El caso de un depredador sexual refuerza el movimiento #MeToo en Egipto
Foto: Khaled Desouki / AFP
Por Menna Zaki y Hager Harabech
AFP. Ciudad de México. 16 de julio de 2020.- Un escándalo sexual entre la selecta juventud de El Cairo, con acusaciones de violación, agresión y chantaje de por medio, ha provocado una avalancha de indignación y ha reforzado el movimiento #MeToo en Egipto.
Desde el 1 de julio, la cuenta en Instagram “Assault Police” (“Policía del acoso”) ha publicado decenas de testimonios que acusan a Ahmed Bassem Zaki, de 22 años y exestudiante de la prestigiosa Universidad Estadounidense de El Cairo (AUC), de ser un depredador sexual.
Los relatos, la mayoría de antiguas compañeras, describen escenas de chantaje sexual, agresiones y violaciones. En algunos casos, están involucradas chicas de 14 años.
Detenido el 4 de julio, Zaki confesó haber agredido y chantajeado a seis denunciantes, una de ellas menor, según la fiscalía. Contactado por la AFP, el padre del joven no quiso hacer comentarios.
El caso ha vuelto a poner sobre la mesa la cuestión del acoso en Egipto, y esta vez los internautas se han sumado al movimiento #Metoo.
Aunque en el país ya se han producido varias olas de indignación frente al acoso, ninguna ha tenido un impacto decisivo. Según la ONU, la inmensa mayoría de mujeres egipcias interrogadas han sido víctimas de este tipo de conducta.
Estos últimos años, varios casos relacionados con personas anónimas o famosas –como el futbolista Amr Warda– han allanado el camino para la movilización actual, según Mozn Hassan, directora de la oenegé feminista Nazra (“Mirada”) y pionera del movimiento.
Pero este último escándalo “ha superado a Zaki”, analiza la administradora de la cuenta “Assault Police” bajo anonimato. “Ahora, recibimos una decena de mensajes por minuto de chicas que explican sus historias”.
“Deshumanización” de las mujeres
Miles de testimonios, de musulmanes, coptos, artistas, estudiantes o figuras mediáticas, fluyen en Facebook, Twitter e Instagram, rompiendo los tabúes.
Según Hassan, la campaña actual es “inaudita por el apoyo” que está suscitando.
Los hombres se expresan a favor de las víctimas, como el actor en el exilio Bassem Youssef, que ha condenado en varios videos la “deshumanización” de las mujeres.
También hay algunos hombres que dicen ser víctimas de acoso por otros hombres, como los pacientes del dentista Bassem Samir, acusado en las redes sociales de tocamientos en su clínica de lujo en El Cairo.
El 8 de julio, el gobierno aprobó un proyecto de ley preservando el anonimato de las personas que denunciaban agresiones sexuales, “una etapa importante”, según Intissar Al Said, abogada feminista en el Centro de El Cairo para el Desarrollo y el Derecho (CCD).
La influyente institución sunita Al Azhar también alentó a las víctimas a denunciar las agresiones. En agosto de 2018, la institución calificó el acoso de “pecado”.
Todavía queda camino
“Tengo muchos mensajes que acusan a las mujeres, pero nada comparado con todo el apoyo” que recibimos, asegura la administradora de “Assault Police”.
Pese a la ley de 2014 que criminaliza el acoso sexual, las militantes consideran que todavía queda mucho camino por recorrer.
“No tenemos un corpus dedicado a la violencia contra las mujeres (…) y el código penal fue promulgado en los años 1920”, lamenta Said.
Hassan, por su parte, se congratula de que la violencia sexual esté en el foco de la atención, pero reprocha a las autoridades que apliquen una política asimétrica en función del origen social de las denunciantes.
“El mensaje del Estado es: sean mujeres respetables para que las protejamos, según su propia definición patriarcal de respetabilidad”.
Desde abril, media docena de “influencers” de la red social TikTok fueron detenidas por no respetar las buenas costumbres. Y una chica de 17 años fue inculpada tras haber publicado un video en que afirmaba que había sido víctima de una violación en grupo.
Muchas de ellas son, según la abogada Intissar Al Said, “victimas de discriminación” porque provienen de familias modestas.