Estados Unidos: país dividido, no importando quién gane + Podcast

Foto: Erin Scott / Reuters

Por Jorge Meléndez Preciado

Para mi compadre, Mauricio Camacho. Un sentido adiós

            Periodistas Unidos. Ciudad de México. 07 de octubre de 2020.- Según conteos de algunos medios de acá, a Joe Biden le faltan únicamente 6 votos para llegar a los 270 y obtener el triunfo en la elección más competida y polémica de muchísimos años. Pero como nunca, las impugnaciones por parte de Donald Trump han iniciado y el asunto no se resolverá en poco tiempo.

            Nuevamente las encuestadoras, casas de juego y apuestas fallaron en sus predicciones, ya que los comicios fueron muy apretados en muchas partes, con triunfos republicanos no esperados tan fácil o victorias demócratas en estados que no era previsible.

            Por ejemplo, en la Florida arrasó Trump debido a que los exiliados y ciudadanos descendientes de Cuba y Venezuela se tragaron el anzuelo que con Biden iba a llegar “el socialismo”, lo que muestra el atraso intelectual de esas comunidades.

            Mientras en Arizona, que votaba por los republicanos, la migración de latinos, especialmente mexicanos, y otros factores, hicieron que triunfara Biden con una buena cantidad de sufragios.

            Pero en los demás lugares no hubo esos ocho o hasta diez puntos de ventaja de Joe a Donald, que indicaban los que predicen resultados, lo que muestra, claramente, que hay un cambio para bien y para mal en la realidad del Imperio del Mundo.

            En primera ya que muchos entendieron que la pandemia y la crisis son algo que no puede resolver un gobierno que apostó por los ricos. Aunado al racismo (el policía que asesinó a George Floyd salió mediante una fianza de un millón de dólares), la discriminación a las mujeres y la falta de oportunidades a los jóvenes, no importando que cuenten con doctorado. Realidad oprobiosa.

            Por el otro, el supremacismo blanco está a todo lo que da con un hombre que ha exacerbado el nacionalismo, aislado del orbe a los Estados Unidos y tratado a los funcionarios, los intelectuales y los científicos como basura que puede ser desechada, ni siquiera reciclada.

            Trump ya impugnó los resultados en Wisconsin, y busca parar conteo en Georgia y Pensilvania, algo que no se presentó ni cuando Al Gore fue derrotado a la mala por George Bush. Lo cual muestra que estamos en elecciones casi mexicanas, donde las impugnaciones estarán al orden del día. Lo cual hará que el resultado final tarde más tiempo del debido.

            Para el mesurado analista mexicano, Gabriel Guerra (El Universal, 4 de noviembre): los comicios más allá del Río Bravo perdieron en civilidad, convivencia y debate democrático; además, el sistema ostenta una democracia que no llega ni siquiera a bananera; en síntesis, es un estado fallido, como suelen decir los intelectuales en otras naciones.

            Muchos pensamos que ocurriría un enfrentamiento entre grupos rivales, ya que hoteles, restaurantes, comercios e incluso la Casa Blanca estuvieron resguardados por bardas, tablones, mallas y por infinidad de policías. Afortunadamente, para todos, la sangre no llegó al río Potomac.

            Pero queda allí una muestra de lo polarizado que está un país que, si bien era el aparente ejemplo de democracia mundial, se encuentra hace tiempo al borde del conflicto, algo parecido a la segunda guerra civil, después de la del Norte- Sur de 1861-1865, al decir de algunos investigadores.

            Y es que como señala la especialista Raquel Saed, las formas para elección creadas por James Madison, cuando existían 13 estados ya no deben ser las que rijan en el momento que hay cerca de 50 entidades.

            Como escribió recientemente en su libro, Jorge G. Castañeda: Estados Unidos: en la intimidad y en la distancia (Debate), “Estados Unidos lleva dos siglos presentándose ante el mundo como el modelo de la libertad y la democracia”. Empero “en décadas recientes, sus deficiencias se han acentuado hasta el punto que su singularidad ya no resulta evidente” (página 113, del capítulo: La democracia disfuncional y sus descontentos).

            El capítulo 7 se titula: El pragmatismo y la hipocresía de Estados Unidos: drogas e inmigración, en el cual podemos ver lo evidente: USA como el policía bueno con una sociedad enferma con más de 25 millones de adictos, mientras los malos somos los latinoamericanos. Hipocresía pura.

            Hay cosas imperdonables en Estados Unidos, dice Castañeda: la pena de muerte, el encarcelamiento en masa, las armas y el diseño inteligente.

            Para la empresaria Patricia Armendáriz, gane quién sea, debe corregir el sistema neoliberal que ha empobrecido a la mayoría y enriquecido al máximo al uno por ciento. Es necesario que exista libertad individual y de empresa, como proclamaba Adam Smith, pero resulta indispensable mejorar la distribución del ingreso (Milenio, 4 de noviembre).

            Como bien cita la intelectual Adriana Malvido, Walt Whitman dijo hace tiempo: “Más que cualquier otro factor, una robusta literatura ha de ser indudablemente la justificación y la salvaguarda (…) de la democracia americana”.

            Lo que suscribiría Paul Auster, el novelista neoyorquino.

            Para ello, hay que calmar las aguas, impulsar el crecimiento con participación social, ayudar a los inmigrantes lejos de evitarlos y apoyar la ciencia, las artes y la cultura. Algo que todos los países, incluido Estados Unidos, deben hacer para evitar la polarización y el enfrentamiento entre hermanos del mundo.

jamelendez44@gmail.com

@jamelendez44

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