Indígenas se aíslan en la Amazonía bajo la amenaza del virus y la violencia

Foto: Especial

Por Carlos Meneses Sánchez

EFE. Sao Paulo, Brasil. 16 de abril de 2020.- Deforestación, incendios, invasión de sus tierras y ahora el coronavirus. Los indígenas de la Amazonía afrontan la pandemia aislados en la selva, pero más organizados que nunca para esquivar una crisis que ya se ha cobrado las primeras vidas entre ellos: «El enemigo viene de todos los lados».

En la densidad del mayor bosque tropical del planeta los casos de COVID-19 crecen cada día tanto como el miedo.

«La situación es bastante complicada», alerta a Efe Paulo Tupiniquim, uno de los coordinadores al frente de la Articulación de los Pueblos Indígenas de Brasil (APIB).

Brasil, que posee aproximadamente dos tercios de la superficie total amazónica, registra al menos tres indígenas fallecidos por la enfermedad, entre ellos un adolescente de la etnia Yanomami de 15 años.

Hay además 17 contagios confirmados y 22 casos sospechosos entre indígenas, según el último boletín del Ministerio de Salud, aunque organizaciones de la sociedad civil y autoridades consultadas por Efe estiman que los números son mayores. También, se han detectado casos en otros países amazónicos, como Colombia y Perú.

Al «enemigo invisible», como lo llaman algunas etnias, se suman los ataques de madereros y mineros ilegales, que estos días han redoblado su ofensiva en tierras indígenas aprovechando la menor fiscalización a causa de la pandemia.

PUEBLOS ENTEROS CORREN EL RIESGO DE DESAPARECER

Son los más vulnerables ante la aparición de nuevas enfermedades. La historia así lo demuestra. Antes de que en 1500 el portugués Pedro Álvares Cabral pusiera un pie en lo que hoy es Brasil se estima que había tres millones de indígenas.

Menos de un siglo después había desaparecido un poco más de la mitad (1,8 millones). Guerras, esclavitud y enfermedades procedentes de Europa diezmaron una población que carecía de anticuerpos para una colonización bárbara. Hoy, con una población de casi 900.000 indígenas en Brasil, el coronavirus ha resucitado el temor a desaparecer del mapa.

La supervivencia de algunas etnias preocupa, como los Karipuna en el estado de Rondonia, fronterizo con Bolivia, un pueblo que se calcula que está compuesto por solo 58 indígenas y cuyas tierras están siendo sistemáticamente invadidas por madereros.

También han saltado las alarmas en aldeas Yanomami aún no contactadas, en la divisa con Venezuela; con los Zuruaha, que no llegan a 200 integrantes; y los indígenas del Vale do Javari, el territorio con la mayor concentración de pueblos aislados del mundo, en el extremo del estado de Amazonas, cerca de Perú.

«Una gripe normal puede tener consecuencias fatales para ellos. Si el coronavirus llega a esas aldeas puede extinguirlas totalmente», asegura a Efe Antonio Eduardo Cerqueira, secretario general de Consejo Indigenista Misionero (Cimi), un organismo vinculado a la Iglesia católica.

De hecho, la situación como un todo del estado de Amazonas, que alberga el mayor número de indígenas de Brasil (168.700 según el último censo de 2010), es una de las más graves del país con 1.554 casos y 106 muertos en apenas un mes.

«Nos parece un escenario de descontrol total», afirma a Efe el fiscal Fernando Merloto, del Ministerio Público Federal de Amazonas, estado cuyo sistema de salud se encuentra próximo al colapso.

En todo el país, hasta el miércoles, había 1.736 fallecidos y cerca de 30.000 infectados. El pico aún parece estar lejos. Se espera para mayo o junio.

MADEREROS Y MINEROS AUMENTAN SUS ATAQUES

Los órganos fiscalizadores han reducido sus actividades por la pandemia y las mafias de madereros y garimpeiros que operan en la región lo han aprovechado para intensificar sus agresiones.

Alessandra Korap, líder de la etnia Munduruku, se ha acostumbrado, a sus 36 años, a vivir amenazada en la reserva Praia do Indio, en el estado de Pará.

«El enemigo viene de todos los lados. El enemigo de la madera, el enemigo de los recursos minerales, el enemigo del virus y es muy preocupante», explica a Efe.

Denuncia que estos grupos delictivos además de traer violencia a sus tierras ancestrales pueden ser portadores del virus y propagarlo entre los indígenas.

«Ellos no hicieron cuarentena, continúan activos», expone Cerqueira.

¿La prueba? La tala indiscriminada de árboles en la Amazonía brasileña crece sin freno. La deforestación en el primer trimestre de 2020 fue la mayor registrada en los últimos cinco años con un aumento del 51,4 % con respecto al mismo periodo de 2019.

Solo en marzo, con el coronavirus ya expandiéndose por todo el país, el incremento fue del 30 %. En paralelo, el último día de ese mes se conocía el asesinato a tiros de un líder Guajajara en el estado de Maranhao, el quinto de su etnia en los últimos cinco meses.

¿CÓMO SE HAN PREPARADO LOS PUEBLOS INDÍGENAS?

Juntos. Los caciques indígenas han coordinado el cierre de sus aldeas, puesto controles en los accesos y hasta huido a la espesura de la selva.

La rápida comunicación entre ellos, gracias a las nuevas tecnologías, ha sido fundamental para tomar medidas de aislamiento de manera urgente.

Desde la APIB están incluso «creando una plataforma digital» para hacer llegar el mensaje a los pueblos originarios de los nueve países amazónicos.

Y para los que no tienen ni luz en sus aldeas, han enviado carteles informativos en sus respectivas lenguas indígenas (hay 274 diferentes en Brasil).

Orientaciones sobre cómo evitar los rituales funerarios, que pueden demorar de dos a tres días, pueden salvar vidas, especialmente la de los chamanes, guardianes del imaginario indígena y que por su avanzada de edad están expuestos a un riesgo mayor.

«Ellos cuentan las historias, nos cantan… Si perdemos a nuestros ancianos, ¿qué será de nuestros pueblos indígenas?», se pregunta Alessandra.

No obstante, su confinamiento en el corazón de la selva está acarreando otros problemas, como el acceso a alimentos, por ello han pedido a las autoridades acciones urgentes en ese sentido.

La Fundación Nacional del Indio (Funai) de Brasil, dependiente del Ministerio de la Familia, la Mujer y los Derechos Humanos, informó que recibió una partida de 10 millones de reales (casi 2 millones de dólares) para combatir el coronavirus en las aldeas.

El Gobierno también ha anunciado el envío de cestas básicas de comida y productos de higiene a las comunidades indígenas.

Pero la sociedad civil critica que aún no se ha liberado «ni un centavo» y desconfía del presidente ultraderechista Jair Bolsonaro, quien, además de menospreciar la gravedad de la pandemia, pretende explotar las riquezas naturales de la Amazonía y poner fin a la demarcación de nuevas reservas indígenas.

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