Despiden injustificadamente a trabajadoras de la CMDPDH

Foto: Especial

Queridas y queridos compañeras/os, defensoras/es de derechos humanos,

Periodistas Unidos. Ciudad de México. 15 de diciembre de 2020.- El viernes 11 de diciembre de 2020, las directoras de las áreas de Incidencia Nacional e In-ternacional, Olga Guzmán, de Defensa, Nancy López, y del área de Trabajo y Acom-pañamiento Psicosocial, Valeria Moscoso, fuimos despedidas de forma injustificada y arbi-traria de la Comisión Mexicana de Defensa y Promoción de los Derechos Humanos, orga-nización a la que le dedicamos con mucha entrega y cariño, 6, 7 y 10 años respectivamente.

La noche del miércoles 09 de diciembre de 2020, Graciela Rodríguez Manzo, la actual Di-rectora Ejecutiva de la CMDPDH, quien asumió el puesto en septiembre del presente año y hasta el momento no había convocado a las direcciones de las áreas para conocerlas más allá de los limitados espacios de reuniones virtuales, nos citó de manera presencial en la oficina, para notificarnos que a partir de una determinación tomada en conjunto con el Con-sejo Directivo de la organización -compuesto por Jacobo Dayán (presidente), José Ramón Cossio, Ana Francisca Vega, Regina Tamés, Carolina Coppel, Mariclaire Acosta, Miguel Concha, Luis González Placencia, Pilar Calveiro Garrido, Alejandro Anaya- habría una reestructuración de la CMDPDH y un cambio de visión, en la cual nuestras coordinaciones ya no tenían cabida, por lo que en ese mismo instante dejábamos de formar parte del equipo.

A la par de que nos daba esa repentina noticia, de forma lamentable e incluso indigna, nos cancelaron el acceso a nuestros correos y fuimos eliminadas de los chats institucionales de forma inmediata, quitándonos la posibilidad de despedirnos de nuestras compañeras y com-pañeros de equipo, de las personas a quienes acompañamos y a quienes hemos dedicado nuestro trabajo desde hace años, de los procesos que hemos construido, y de nuestras cole-gas, contrapartes y alianzas de otras organizaciones e instituciones. No suficiente con esto, se nos quiso hacer firmar en ese momento nuestra renuncia en perjuicio de nuestros dere-chos humanos laborales, en medio de un contexto de pandemia y a punto de concluir los compromisos y actividades del año 2020.

Si bien somos conscientes que es prerrogativa de cualquier empleador concluir la relación laboral con sus trabajadoras y trabajadores, también es cierto que, de acuerdo a la Ley Fe-deral del Trabajo, existen ciertas formas que deben ser cumplidas, como lo es la notifica-ción por escrito de la rescisión de la relación laboral en la que se refiera claramente la con-ducta o conductas que motivan la misma y la fecha o fechas en que se cometieron. Sin em-bargo, la forma en que nos ha sido notificado el término de nuestra relación laboral, nos ha decepcionado y dañado profundamente debido a la forma tan poco ética y humana en que se realizó, contraviniendo el derecho al trato digno que como trabajadoras y personas tene-mos.

Consideramos que la forma y situación en la que se llevó a cabo nuestro despido, no es dig-na de una organización cuyo trabajo se ha dedicado a la promoción y defensa de los dere-chos humanos. Asimismo, nos resulta un mensaje riesgoso que esto se haya gestado en un contexto sumamente adverso, tanto por la actual crisis sanitaria como por el fuerte agrava-miento de la crisis de derechos humanos que atraviesa nuestro país y que ha impactado fuertemente en las personas defensoras de derechos humanos.

En este sentido, consideramos importante referir que nuestro despido injustificado no re-sponde -desgraciadamente- a un hecho aislado, sino que se inserta en un contexto complejo de múltiples abusos de poder e, incluso, de violencias de género al interior de algunos espa-cios de la sociedad civil organizada, donde cada una de nosotras ha conocido casos y ha acompañado a compañeras y compañeros que han atravesado por situaciones dolorosa-mente similares.

