Humillados y golpeados, los bielorrusos liberados cuentan el infierno de la represión

Foto: Sergei Gapon / AFP

Por Valéri Kalinovsky

AFP. Minsk, Bielorrusia. 14 de agosto de 2020.- «Pensábamos que íbamos a ser enterrados aquí», asegura Yana Bobrovskaya, de 27 años, al salir el viernes de una prisión de Minsk, donde estuvo encerrada tras la violenta represión de las protestas poselectorales en Bielorrusia.

“Pueden hacer todo lo que quieran, y nosotros, no tenemos ningún derecho”, declara a la AFP esta profesora de matemáticas liberada tras haber pasado cuatro días en prisión, compartiendo con unos cincuenta detenidos una celda para cuatro personas.

Al menos 6.700 personas fueron arrestadas en Bielorrusia desde el domingo por la noche, cuando comenzaron las manifestaciones en protesta contra la controvertida reelección del presidente Alexandre Lukashenko, en el poder desde hace 26 años.

Después de ser liberadas el viernes por la mañana, cientos de personas relataron el infierno que vivieron en la cárcel, donde fueron privadas de comida, agua y sueño, y donde les pegaron y les torturaron con electricidad.

Una vez fuera de prisión, varios fueron trasladados al hospital en ambulancias, según un periodista de la AFP.

Entre ellos, Maxim Dovyenko, de 25 años, que afirma que ni siquiera participó en las protestas, sino que simplemente se encontró en el lugar en el momento de la represión policial.

“Me pegaron muy fuerte en la cabeza […], mi espalda está llena de moratones tras los golpes con porras […], me quemaron las manos con cigarros”, cuenta.

Según la oenegé Amnistía Internacional, varias mujeres fueron amenazadas de violación en la cárcel y hubo hombres a los que se les obligó a ponerse a cuatro patas, totalmente desnudos, para golpearles con porras.

Yana Bobrovskaya dice que no le dieron de comer durante tres días, ni tampoco papel o protecciones higiénicas. Los guardias proponían a las mujeres detenidas limpiarse con su ropa.

‘Cámara de tortura’

Olessia Stogova, una rusa detenida en las calles de Minsk cuando observaba las manifestaciones, compara su paso por prisión a una estancia en una “cámara de tortura”.

Llegada de San Petersburgo para visitar a un amigo en Bielorrusia, esta treintañera explica que le pegaron con porras y le amenazaron con ser “desfigurada” hasta “no reconocerse”.

En la celda para cuatro personas donde estuvo junto a unas cuarenta mujeres, “eramos como sardinas en lata, de pie, todas sudando”, recuerda.

“No podíamos respirar”, añade Stogova, que asegura que el trato a los hombres detenidos era aún peor.

Ales Pushkin, celebre artista bielorruso, arrestado en una protesta, dice que fue golpeado hasta “volverse azul”.

“Me maltrataban todos los días”, afirma a la AFP este hombre de 55 años.

Mijail Chernenkov, emprendedor de 43 años, muestra sus nalgas tumefactas a la vez que explica a la AFP que fue torturado con electricidad y golpeado con porras.

“Nunca pensé que cosas así pudieran producirse aquí”, en este país “pacífico”, confiesa Yana Bobrovskaya. “¡Es difícil incluso imaginarlo en el siglo XXI!”.

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