EFE. Hidalgo, México. 16 de abril de 2023.- Como una delgada aguja, un túnel frío y oscuro penetra en las entrañas de la tierra en la llamada Comarca Minera de México, una región del central estado de Hidalgo, donde viejas minas españolas, inglesas y estadounidenses se convirtieron en un atractivo turístico.
Las ráfagas de viento helado, la humedad y filtraciones de agua se perciben conforme se avanza en la caverna, uno de los pocos túneles abiertos al público en Real del Monte, pueblo donde la historia minera internacional se conjuga.
Por la dura roca, los hombres abrieron camino para llegar a 450 metros de profundidad, un viaje para evocar el trabajo arduo, las difíciles condiciones y peligros de los obreros de la tierra.
UNA MINA DE HISTORIA
El túnel, abierto por la antigua mina de Acosta que inició sus trabajos en 1727 y hoy convertido en un museo, adentra a una historia de más de 500 años: a un mundo de indígenas extractores de metales en la época prehispánica, a la llegada de españoles, los avances tecnológicos de los ingleses, y la electricidad de los estadounidenses.
“La fecha de fundación de Real del Monte continúa siendo un misterio, como la mayoría de los pueblos mineros del país”, establece la investigación “Minería y población, Real del Monte 1791-1865” de Eduardo Flores Clair.
Las vetas, afirma, fueron trabajadas en la época prehispánica, pero no fue hasta 1552 cuando Real del Monte tomó forma de un pueblo bajo las montañas, de casas de adobe y tejas rojas.
De las minas, Mina Acosta cerró en 1985 para convertirse en museo, en La Purísima, en 1969 murieron 45 mineros, y La Rica fue la última en cerrarse, al igual que sus túneles, que conectaban con la ciudad de Pachuca, capital de Hidalgo.
“Los túneles se encuentran cerrados porque las minas ya no funcionan, existen físicamente pero ya no funcionan”, explica Alejandro Silva Valencia, un experto en minería, guía de la Galería Badillo, ubicada en el interior del antiguo sindicato minero.
Rodeado por viejas fotografías tomadas en el interior de cavernas y custodiando un mapa fechado en mayo de 1924, Silva recuerda siete túneles mineros, con cientos de ramificaciones que van desde ras de tierra hasta los 550 metros de profundidad.
“Cada túnel de 50 a 75 metros de separación da uno a otro”, dice y muestra las imágenes del plano con una especie de telaraña que surge en Real del Monte y atraviesa los municipios de Omitlán, Guerrero, Mineral de la Reforma y Pachuca: la Comarca Minera.
Y en uno de esos túneles gélidos, el de la Mina Acosta, los vestigios de plata incrustada en piedras, comparten espacio con fotografías de mineros bajo el control español, ataviados solo con salarias, con el dorso desnudo y una vela en el sombrero.
Las vetas de la región, también cargan a cuestas haber sido escenario de una de las primeras huelgas en América.
El conflicto estalló en 1766, recordó Flores Clair, cuando Pedro Romero de Terreros, conde de Regla, quien se convirtió en uno de los hombres más ricos y poderosos de Nueva España, realizó una serie de trampas para disminuir los ingresos y aumentar el margen de sus ganancias.
“Los barreteros opusieron resistencia férrea y rechazaron el nuevo trato, después de una lucha violenta que dejó como saldo dos funcionarios muertos y un puñado de operarios encarcelados y desterrados, los trabajadores consiguieron que la forma de pago en especie continuará vigente por mucho tiempo”, describió.
Cuando las luces son apagadas en lo más profundo, un silencio y una oscuridad sepulcral inundan la caverna, donde a veces se escucha el goteo de agua fluyendo por las rocas por donde antaño se extraía plata.
Y los 120 metros que se caminaron en línea recta en la montaña, para llegar a una profundidad de 450 metros, parecen eternos.