Hacia otro sindicalismo

Foto: Tercero Diaz / Cuartoscuro

Por Humberto Musacchio

Periodistas Unidos. Ciudad de México. 15 de febrero de 2019.- México necesita de otro sindicalismo. Las organizaciones charras están en quiebra y el sindicalismo independiente se halla sumido en una dispersión que dificulta los acuerdos laborales, lesiona la actividad económica y, por supuesto, no beneficia a los propios trabajadores.

Con la CTM convertida en un cascarón vacío y los líderes de petroleros y electricistas en la mira, todo indica que el charrismo tiene las horas contadas. Por su parte, el sindicalismo del sector público, representado por la FSTSE, vive, desde hace décadas, en crisis. Varios de sus integrantes se manejan ya con bastante autonomía y la principal organización, el Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación, está sumido en una gran división desde hace varias décadas, pues las secciones de la Coordinadora magisterial no reconocen a la dirección formal del que fuera el mayor sindicato de América Latina y actúan al margen de él y frecuentemente de la ley, como en estos días lo hemos visto en Michoacán, con la esperanza de los líderes de llegar a un arreglo ventajoso para ellos.

El Sindicato de Telefonistas se liberó de los líderes charros desde los años setenta, cuando pasó a encabezarlo su actual dirigente, contra el cual no han faltado acusaciones, pero dista de presentar el típico perfil de los líderes postizos, pues ha sabido defender con firmeza, pero sin estridencia, a su gremio. Sin embargo, pudiendo ser un extraordinario promotor de la unidad de clase, el STRM no ha dado el aporte que se antojaría necesario.

Otro contingente numeroso es el de los universitarios, que en los años setenta dieron grandes peleas para que se reconociera a sus sindicatos. Cuentan con una organización nacional que es apenas una ocasional coordinadora, pero no una dirección con autoridad sobre sus afiliados. El flanco más débil en este ramo es la corrupción e indolencia de sus agremiados, todo eso, por supuesto, fomentado por direcciones que, para afianzar su poder, se han convertido en defensoras de la irresponsabilidad laboral de sus representados.

Sin omitir la culpa de la alta burocracia académico-administrativa, la irresponsabilidad laboral incide en forma determinante en el funcionamiento de las universidades y en sus penurias económicas, pues la permanente resistencia de los sindicalizados hacia el trabajo hace indispensable la contratación de personal de confianza que supla a quienes amagan con tortuguismo y paros locos si se les exige desquitar el sueldo.

Ahora mismo, el Sindicato Independiente de Trabajadores de la Universidad Autónoma Metropolitana ha llevado a la huelga a esa institución, a la que se exige 20% de aumento salarial, petición que, como bien saben los dirigentes sindicales, en las actuales condiciones resulta inviable, pues son conocidas las inopias de las casas de estudios.

Como resultado de esa intransigencia se ha despertado una manifiesta inconformidad del sector magisterial, que pregunta: ¿por qué no se decidió la huelga por voto universal y secreto de los trabajadores?, ¿y por qué en la UAM hay más trabajadores administrativos que académicos? Para los profesores inconformes, la demanda de 20% de aumento no es más que un chantaje para obligar a las autoridades a conceder nuevas plazas a “la parentela sindical”, recurso más que sobado.

Lo que hoy ocurre con el SITUAM y la CNTE michoacana, por citar sólo esos casos, es resultado de una feroz competencia por los liderazgos, pues se supone que resulta prestigioso para un dirigente mostrarse más radical e intransigente que sus competidores. Y si la patronal ofrece 3.5% de alza salarial y 1.5 en prestaciones, entonces hay que pedir 20% y hasta más, pues se trata de competir, no de ganar.

El panorama no puede ser más desalentador. Mientras los sindicatos independientes se desgastan en la procuración de objetivos imposibles y el sindicalismo charro se agazapa, ni unos ni otros son capaces de solidarizarse con los miles de despedidos en el sector público. El liderazgo de minero-metalúrigicos, que sí entiende el momento, trabaja ya para crear una nueva central, pero urge que la Asociación Nacional de Abogados Democráticos o alguna agrupación con capacidad de convocatoria llame a un gran encuentro nacional de sindicatos para discutir y establecer una línea de actuación acorde con los tiempos. México se encuentra en un momento de definiciones. Sería lamentable que los trabajadores se marginaran de ese proceso.

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