Banxico fortalece el peso y al sector financiero a costa de frenar el crecimiento económico

Por Arturo Huerta González

Periodistas Unidos. Ciudad de México. 25 de junio de 2023.- La gobernadora de Banxico en la presentación del Reporte de Estabilidad Financiera para el primer semestre del 2023 el 14 de junio, señaló que “la fortaleza que muestra hoy el peso, se sustenta en fundamentales macroeconómicos muy sólidos”, señalando que “la política fiscal y monetaria se han llevado a cabo de manera responsables, así como el nivel de remesas, las cuentas externas sostenibles y los niveles de deuda/PIB estables”. Uno pregunta, ¿que manejo “responsable” han tenido las políticas fiscal y monetaria? ¿Quién se ha favorecido de la austeridad fiscal, del nivel estable de la relación de endeudamiento, y de las altas tasas de interés? Hay que señalar que la política económica se evalúa no en función del equilibrio fiscal, o la baja relación de endeudamiento, o del peso fuerte, sino en torno a su impacto en la actividad económica, y la economía nacional no ha crecido en los primeros 4 años de gobierno, tiene un crecimiento de 0% del cuarto trimestre del 2018 al cuarto trimestre del 2022.

Las políticas monetaria y fiscales responsables deberían ser contra cíclicas. Es decir, bajar la tasa de interés e incrementar el gasto público respectivamente para estimular la economía cuando ésta no crece, y ello no acontece.

Las políticas monetaria y fiscal están encaminadas a estimular la entrada de capitales para aumentar la oferta de dólares y reducir su precio con el fin de abaratar importaciones para contribuir a bajar la inflación. Tal forma de bajar la inflación le sale muy caro al país, debido a que las importaciones baratas desplazan a la producción nacional. La alta tasa de interés incrementa el costo de la deuda y el peso fuerte (dólar barato) reduce el valor de las exportaciones petroleras en término de pesos, lo que empora las finanzas públicas, obligando al gobierno a hacer más recortes presupuestales para evitar que se incremente el déficit fiscal y aumente la deuda, lo que contrae más la actividad económica. A ello se suma el menor valor en pesos de las remesas recibidas, lo que merma el poder adquisitivo de las familias que reciben dichos recursos. Quien gana de ello es el capital financiero internacional que aprovecha el diferencial de tasas de interés entre México y EUA, y al salir del país el dólar le sale más barato que cuando entró, lo que aumenta más su rendimiento. Con la austeridad fiscal y el no endeudamiento del gobierno se beneficia el gran capital que invierte donde el gobierno deja de hacerlo, lo que incrementa la privatización y extranjerización de la economía. Por consecuencia, esas políticas “responsables” favorecen al gran capital a costa de no tener política agrícola e industrial para impulsar el sector productivo y el crecimiento económico y el empleo, debido a que se prefiere favorecer la entrada de capitales para alcanzar la fortaleza del peso. Para nada beneficia a la población el festejo del peso fuerte por parte de las autoridades monetarias y hacendarias.

A pesar que la gobernadora de Banxico reitera que “no tenemos un nivel objetivo para el tipo de cambio” y que “México tiene un régimen de tipo de cambio flexible, el cual se determina básicamente por el mercado, con toda la información disponible”, el problema es que no le dejan al mercado la decisión de determinar el tipo de cambio, sino que tanto Banxico como Hacienda intervienen en el mercado de divisas a través de las altas tasas de interés y la austeridad fiscal para atraer capitales para mantener la fortaleza del peso. Si en realidad el tipo de cambio fuera flexible, no tendría Banxico porqué tener altas tasas de interés, ni la Secretaría de Hacienda realizar recortes presupuestales para alcanzar la austeridad fiscal y el no endeudamiento. Mantienen altas tasas de interés y la austeridad fiscal para evitar la flexibilización del tipo de cambio, por lo que se deja de tener política económica a favor del crecimiento. Tales instituciones no compatibilizan los objetivos de baja inflación, crecimiento económico y estabilidad bancaria.

Por más que la gobernadora del banco central destacó que “el sistema financiero mexicano cuenta con niveles de capital y liquidez muy sólidos”, ello no ha sido resultado de que dicho sector esté impulsando la actividad económica del país, pues la economía no ha crecido. Ello evidencia que la política monetaria y fiscal es funcional y responsable para el sector bancario-financiero para que gane lo que quiera y no para los propósitos nacionales de crecimiento y bienestar. Esos altos niveles de capital y liquidez que muestra el sistema financiero nacional no son “muy sólidos”, debido a que no se sustentan en el reembolso de los créditos en condiciones de crecimiento económico, sino que sus ganancias son resultado de la descapitalización de que son sujetos los deudores (empresas, familias, municipios y Entidades Federativas) dadas las altas tasas de interés y comisiones que cobran a los créditos que otorgan. Ello ha disminuido la capacidad de gasto e inversión de los deudores, y de ahí el menor crecimiento económico y la creciente desigualdad de la riqueza en el país.

Además, la estabilidad de la relación deuda pública/PIB que tanto festina la gobernadora de Banxico y el gobierno, se perderá al ser la tasa de interés mayor que la inflación y que el crecimiento de los ingresos tributarios, lo que incrementará el déficit fiscal financiero y la relación de endeudamiento. También crecerá la relación de endeudamiento de empresas e individuos y la insolvencia, que terminará con la llamada solidez del sistema bancario.

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