De huachicoles y migrantes

Foto: Delmer Martinez / AP

Por Marco Antonio Castillo

Periodistas Unidos. Ciudad de México. 15 de enero de 2019.- Como un cruzado mexicano en la era del post neoliberalismo político (no-económico) Andrés Manuel López Obrador encabeza la batalla nacional contra el huachicol, haciendo de esta causa la continuación de su promesa de campaña de terminar con la corrupción, y también su estrategia para mantener la cohesión popular alrededor de su proyecto. Como Trump hace con el muro, pues.

Pero a ésta, y en general a toda la estrategia política y comunicativa de AMLO, a la que se ha subido la mayoría nacional y ha despertado un importante y valioso debate de cómo componer al país, le falta una pata para definirse ideológica e históricamente: la población migrante.

Ese grupo de personas, de acuerdo con muchos opinólogos y nuevos borócratas de desatinado neo-nacionalismo, no son sujetos (léase no merecen) de atención prioritaria o estratégica porque “la prioridad la tienen los campesinos, indígenas y adultos mayores que están acá”, están quedándose fuera de la 4T, y esa, querido lector, es una pata crucial en la mesa de la viabilidad de un proyecto de país en México.

Pero, ¿Qué tienen que ver las personas migrantes con la Guerra contra el huachicol? Preguntó acertadamente mi vecino. Pues bien, el asunto es que mientras se llama a la arenga nacional para parar la corrupción, se reducen los presupuestos para la atención consular comunitaria, se reduce como nunca históricamente al Programa 3×1 y se guarda silencio frente a las agresiones de Donald Trump a México.

Y aquí es donde está la clave para entender la extraña necedad de comparar huachicoles con migrantes: los mexicanos en el exterior fuimos clave en movilizar la participación electoral de un sector amplio de familias y comunidades, y dejarlos fuera del proyecto de país, sin duda mermará en la percepción de justicia y en el compromiso de apoyo popular a las decisiones coyunturales como lo es la batalla por recuperar el control de un recurso nacional preciado.

Yo no sé quién le dijo al Presidente que los migrantes sólo trabajan y envían remesas. Son personas con opinión y participación activa en el México del 2019, y su integración al proyecto los haría los mejores socios para la coinversión en la construcción y desarrollo de escuelas, caminos, infraestructura básica, y además garantes de apoyo en las decisiones difíciles del Gobierno, de esas donde la familia tiene que sentarse a hablar sobre cómo responder. Invertir en las personas migrantes mexicanas es invertir en uno de las más ricas reservas morales y económicas del país.

Y ¿Qué decir de la población de otros países que buscar llegar o pasar por México? En el ánimo de seguir arriesgando rayas de popularidad por combatir la corrupción (como Ricardo Monreal recientemente afirmó que AMLO pensaba), el Gobierno de la República decide lanzar la sentencia de castigo a quienes no crucen en orden por México y se olvida, por ejemplo, de denunciar a Trump y sus políticas internacionales como responsables del éxodo masiva.

Decirse Estradista en política exterior, cierto es no meterse en asuntos de otros países, pero ojo: también implica abrir las puertas a todo aquel que huye de la injusticia, aunque no puedan llegar en orden o decidan actuar en masa para cuidarse. No hacerlo es complaciente con quien ha creado un infierno en Centroamérica.

Y para distanciarse del trumpismo, no es suficiente con la ratificación de un Pacto Mundial por una Migración Segura y Ordenada, el cual no firmaron los migrantes y el cual puede ser lo mismo puerta abierta que persecución segura. Es necesario definirse pro-movilidad.

En el presupuesto, en la definición de la política social, exterior y migratoria, la Cuarta Transformación bajó a los migrantes del tren para no meterse en pleitos con el vecino del Norte, y para cuidar las prioridades “nacionales”, lo cual es una contradicción en sí mismo.

Pero aún están a tiempo de revisar los fundamentos del desacierto y relanzar un acuerdo con los migrantes de México e internacionales, y así fortalecer el apoyo nacional y regional en la lucha contra la corrupción y la impunidad.

Aventarse el tiro de la defensa, reconocimiento e impulso de la participación migrante, sin echar pleito, pero sin miedo a que se enoje Trump es un altura de miras. Hacer las cosas por mantener una base de apoyo complaciente y no comprometerse con quienes tienen opinión y liderazgo propio, puede caer en el priismo cultural o trumpismo moreno.

Y para que no se aburran, en Nueva York, el Alcalde Bill de Blasio anunció que todos los neoyorquinos, incluyendo a aquellos sin reconocimiento de estatus migratorio, tendrán acceso a Seguro Médico, enfrentando a Trump con la bandera de derechos. ¿Qué tal? Aquí el anuncio:

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