otorgan los elementos que resguardan el lugar.
Su única petición es que tanto las autoridades de la Comisión Mexicana de Ayuda a Refugiados (Comar) y de Instituto Nacional de Migración (INM) les den resolución de sus trámites de regularización para continuar su tránsito por territorio mexicano rumbo a los Estados Unidos, pese a conocer el endurecimiento de las políticas migratorias.
Así, conforme aparecen los primeros rayos del sol, los migrantes africanos desalojan el frente de la estación en busca del sustento diario, «el pesito» como denominan a la ayuda mexicana, o el apoyo en especie para poder sobrevivir un día más.
Tal es el caso de quien dice llamarse Manuel. Él, su esposa y sus tres hijos menores de edad permanecen frente a las oficinas migratorias en espera de ser atendidos para, posteriormente, poder contar con el «salvoconducto» mexicano para emprender el viaje hacia el norte.
Junto con Manuel están decenas de hombres, mujeres, mujeres embarazadas y niños (según sus cifras cerca de 300), quienes al igual que el resto de los integrantes de la caravana africana migrante que ingresó al país desde hace más de cuatro meses duermen sobre cartones.
Los menos cuentan con casas de campaña instaladas frente a las oficinas migratorias, que los fines de semana sólo dan acceso a quienes tienen a un familiar directo que visitar.
Manuel asegura que son más de dos mil 400 migrantes africanos. «Todo mundo procura plata, ayuda. Estamos aquí ya cuatro meses, todos los días buscamos comida, casa para personas», se da a entender en el español que, dijo, aprendió por necesidad desde que arribó al país por la frontera sur.
«Cuando son las cinco de la mañana, todas las personas procuran salir por pan, plata para poder alimentarse», asegura al recordar su larga travesía que inició en su natal Angola.
«Todos -añade- procuran un peso, un pesito y con ello compramos arroz; preparamos comida ahí», menciona mientras señala trozos de leña tirados frente a la entrada de la estación migratoria.
«Aquí en México no dan nada, no apoyan en nada», se queja en su incipiente español y también en su idioma natal, que al ser escuchado por los compañeros que siguen de cerca la entrevista con Notimex corean el «México no apoya».
«Aquí –continúa- todo está difícil, todo está complicado, más nuestro objetivo no queremos quedarnos en México. Aquí todo es complicado, México complica», insistió.
De acuerdo con Manuel, a algunos de sus compañeros en México les han otorgado documentos falsos o por 20 días, cuando su estancia supera ya los cuatro meses.
Refirió que tras salir de Angola, su primer parada en el «continente americano» fue Ecuador, después Colombia y tras varios días de caminata en donde encontraron diversas problemas, «bandidos que nos quitaron documentos, dinero», llegaron a Panamá.
«Panamá es bueno, nos da comida, un lugar donde dormir y después nos da salvoconducto. Seguimos y llegamos a Costa Rica y posteriormente a Honduras, salimos y fuimos a Nicaragua. En Nicaragua a todos los africanos nos cobraron 150 dólares, hombres, mujeres, niños».
El angolés de 45 años de edad refiere que fue en ese punto donde se quedaron sin dinero. «Yo pagué 750 dólares por cinco personas. Emigrante no tiene dinero. Nicaragua no te da papel, con el papel que te da Costa Rica continúas con él».
En Honduras el camino es complicado y se tiene que pagar una visa de 30 dólares. «De ahí vamos a Guatemala. Guatemala es difícil, es complicado. Ahí reservan el dinero, complicado para poder llegar a la frontera con México».
Y «cuando por fin llegamos a México, más problemas. Te agarran, a veces te complican, te quitan dinero, te complican más. Más sufrimiento desde el 11 de abril que llegue aquí. No hay solución. Tengo documento de Comar, de Migración y no da solución. No se resolvió nada».
Además «todo es mentira, nos dicen que el documento es falso. Todo nuestro proceso se vine abajo. Honduras, Guatemala, cubanos (…) ellos pasan sin problemas, africanos nos complican la vida. Negro aquí no tiene valor. Aquí no respetan la migración».
«¡México es falso! ¡México es racismo!», dice levantando la voz, mientras observa a varios de sus compañeros y, en especial, a dos niños dormidos sobre cartones.
Y sin embargo, mientras ellos permanecen afuera de las oficinas migratorias, por la ciudad de Tapachula tanto a africanos como a migrantes centroamericanos se les puede observar por todos lados.
En las calles, en las combis, en las cabinas telefónicas, en pequeñas loncherías, en hoteles que les cobran 150 pesos diarios y en donde, a decir del encargado, les permiten que ingresen hasta cuatro personas. Otros más platican con algún comerciante y los menos apoyan en algún comercio.