La Habana está de vuelta : todos al malecón, pero con mascarilla
Foto: Rigoberto Díaz / AFP
Por Rigoberto Díaz
AFP. Ciudad de México. 04 de julio de 2020.- Al fin Lázaro pudo salir a pescar, Dayli a nadar y Fernando a correr por el malecón de La Habana. Tras más de cien días de encierro por el coronavirus, la capital de Cuba retoma su romance con el mar, aunque sin turistas extranjeros.
Siento “alegría porque esto es lo que nos gusta a nosotros: la pesca (…) Todos estamos aquí contentos respetando las normas” para evitar contagios, cuenta a la AFP el pescador Lázaro Castillo, de 55 años, provisto de mascarilla.
La Habana es aún el último reducto de la covid-19 en la isla. Pero como registra muy pocos casos diarios, este viernes el gobierno autorizó la primera de tres fases de desconfinamiento. Ya casi la totalidad del país está en la segunda fase, con una normalidad a medias.
En el caso de la capital, reinicia gradualmente el transporte público y algunas actividades del comercio y los servicios, así como la reapertura de las playas y del turismo nacional.
Ni bien amaneció, Lázaro, chofer de profesión, enrumbó junto con cinco amigos hasta el “sofá de La Habana”, como se le conoce al malecón, que se extiende 7 kilómetros sobre la costa capitalina, y es lugar obligado de encuentro de locales y visitantes.
Para evitar contagios, toda actividad estuvo paralizada, y Lázaro pensó entonces que moría de nostalgia.
“Al menos yo con mi perro, venía, y nos parábamos ahí y mirábamos el mar, porque es la costumbre de viejo”, cuenta Castillo, que comenzó a pescar en la costanera hace dos décadas. Lleva consigo una botella con agua y cloro, para desinfectarse las manos.
“!Espectacular!”
Hasta este viernes, la isla de 11,2 millones de habitantes reportaba un total de 2.361 casos, con 2.224 recuperados y 86 fallecidos, por lo que se considera al nuevo coronavirus bajo control.
“Feliz 3 de julio en que toda Cuba entra en etapa post covid-19. Que la alegría no nos haga olvidar la responsabilidad. Hoy ganamos una batalla, pero aún no ganamos la guerra”, tuiteó el presidente Miguel Díaz-Canel.
En su “primer día de libertad”, Deyli Dacerda, de 31 años y madre de dos niñas, no lo pensó dos veces para llegar hasta la costa y darse un chapuzón, porque “es una de las cosas que los cubanos necesitamos, el verano, el calor, el agua (de mar)”.
“!Espectacular! Ya me metí (en el mar) y me voy a volver a meter, y el lunes vengo con mis niñas”, dice Deyli.
Al igual que ella, unas 200 personas acudieron este viernes a la “playita 16”, un tramo en la costa del oeste de la capital. El sector dista mucho de la paradisíaca Varadero. Aquí hay que bañarse con zapatillas para no lastimarse con los arrecifes. Pero, playa es playa.
Hasta este lugar llegó Carlos Alberto Méndez, actor y buzo aficionado, que aprovechó para beber una cerveza y charlas con los amigos.
“!Riquísimo! Llevábamos mucho tiempo encerrados (…) vinimos al mar (…) el mar siempre ha estado muy presente en mi carrera, en mi vida y lo adoro”, explica este hombre de 32 años. “Es un espacio de libertad y súper rico”, apuntó.
Aún sin visitantes
A pocos metros de la playa, el administrador de la cafetería estatal “El Arrecife”, Daniel Rodríguez, se queja del daño que le ha provocado la pandemia.
“Aquí vendíamos 1.700 CUC (pesos cubanos convertibles, equivalentes a dólares) diarios, y ahora apenas llegamos a 500”, detalla.
Por ahora, los turistas extranjeros solo pueden llegar a los islotes que rodean el territorio, sin tener contacto con los ciudadanos.
La reapertura de la isla al turismo, motor de su economía, podría ocurrir después de agosto.
A pesar del reinicio, varios habaneros decidieron extender su cuarentena, y algunos ómnibus del transporte público hacían sus recorridos casi vacíos.
Sí se apreciaban largas filas en los supermercados de La Habana, un escenario que no varió durante el confinamiento.
Bajo embargo de Estados Unidos desde 1962 y enfrentada a dificultades económicas, Cuba importa el 80% de lo que consume y en la isla las colas son recurrentes por la escasez sobre todo de alimentos.
“Todo lo que saque (pesque) aquí va para el congelador, por la situación que tenemos”, comenta Lázaro.
Fernando García, un trabajador del turismo de 44 años y aficionado al triatlón, decidió retomar sus carreras por el Malecón.
“El mar nos da frescura, nos limpia, es alegría”, dice Fernando, que se quedó temporalmente sin empleo por la falta de turistas extranjeros.
Sin embargo, es optimista en que La Habana pueda abrirse “muy pronto al turismo internacional”, y, como ya es habitual la gente pueda abarrotar el malecón, y ver al sol perderse en el mar, pintando la tarde de naranja.