«Es un milagro», dicen mexicanos condenados a muerte y perdonados en Malasia
Foto: Juan Carlos Cruz / EFE
Por Bernardo Sepúlveda
EFE. Culiacán, México. 11 DE mayo de 2019.- Para los tres hermanos mexicanos González Villarreal, el tiempo en la cárcel en Malasia transcurría lentamente y fuera de ella, todo sucede a velocidad vertiginosa tanto que ayer estaban en ese país y este sábado ya disfrutan de su familia y su hogar en la ciudad de Culiacán, capital del estado de Sinaloa, noroeste de México.
Largos y dolorosos fueron los poco más de 11 años y dos meses que estuvieron encarcelados en Malasia, donde fueron sentenciados a la pena de muerte, mediante la horca en 2012, por delitos contra la salud, y ahora, libres, tienen al tiempo de su lado.
«Para nosotros es un milagro porque realmente, como dicen mis hermanos, todo pasó muy rápido (en los últimos días)», dijo a Efe Luis González.
«Yo realmente para mí no esperaba esto (ahora) pero (pensaba) en que iba a terminar positivamente, confiaba en eso pero no en un corto tiempo, no me lo esperaba y esto ha sido una sorpresa para mí», añadió Luis.
Luis, Regino y Simón llegaron a casa de su madre Carmen Villarreal, el viernes 10 de mayo, fecha en la que en México se celebra el Día de las Madres.
Con la llegada de sus hijos, Doña Carmen recibió el mejor regalo, prácticamente, de toda su vida.
«No sé ni cómo explicar la alegría que siento. Ayer cuando llegaron nos abrazamos y me sentía muy a gusto», compartió a Efe la madre.
«Pasaron 11 años (de no verlos). Hace mucho tiempo (2012) cuando les dieron la pena de muerte y que les iban a quitar la vida yo le estuve pidiendo a Dios que no les hicieran daño porque no lo merecían», agregó emocionada.
Este viernes la Secretaría de Relaciones Exteriores (SRE) de México informó que los hermanos González Villarreal habían sido repatriados desde Malasia tras haber recibido el perdón del Sultán del estado de Johor.
Los mexicanos estaban detenidos desde 2008 y fueron condenados a la pena de muerte en 2012 por narcotráfico.
En septiembre de 2018, el sultán del Estado de Johor, Ibrahim Ismail Ibni Almarhum Sultan Iskandar Al-Haj, decidió otorgarle el perdón «como resultado de un largo proceso de trabajo e intenso diálogo», recordó la SRE.
«A veces pienso que estoy soñando», dijo también a Efe José Regino, quien señaló que fue mucho el tiempo y la distancia lejos de su mamá y de su hija.
«Gracias a Dios Todo salió bien y queremos agradecerle al Sultán del estado de Johor que nos haya dado la dicha de abrazar otra vez a mi madre», apuntó.
Regino destacó el trabajo y la intervención en su caso del embajador mexicano en Malasia, Carlos Félix Corona, quien con su llegada le dio «un giro de 180 grados, tomó las riendas del caso y todo salió gracias a Dios, él fue quien nos ayudó tremendamente, él se movió para todo».
Mientras que para Simón, el tercer hermano, la salida de este trance tiene que ser para mejorar su vida.
«Vamos a buscar trabajo, estábamos pensando en que si somos ladrilleros (fabricante de bloques de construcción) hay que seguir en eso y a lo que venga pero ya trabajar bien y honradamente», reflexionó.
Dijo que buscarse la vida por la vía rápida es muy peligroso «y no queremos fallar a mucha gente que hizo muchas cosas por nosotros. Hay que tratar de hacer las cosas bien porque a veces es dura la vida cuando se va por el buen camino pero se siente más satisfacción».
El 4 de marzo de 2008, los hermanos Simón, Luis Alfonso y José Regino González Villarreal, originarios del estado mexicano de Sinaloa, fueron detenidos en Johor por la Policía Real de Malasia, y en 2012 sentenciados a pena de muerte.
En la operación de su captura, la brigada antinarcóticos de Malasia decomisó unos 29 kilos de metanfetamina, un alijo valorado entonces en 15 millones de dólares.
Mientras estuvieron presos en Malasia, la Cancillería mexicana les brindó asistencia y protección consular, apoyo legal durante el proceso, realizó visitas consulares, gestiones por su salud y comunicación constante con familiares.
Tras de ser condenados en 2012, el Gobierno mexicano manifestó que lamentaba la imposición de la pena de muerte contra los hermanos Gonzalez Villareal y anunció que se iban a agotar «los recursos legales» tendentes a buscar que se revocara esa condena, como finalmente sucedió.