A su vez, cabe resaltar que las tres mujeres defensoras que ahora fuimos despedidas, hemos sido durante los últimos años quienes hemos impulsado y encabezado al interior de la CMDPDH una serie de exigencias relacionadas a la construcción de procesos institu-cionales más transparentes y democráticos, la generación de espacios de fortalecimiento colectivo y de cuidado del equipo, del desarrollo de mecanismos adecuados e institu-cionales para la evaluación de desempeño, así como procedimientos formales y apropiados para la resolución de controversias, conflictos y denuncias de violencias. De hecho, lamen-tamos que un episodio de acoso sexual que reportamos hace más de un año, no haya sido diligentemente procesado hasta el momento. Ante este panorama, instamos al cuerpo direc-tivo a adoptar a la brevedad medidas conforme a la Norma Oficial mexicana 035 que busca prevenir y proteger a las y los trabajadores de los factores de riesgo psicosocial a los que se encuentren expuestos.

Hoy, nuestro compromiso, corazón y preocupaciones están con las personas que tuvimos el honor de acompañar, quienes son y deben seguir siendo nuestro centro en la defensa de de-rechos, y con quienes consideramos se hace necesario seguir caminando y construyendo codo a codo, no al frente ni por sobre de ellas, sino a la par, creando procesos y espacios dignos donde todas las voces sean reconocidas, valoradas y tomadas en cuenta. Están tam-bién con el equipo de la CMDPDH, que se ve inmerso, de manera abrupta, en una tremenda incertidumbre y falta de respuestas sobre la dirección que tomará la organización en lo sub-secuente, a la par que encuentra en esta determinación un potente mensaje y una peligrosa advertencia.

Finalmente, este compromiso también está con nuestras compañeras de lucha, quienes ya antes han vivido este tipo de arbitrariedades y violencias, quienes han alzado la voz y nos han abierto camino cuando se trata de construir procesos realmente dignos y dignificantes. Esperamos que este mensaje encuentre eco en organizaciones de la sociedad civil, en los colectivos y espacios que conforman el movimiento de derechos humanos, como un llama-do cada vez más fuerte a ser y actuar de maneras verdaderamente coherentes con lo que de-fendemos.

En contextos como en los que hoy nos encontramos, la reflexión, el cuestionamiento autén-tico y el sincero compromiso por emprender y fortalecer procesos de deconstrucción no es sólo tarea de las mujeres defensoras que hemos atravesado por este tipo de situaciones y hemos decidido no guardar silencio, sino de todos y todas, mujeres, hombres y espacios.

Si bien en estos días nuestros corazones se encuentran conmocionados, nuestra convicción permanece más firme que nunca. Agradecemos el comprometido trabajo y los grandes aprendizajes de las compañeras y compañeros con quienes hemos tenido la oportunidad de formar un equipo dentro y fuera de la CMDPDH. Nuestro compromiso ha estado y seguirá estando en estos espacios, en estos procesos que construimos con amor, desde nuestros más profundos y arraigados principios y con nuestra vocación más franca por la defensa de los derechos humanos.

Reconocemos y agradecemos profundamente a todas las personas que en estos días nos han mostrado su apoyo, su solidaridad y que han puesto la mente, el corazón y el cuerpo para apoyarnos, sabiendo que esto, además de ser injusto, es también el reflejo de una realidad más amplia que necesitamos cambiar. Gracias por acuerparnos y por demostrar, una vez más, que sí hay otras formas de luchar, de exigir y de construir, juntas y juntos, nuevos vínculos y espacios en los que la dignidad -la de todas y todos-, sea el principio base que guíe nuestro andar.

Atentamente,

Nancy J. López

Olga Guzmán Vergara

Valeria Moscoso Urzua

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