Boleros, oficio amenazado por el calzado desechable y la delincuencia

Por David Fernández Hummel

Por David Fernández Hummel

EFE. Ciudad de México. 29 de abril de 2024.- A pleno sol, sin servicios de primera necesidad, sin prestaciones sociales y médicas, asediados por los grupos delincuenciales y ahora afectados por la importación de calzado de baja calidad y deportivo, los boleros de la Ciudad de México empiezan a sufrir un descenso considerable en sus percepciones económicas ante el casi nulo servicio de aseo de calzado, provocado por productos desechables y de imitación piel.

Así lo manifiesta J. Guadalupe Hernández Vera, quien desde hace 40 años dedica su vida al oficio de la boleada o abrillantada de calzado en la vía pública, frente a los juzgados de lo familiar en las inmediaciones de la Alameda Central, donde comparte espacio con otros boleros que sobreviven del oficio.

Sólo aquellos que saben lo importante que es llevar calzado lustrado y limpio son los que se acercan a qué se les brinde el servicio, que tiene un costo de 30 pesos, y cada día es menos la gente que nos busca para ello. Hoy, muchos llevan zapatos desechables o de imitación piel imposibles de bolear; incluso hoy mucha gente prefiere el zapato deportivo y eso nos afecta ante el descenso de trabajo, situación que se agrava en tiempos de lluvias”, comenta.

Hoy mucha gente lleva zapatos desechables o de imitación piel que es imposible bolear, son de plástico y otros materiales que se limpian con un trapo mojado, dicen los boleros. Foto: David Fernández Hummel / AMEXI

J. Guadalupe explica que para conservar la preferencia de su clientela, ha llegado a abrir líneas de crédito para abogados y licenciados de los juzgados que le piden fiado, ante la premura del tiempo que los obliga a regresar a los juzgados a seguir litigando, mientras el bolero apunta en su libreta quienes le deben: “Al día tengo 10 clientes seguros y si me quedo más tiempo puedo lograr más ingresos, pero el problema es que el clima también nos afecta”.

Expone que además de las importaciones en calzado, los horarios de trabajo y ahora la temporada de lluvias que se avecina termina por ahuyentar a los clientes que desean zapatos lustrados y brillosos.

Nuestro oficio dejó de ser rentable, porque hay que pagar 700 pesos de membresía para lograr una credencial en la Unión de Boleros de la Ciudad de México, cuotas de 200 pesos mensuales, cuotas a las autoridades para ocupar un espacio en la vía pública y cuota a los malandrines que se acercan a amenazar; lo que disminuye mucho para sostener a una familia, porque hay que cubrir renta, luz, comida, vestido, calzado y bodega donde se paga para guardar el carrito”, relata.

El oficio de bolero dejó de ser rentable, porque hay que pagar 700 pesos de membresía en la Unión de Boleros de la Ciudad de México, cuotas de 200 pesos mensuales, a las autoridades de vía pública y a los malandrines. Foto: David Fernández Hummel / AMEXI

Con una sonrisa y con buen humor pese a lo difícil que se torna la vida, J. Guadalupe menciono que en el gremio son más de siete mil miembros que tienen que competir con los boleros de a pie y cajón en mano que no tienen la acreditación de ser miembros de la Unión de Boleros de la Ciudad de México, con oficinas en la calle de Colombia número 9, Centro Histórico.

Hernández Vera es de los pocos boleros que han implementado productos modernos para lograr un brillo más durable: “Hoy, la forma de bolear ha cambiado, yo ocupo un aerosol abrillantador que le da un terminado perfecto al calzado, incluso mis productos son lo último en limpieza de calzado, pero ya depende del cliente, si permite el uso o no de nuevas técnicas, porque hay quienes prefieren sólo la crema y la grasa”, narra el bolero.

Mis productos son lo último en limpieza de calzado como un aerosol abrillantador que le da un terminado perfecto al calzado, asegura J. Guadalupe Hernández Vera. Foto: David Fernández Hummel / AMEXI

Las horas pasan y el cuerpo demanda atención, desde ir al baño, en donde J. Guadalupe tiene que pagar 10 pesos por uso de sanitario, aunado a ello cuando presentan malestares de alguna gripa o problema estomacal, los boleros tienen que suspender sus labores para asistir con algún médico privado, porque en el sector público o del IMSS o ISSSTE no tienen servicio.

El bolero de 53 años de edad, considera que algunos oficios ya deberían ser considerados como patrimonio cultural de la ciudad, por lo que sueña en qué algún día las autoridades, diputados y senadores, legislen para que grupos como los organilleros o los boleros cuenten con ayuda gubernamental y servicios de salud gratuitos.

Por último, J. Guadalupe Hernández Vera señala que su servicio es ya toda una tradición de la ciudad.

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