Con alegría, migrantes hondureños reciben tarjetas de visitante
Foto: Alejandro Meléndez
Por Mariangel Calderón
Notimex. Ciudad Hidalgo, Chiapas. 21 de enero de 2019.- Nolvia Rodríguez tiene la mirada que sólo tienen las madres que les ha costado cada respiración de sus hijos, tiene 26 años y un hijo de 10 con distrofia muscular, vino desde Honduras, arrastrando la silla de ruedas de su pequeño niño.
“La idea es seguir adelante, seguir caminando, estoy feliz porque a pesar de que no somos de este país hemos tenido un gran apoyo, han sido lindos con nosotros, se han portado muy bien con nosotros, estamos eternamente agradecidos”, relató.
Llegó desde el jueves pasado, viene con su hijo y una amiga, desde ese día duermen en las calles de Tecún Umán, en Guatemala, se registraron ese día y hasta hoy les entregaron sus tarjetas de visita humanitaria, suponían que se las entregarían mañana, «pero se nos adelantaron».
Ninguna de las dos sabe a dónde irán después del puerto fronterizo de Ciudad Hidalgo, en Chiapas, al sur de México, ella viene por su hijito, «es un caso especial, anda en silla de ruedas, no camina, en Honduras me dijeron que para la enfermedad que tiene no hay cura, entonces por eso voy a Estados Unidos, para ver si hay cura para él allá, el amor de una madre es lo que me tiene acá».
En su país no hay trabajo, además tenía que desatender al niño para trabajar y llevarle algo de comer, es madre soltera, nadie nunca la ha ayudado, dijo con lágrimas en los ojos; está contenta, pero a la vez llora de alegría, por todos los días que ha tenido que caminar, por la esperanza de comenzar una nueva vida, por la ilusión de estar más cerca de encontrar una cura para su hijito.
Mauricio también es hondureño, salió de su país el martes pasado en la mañana, llegó a Guatemala el miércoles, «nosotros no nos esperábamos, sí habíamos escuchado rumores, la forma que nos han atendido, mejor que en nuestro país, ahí no nos querían dejar salir, nos tuvieron esperando en la aduana de Honduras toda la noche, y acá que no es nuestro país nos atendieron muy bien, allá no nos atienden como acá».
Tiene una sonrisa amplia y, en su opinión, valió la pena dejarlo todo para comenzar una nueva vida, él era agricultor, «vengo contento, imagínese poder andar acá en México y nos ofrecieron una oportunidad de salir adelante, salimos con la mentalidad de ir a Estados Unidos, pero ésta es una buena oportunidad, uno ya le piensa en quedarse acá».
Tiene 29 años y no hay nada de trabajo en su país, además piden experiencia, terminó sus estudios, pero no hay oportunidades para nadie, expuso al señalar que les alcanza para vivir al día, acaban de subir los sueldos, pero los servicios básicos también subieron, entonces da igual que suban los sueldos si de todos modos no alcanza para vivir dignamente.
En este puerto fronterizo, centenares de personas esperan la entrega de la tarjeta de visita humanitaria, el rostro de la mayoría delata el cansancio, pero también la esperanza; ya no tienen hambre ni se sienten desprotegidos, las autoridades mexicanas les han ofrecido alimentos calientes y pañales y leche en biberón para los niños pequeños.
Este lunes desayunaron atún con pollo, todos los días les han variado la comida, «nosotros no tenemos más que agradecimiento con México», explicó uno de los hombres que estaba formado en una de las filas.
Con megáfono en mano, personal del Instituto Nacional de Migración voceaba los nombres de las felices personas migrantes, la desesperación de no tener un destino seguro ha desaparecido de sus rostros, unos piensan seguir el sueño americano, otros tantos se quedarán en territorio mexicano.
Ninguno puede creer que se hayan tardado menos de los cinco días señalados para entregarles las tarjetas, las muestran con orgullo, con brillos en los ojos, con la sensación de por fin encontrar en México un puerto seguro para comenzar una vida nueva.
Hasta este domingo, de acuerdo con información del Instituto Nacional de Migración habían solicitado tarjetas de visitante por razones humanitarias unas cuatro mil 912 personas adultas y mil siete infantes y jóvenes.