Defender a los defensores en todas las geografías
Fotografías: Francisco Lion – COTRIC
El presente texto es resultado del trabajo colectivo de la Red Universitaria Anticapitalista
Por Víctor Miranda
Periodistas Unidos. Ciudad de México. 20 de febrero de 2021.- Samir Flores es uno de tantos asesinados en México. Se cumplen dos años de la dolorosa pérdida de un hombre que luchaba por la vida, en su caso fue el activismo ambiental en contra de los megaproyectos de destrucción. Sus asesinos pensaron que al terminar con su vida se acabaría la oposición al Proyecto Integral Morelos, como si con ello bastara para eliminar las buenas conciencias que están por la vida.
No se dieron cuenta que su labor consistía sobre todo en ser semilla, que germina en muchas otras conciencias que hoy se mantienen en pie de lucha, y que ante las continuas amenazas de los proyectos de muerte nos llevan a posicionarnos junto con ellas y ellos en favor de la vida. Esto se vuelve un llamado a defender a las defensoras y los defensores del mundo, que son quienes están en la primera línea de batalla en la afrenta contra los pueblos y los territorios.
Sin distinción de geografías vemos amenazados a nuestras y nuestros defensores del medio ambiente. El capitalismo no hace distinción de fronteras ni de nacionalidades; si te le opones te vuelves un peligro para su propagación virulenta, a propósito de pandemias, y la única vacuna es la resistencia de los pueblos, que en colectivo tenemos que buscar los modos de proteger a los defensores de la vida, con ello sus vidas, las nuestras y la de cualquier ser que habita este mundo que no entiende de divisiones.
Samir no es la única semilla. Berta Cáceres, perteneciente al pueblo Lenca de Honduras, fue asesinada en marzo del 2016, después de años de activismo contra los despojos a los pueblos indígenas de su país, en particular en oposición a una hidroeléctrica. Ayudó a fundar el Consejo Cívico de Organizaciones Indígenas Populares (COPINH), que combatía los megaproyectos que el gran capital pretende imponer en sus territorios. Como el compañero Samir, Berta fue semilla de conciencias y la lucha sigue fortalecida por todo el trabajo que nos entregó y heredó.
Macarena Valdés, perteneciente al pueblo Mapuche en Chile, fue asesinada en agosto del 2016. Todo ocurrió tras mantener una oposición férrea contra un proyecto ilegal de una hidroeléctrica dentro del territorio mapuche. Se pretendió hacer pasar como suicidio, línea de investigación que pronto demostró tener múltiples irregularidades. Una defensora ambiental a la que quisieron hacer callar con la muerte, pero que su voz está muy lejos de ser silenciada. En la revuelta popular del 2019 se mostró cómo sigue resonando la lucha por la vida y la exigencia de justicia ante el desprecio por la vida.
No es casualidad que hallemos casos como los de Samir, Berta y Macarena en distintas geografías, que se oponen a megaproyectos de muerte. En las tres ocasiones contra hidroeléctricas que se imponen en territorios de pueblos originarios, que a su vez resisten con el afán de defender la vida. Es nuestra tarea buscar los modos de resistencia para que esto no se repita, que la lucha contra los proyectos del capital no acabe con la vida de nuestras y nuestros defensores, y que nos sirva para tejer la resistencia más allá de las fronteras.
Falta mucho para que la población tome conciencia que mientras más cuidemos el ambiente, estaremos cuidando nuestras vidas. El virus potencial es el capitalismo, no dejaremos de luchar por la humanidad y los pueblos originarios